Hace parte del proyecto “En detrimento” (2016), una serie en la que García concede un lugar esencial a escombros de la arquitectura interior bogotana que adoptó formas decorativas de corte republicano. Su propuesta cuestiona los procesos de estilización que en décadas anteriores dieron un toque de elegancia a las casas de las familias pudientes. Dibujos y fotografías - hechos con precisión - funcionan como las partes que restituyen los rosetones que García usó para su experimento; sin embargo, el gesto del quiebre permanece intacto, una decisión plástica que alude a su vez al quiebre simbólico de esos ornamentos que perdieron su valor como formas emblemáticas de una estética del lujo. Los sutiles montajes que consolida con su serie “En detrimento” dan cuenta de la complejidad de un espacio urbano en el que respiran los estragos de una modernización contradictoria y nos revelan imágenes de los “revestimientos” (Fannelli y Gargiani) que experimentó la ciudad - en términos arquitectónicos - en medio del proceso acelerado de cambio que le exigió el malentendido y glorificado progreso del siglo XX.
Los rosetones como piezas falseadas usadas con propósitos decorativos y producidas en serie con materiales como el yeso, responden a esa necesidad de imitar las formas icónicas de la arquitectura clásica y de reinsertar la significación que esos ornamentos tuvieron en su época insigne. Lo que resulta interesante es que esa apropiación - hecha a partir de ensamblajes, collages o artificios - son producto de la necesidad de crear una identidad que - lógica y consecuentemente - está en permanente estado de construcción. Es innegable que la serie “En detrimento” erige un pensamiento sobre lo que - muy a pesar de la falsificación o la reproducción- representan esas arquitecturas híbridas, esas formas y materias que fundan los imaginarios de una ciudad como Bogotá. García a través de sus procesos creativos ha desestimado la idea de homogeneidad que encarnan los discursos de la modernidad, muy por el contrario, sus obras la resisten y develan lo monstruoso (lo que está fuera del orden de lo “bello”) que esas arquitecturas figuran.