El Magazín Cultural
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Fútbol paradójico

Quiero agradecer a mis padres, en especial a mi padre y a mi madre: Alessandro Altobelli en el libro La pelota nunca se cansa.

Juan Carlos Rodas Montoya
25 de junio de 2020 - 03:58 p. m.
El fútbol es un chiste humano, demasiado humano: contarlo implica descacharse o lograr una reacción.
El fútbol es un chiste humano, demasiado humano: contarlo implica descacharse o lograr una reacción.
Foto: Archivo Particular

No sabemos si estas palabras del jugador son reales o son producto de la ficción de los autores del texto que, humanos al fin, gozan con los yerros que cometemos cuando de hablar se trata. Me parece chistosa la expresión porque produce hilaridad y el fútbol no está exento. He visto una mujer africana con un dominio de balón que envidiarían hoy muchos jugadores de fútbol profesional: hizo la 31 con el balón, lo pasó a la cabeza, después al pecho y le formaron un corrillo para ver semejante espectáculo de arte con la redonda. He visto en algunos conventos a varias monjas en tremendos “cotejos futboleros”, con las calidades estéticas de jugadoras de fútbol profesional. En el reino animal he visto elefantes que, con la diestra y la siniestra, chutan el balón de manera magistral y cantan los goles con su trompa elevada en gesto de homenaje al Olimpo.

Recientemente vi a un ave, pájaro precoz, detrás de una pelota de cuero y, con su pico, hacía avanzar “la pecosa” para montarse en ella cuando estaba en movimiento. Jugada que repitió tres veces. Vi un perro que en pleno partido profesional, sin culpa, tapó un penalti, es decir, apareció como una epifanía y el árbitro no supo qué pitar. He visto a una gata, Ruda se llama, que atrapa medias, balones, pelotas, peloticas y, con razón, el gato es el mejor epíteto para los mejores arqueros del mundo. Ver rodar una esférica es volver a la alegría primigenia, al evento más sagrado y serio que existe en la infancia. El fútbol es un mal chiste, pero ese que se juega sin público en las gradas, que celebra campeonatos sin vueltas olímpicas (¿para qué y para quiénes?). El fútbol espectáculo, negocio, de ventas, apuestas y corrupciones es un chiste mal contado y eso que los chistes mal contados se pueden mejorar. El fútbol virtual que simula fútbol, emoción, pasión, cánticos y narraciones es un mal chiste que no se puede mejorar. Con todo, el fútbol que va regresando de a poco es la esperanza de una vida simple, de un espectáculo que se disfruta en la cancha con público y permite abrazos como una manifestación silvestre de felicidad. Vamos a volver con otras narraciones, con otros cuentos y otros rituales porque nos tenemos que reficcionar para habitar la alegría que produce un balón en los pies de los artistas que juegan por jugar y ya. El fútbol es un chiste humano, demasiado humano: contarlo implica descacharse o lograr una reacción. Ver una esférica es creer en la poesía y volver a nacer. También he visto a seres humanos que juegan con balones imaginarios, narran sus jugadas, son felices y cantan los goles marcados en arcos inexistentes. He visto y he jugado sin balón.

Lo invitamos a que escuche el capítulo 13 de la audionovela Yo Confieso

Por Juan Carlos Rodas Montoya

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