El Magazín Cultural

El Dorado: entre identidades y memorias

Un encuentro como si se tratase de una instalación colectiva resignifica las nociones de esta leyenda en una exposición que se encuentra en el Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá, con obras de más de veinte artistas. Abierta hasta el 22 de julio.

Sandra Fernández
18 de julio de 2017 - 02:00 a. m.
“Encontrando El Dorado” está exhibida en el Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá hasta el 22 de julio. / Cortesía
“Encontrando El Dorado” está exhibida en el Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá hasta el 22 de julio. / Cortesía

En época de conquista, la misma que se presenta recurrentemente con careta de progreso en nuestros días, se encuentra un material preciado que brilla arremetiéndole el significado de una felicidad no perdurable, elemento codiciado de color amarillo, representante de la riqueza, aquí y en cualquier tierra. La maravilla de El Dorado pertenece a la historia, inventada o no, hace parte de la construcción ancestral que fundamenta las tradiciones de pueblos indígenas, tributos divinos de joyas y oro que eran brindados a los dioses que regían en sus culturas. Leyendas que flotan en torno a las maravillas doradas de comunidades que hacían parte de la adoración frente a una gran laguna y que, sin apego material, elevaban su espíritu y enterraban en lo más profundo del agua aquellas piezas relucientes para nunca más ser encontradas.

Partiendo de esta idea, un tesoro no descubierto se alumbra como el camino a la satisfacción de intereses personales en las voces de 29 artistas, una expresión variable que se relaciona con una narración entre la identidad y la memoria cultural expresada en la exposición Encontrando El Dorado, que se presenta en el Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá. Instalaciones, fotografías, piezas precolombinas y el valor artesanal en la cerámica son algunos de los materiales que conforman este gran diálogo que busca esclarecer un significado individual de El Dorado.

Los artistas colombianos Nicolás Chacón y Juan Betancurth son los curadores de la muestra y en esta entrevista explican las razones que los llevaron a realizar la exposición.

¿Por qué hablar de El Dorado?

Nicolás Chacón: Desde hace varios años me ha inquietado el tema de la identidad, lo que es único, diferenciador o auténtico. Pienso que la identidad de cada persona se nutre del lugar en el que nace, de la familia que lo cría, lo que se construye desde las raíces. Las mías son cundiboyacenses, nutridas por las de los indígenas chibchas, u’was y muiscas, así como afros (descendientes a su vez de tribus ancestrales), y muy seguramente también europeas.

Mi propuesta artística usa generalmente como recurso expresivo la cerámica. Es un llamado, una inquietud de mis raíces, es buscar lo más auténtico en mí. Empecé a descubrir un lenguaje, estética, símbolos, misterio y misticismo en ella. Me reencuentro con alegría en el Museo del Oro y los museos de arqueología y antropología en varios lugares del país, y al salir de exposiciones majestuosas, que la mayoría de espectadores admiramos con éxtasis, la realidad en la calle es otra, los herederos más cercanos de las culturas allí exhibidas, indígenas provenientes de etnias como los emberas katíos, emberas chamíes o ingas, venden manillas de chaquiras, brebajes, algunos tocan guacharacas o piden limosna. Esto, además de contradictorio, me causa estupor. ¿En realidad apreciamos y valoramos nuestra cultura o la pisoteamos día a día sin importarnos?

Juan Betancurth: Para mí, hablar de El Dorado puede ser una oportunidad o una excusa para pensar lo mítico desde una perspectiva actual o para atreverse a pensar el presente desde la fantasía. Cuando Nicolás Chacón me contó sobre el proyecto con el Museo de Arte Contemporáneo me sentí intrigado, lo que causó en mí una autorreflexión sobre cuál sería mi posición frente a este Dorado en particular, y me di cuenta de que para mí era algo de clase de historia, de una memoria inmersa en la queja del saqueo colonialista. Me sentí un observador, lo compartí con Nicolás y él simplemente me invitó a hacer parte de la curaduría.

¿Cómo nació la idea de realizar una exposición que involucre la búsqueda de El Dorado?

N.C.: El Dorado lo imagino como un tesoro inmaterial. Haciendo referencia a las culturas prehispánicas, era su máximo tesoro. Ellos pensaban el oro como gotas del sol que caían a la tierra y por eso eran valiosas, algo cercano a lo espiritual. La avaricia, la noción de riqueza desmedida y demás, viene con los conquistadores, quienes llegaron a imponer su cultura, a destruir la nuestra, a hacerles dar vergüenza a los nativos de lo que eran y creían. Esa fue la herencia que conservamos hasta hoy y se repite día a día (...). El arte, desde mi punto de vista, tiene el deber y el compromiso de generar reflexiones que puedan desencadenar en posibles acciones, debe ponernos a pensar, sacarnos de la zona de confort, liberarnos quizá.

La historia ancestral y “No todo lo que brilla es oro” pueden ser algunos de los aspectos que se ven reflejados en la exposición. ¿Cuáles son las obras que podrían resaltar en estas dos vertientes?

N.C.: Lo ancestral puede tener múltiples vertientes, dependiendo de lo que significa para cada uno. Para mí tiene que ver con culturas prehispánicas, por supuesto, pero también con mucho de lo antepasado, de lo familiar que habita en mí. “No todo lo que brilla es oro” se refiere a lo que llamamos “malicia indígena”: inventar un lugar lleno de oro para desviar por años a los invasores, jugar con su “inteligencia” y ambición. Los deslumbraron con espejos, pero ellos los deslumbraron con imaginación. La línea de horizonte podría ser lo auténtico, y allí caben múltiples miradas interiores y personales, o históricas y culturales.

J.B.: Definitivamente, hay algunos trabajos de artistas en la exhibición que pueden referir a lo que comúnmente pensamos como ancestral. Pero hay también obras en diálogo con El Dorado desde lo contemporáneo, expresando lo personal o lo comunitario como algo que brilla o algo digno de esplendor. Desde mi punto de vista, El Dorado encontrado en nuestro proceso no se ubica ni en el límite de lo ancestral ni en el otro extremo. Pienso que el territorio de nuestro interés está justo en el medio.

¿Por qué es importante tener presente la historia de El Dorado?

N.C.: El Dorado es el referente que nos ayuda a vivenciar lo que sucedió en este territorio, lo que sigue pasando hoy: el abuso de poder, la imposición cultural, el desprecio por lo auténtico, los valores trocados, el materialismo excesivo, el egoísmo puro. Pero también es un tesoro inmaterial, una visión de otro mundo, un llamado a resistir, a resignificar y redignificar. Volver a brillar como piedras preciosas. El Dorado es encontrar: conseguir ver o saber dónde está una cosa o persona que se quería obtener o recuperar. Hallar.

J.B.: Es importante darles un lugar en nuestras vidas a los acontecimientos históricos en general, atreviéndonos a mirarlos no desde un punto de vista nostálgico, como en general creo que se mira a El Dorado, si no desde una perspectiva crítica y actual. Hablando de El Dorado y sus resultados, generalmente pensamos en codicia, traición, ambición ciega y soborno, por hacer una lista corta. Para mí es como ver nuestro país en el momento actual, en este autosaqueo constante que peligrosamente se ha convertido en parte de nuestra identidad.

Por Sandra Fernández

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