El Magazín Cultural

El final surrealista de Salvador Dalí

El pasado 20 de julio se realizó la exhumación del cadáver del pintor Salvador Dalí, en Figueres (España). Las muestras recolectadas servirán para determinar si el artista es el padre de Pilar Abel.

SORAYDA PEGUERO ISAAC
22 de julio de 2017 - 03:00 a. m.
Salvador Dalí siempre se opuso a tener hijos. Pilar Abel lleva diez años intentando demostrar que es la primogénita del pintor español.  / EFE
Salvador Dalí siempre se opuso a tener hijos. Pilar Abel lleva diez años intentando demostrar que es la primogénita del pintor español. / EFE

Salvador Dalí decía que los genios no debían reproducirse. Esos pequeños seres, que le recordaban el principio y el fin de la vida, le parecían angustiosos. Horrendas personitas de cuerpo pequeño y gran cabeza. Dalí no quería tener hijos. Porque nadie más podría ser la encarnación viva del surrealismo. Porque ningún hijo suyo sería capaz de comprender su grandeza. Todo debía acabar con él.

Pilar Abel dice que Salvador Dalí es su padre. Dice que su madre, Antonia Martínez de Haro, tuvo un romance con Dalí en 1955, cuando trabajaba como empleada doméstica en la casa de unos vecinos del pintor. Él era un famoso y excéntrico artista de 51 años. Ella, una joven de vida sencilla, 26 años más joven.

En las anotaciones de su diario correspondientes al año 1955, Dalí habla de una conferencia que dictó en el anfiteatro de la Universidad de la Soborna, en París. Habla de su obsesión por La encajera —la pintura de Vermeer—, los cuernos de rinoceronte y la morfología del girasol. Se refiere a su intervención en la Sorbona como “una apoteosis daliniana” que dejó fascinada a la multitud. Y narra su espectacular llegada a la universidad en un Rolls-Royce con cien kilos de coliflores. No dice nada de un romance con una joven de su ciudad.

Pilar Abel cree en la palabra de su madre. Dice que el de sus padres fue un romance clandestino. Es vidente, tiene 61 años y es madre de cuatro hijas. Nació y vive en Figueres, la misma ciudad del Alto Ampurdán donde nació Salvador Dalí el 11 de mayo de 1904, y donde reposan sus restos desde 1989, debajo de una gran losa del Teatre-Museu Dalí de Figueres. El jueves 20 de julio, el museo cerró sus puertas al público a las 8:00 de la noche. El día había transcurrido con normalidad. Quizás con menos visitas de las habituales: hasta 4.000 por día. Horas más tarde, y por primera vez desde su muerte, la losa de una tonelada y media que cubre la cripta del pintor fue levantada. Después de diez años de lucha, Pilar Abel consiguió lo que pedía: la exhumación del cadáver embalsamado del hombre que podría ser su padre.

Si la ciudad pudiera presentarse a sus visitantes, el saludo de Figueres sería breve. Muy breve. Una sola palabra: “Mírame”. Los relojes blandos asoman por las esquinas y los huevos gigantescos que coronan el museo se alcanzan a ver desde diferentes puntos de la ciudad. Figueres es un insólito teatro daliniano.

Periodistas, turistas y vecinos se congregaron desde temprano a las puertas del Teatre-Museu Dalí. Algunos decían que sería un acontecimiento de resonancias históricas. Un espectáculo surrealista —con despliegue policial incluido— a la altura de su ciudadano más célebre. Reporteros de diferentes países del mundo llegaron a la ciudad desde primeras horas de la mañana. Algunos enviados desde Francia, Rusia, Alemania y China. “Dalí estaría disfrutando muchísimo con todo esto”, le dice un conocido del pintor a una periodista española. “Adoraba las cámaras”.

En el proceso de exhumación, que se realizó bajo estrictas medidas de seguridad —entre las 8:00 de la noche y las 12:40 de la madrugada del pasado jueves—, participó un equipo integrado por tres médicos forenses, personal de una funeraria local, representantes del Estado y una comitiva judicial. Cada uno de ellos debió entregar sus teléfonos móviles antes de acceder al recinto. Para evitar que pudieran captarse imágenes de la exhumación a través de drones, la cúpula transparente que cubre el museo fue cubierta con una carpa.

A las 10:20 de la noche retiraron la tapa de zinc que mantenía el féretro sellado. Después, el pañuelo de seda que cubría la cara del pintor. Cuando el rostro de Dalí quedó al descubierto, Narcís Bardalet, el mismo médico forense que lo embalsamó hace 28 años, comprobó que el peculiar bigote del pintor seguía intacto. Del cuerpo de Dalí se extrajeron muestras de pelo, uñas, dientes y dos huesos largos que ya fueron enviados al Instituto Nacional de Toxicología de Madrid para realizar las pruebas de ADN. En una rueda de prensa ofrecida este viernes en la mañana por la Fundación Gala-Salvador Dalí, Lluís Peñuelas, secretario de la entidad, dijo que la exhumación se llevó a cabo “sin ningún incidente remarcable”. La fundación solicitó que los restos del pintor sean devueltos al museo cuando finalicen las pruebas.

Al mediodía, después de una lluvia tenue, el ritmo de Figueres parecía más calmado. El tema de conversación en las plazas y en los cafés sigue siendo el mismo. Es posible que las opiniones y las dudas que envuelven la supuesta paternidad del genio de Figueres se mantengan durante las próximas semanas. Hasta que la ciencia determine si, en contra de sus deseos y arrastrado por sus pasiones, Salvador Dalí tuvo una hija.

Por SORAYDA PEGUERO ISAAC

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