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El festival en los barrios

El ensamble Dramsam inició el concierto interpretando obras del Medioevo y del Renacimiento.

Alexander Klein
07 de enero de 2013 - 09:00 p. m.
El festival en los barrios

El pasado sábado 5 de enero sucedió algo excepcional en la parroquia María Auxiliadora. A las 10:00 a.m., las bancas del templo fueron rápidamente ocupadas por centenares de cartageneros de todas las edades. Fue necesario traer asientos adicionales para acomodar a la multitud de personas que seguía llegando. ¿El motivo? Algún observador desprevenido habría asumido que se trataba de una de las misas diarias de la parroquia. Pero no era así. Con la misma devoción y el mismo entusiasmo, los cartageneros asistieron a la iglesia para disfrutar de un evento no menos importante. Algo que para la mayoría era una completa novedad: música antigua en vivo, interpretada con reconstrucciones de los instrumentos originales de la época. Desde niños hasta personas mayores, el público disfrutó del concierto con una actitud rara vez vista. Hubo silencio y respeto cuando los músicos tocaron y hubo estruendosos aplausos después de cada acorde final.

El ensamble Dramsam inició el concierto interpretando obras del Medioevo y del Renacimiento. Los instrumentos utilizados, desde el salterio y el laúd hasta la chirimía y la ghironda, fascinaron al público por su aspecto mítico y por su sonido inusual. “Fue muy emocionante ver esos instrumentos y escuchar esa música” exclamó John Hárold, de 12 años. Él, junto a una docena de niños del colegio José Manuel Rodríguez Torices, nunca había escuchado música antigua, mucho menos en vivo y con semejantes instrumentos.

Algo similar sintió Zaira Cano, de 71 años: “La emoción de escuchar esta música en vivo es incomparable. Estuvo fabuloso”. Zaira, junto con miembros de su familia, revivió su imaginación y se transportó a épocas lejanas. “Esa música hace que la imaginación vuele”, dijo Isaac Beltrán, de 48 años. “Yo me imaginé reyes y me fui a otra época”. Junto a Dramsam, el grupo Pentabrass cerró el inolvidable concierto. Compuesto exclusivamente de metales (dos trompetas, corno, trombón y tuba), el grupo no necesitó de micrófonos para que sus instrumentos resonaran en las partes más recónditas de la iglesia. El vigor y la fuerza de los metales se alcanzaron a escuchar en la calle, de donde varios cartageneros curiosos se asomaron para poder apreciar algo del espectáculo.

Un día después, más de treinta personas de edad tuvieron la oportunidad de vivir la misma experiencia en el hogar San Pedro Claver. Todos pudieron disfrutar del mismo programa musical interpretado por las dos agrupaciones. “Estuvo de primera”, exclamó Dennis Pretell, de 73 años. “Muy poco había escuchado yo de esa música”. De manera similar, Simón Buelvas, de 85 años, dijo que el concierto fue “lindo, una belleza. Ayudó a olvidar los problemas, la vejez”. En últimas, dos eventos que activaron la imaginación y espantaron los problemas de los asistentes. Todo gracias a la música, ese siempre poderoso agente social.

Por Alexander Klein

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