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El idioma de Bob Dylan

Después del anuncio de la Academia Sueca que le concedió el Nobel de Literatura al cantautor estadounidense, surgieron muchas críticas a la decisión. Sin embargo, el nombre de Dylan llevaba más de 10 años en la lista.

Camila Builes
13 de octubre de 2016 - 08:11 p. m.
Bob Dylan nació en Duluth, Minnesota, Estados Unidos, el 24 de mayo de 1941. Es el primer músico en recibir un Nobel de Literatura.  / AFP
Bob Dylan nació en Duluth, Minnesota, Estados Unidos, el 24 de mayo de 1941. Es el primer músico en recibir un Nobel de Literatura. / AFP
Foto: AFP - PIERRE GUILLAUD

En el 2011, la casa de apuestas Ladbrokes informó, 12 horas antes de la entrega del Nobel de Literatura, que el 80 % de los jugadores habían apostado por Bob Dylan. En menos de tres horas, el cantautor estadounidense pasó de pagar 100 a 1 a sólo 5 a 1. Dylan, favorecido por apostadores de Canadá, Japón y de todos los países europeos, incluido Suecia, eclipsó a dos de los anteriores favoritos, el poeta sirio-libanés Adonis, que pagaba 6 a 1, y el japonés Haruki Murakami, con 8 a 1. Sin embargo, el ganador de ese año fue el poeta sueco Tomas Tranströmer, que ni siquiera estaba en la lista de posibles postulados. (Leer Bob Dylan lanzará 36 discos de la gira que realizó en 1966)

No fue la primera vez en la que Bob Dylan aparecía en la lista de probables ganadores del Nobel. El cantante de 75 años hacía más de una década que se vislumbraba como candidato al galardón, sobre todo después de haber recibido en 2008 una distinción especial del Premio Pulitzer por su “profundo impacto en la música popular y la cultura estadounidense marcada por sus composiciones líricas y su extraordinario poder poético”. (Escuchar Las canciones que demuestran el valor poético de Bob Dylan).

Dylan comenzó su carrera artística a principios de los años 60. Se convirtió en un rebelde de la época, el poeta, el que dijo metafóricamente lo que nadie en medio de la brutal tensión de la Guerra Fría se atrevía a decir. (Galería Bob Dylan, el maestro de literatura del rock).

“Ustedes, que fabrican las grandes armas/ Ustedes, que construyen los aviones de la muerte / Ustedes, que construyen todas las bombas / Ustedes, que se esconden tras los muros / Ustedes, que se esconden detrás de los escritorios / Sólo quiero que sepan/ Que puedo verlos a través de sus máscaras”.

Robert Allen Zimmerman, su verdadero nombre, se convirtió en un escritor de versos que caen en torrentes, capaces de describir un mundo que, en su momento, nadie había definido. Además de tomar su nombre artístico del poeta galés Dylan Thomas, rescató el legado de la literatura y el modo de vida beatnik, ese movimiento que surgió en Estados Unidos en 1953 y se caracterizó, como muchos otros, por el rechazo militante de ciertos valores sociales, como la religión y el poder político. La música de Bob Dylan se inició como un viejo cancionero popular americano con el sonido del folk que lo hizo famoso.

Bob Dylan, el cantante y el escritor, nació en la época del miedo: la guerra era un pantano oscuro donde todos los países parecían sumergirse por su propia voluntad. Los ciudadanos, sitiados por el silencio, no reconocían salidas diferentes a los problemas que no involucraran violencia. Era todo blanco o negro. Bueno o malo. La música aceptada, entonces, era la que le cantaba al amor, a la fiesta y la diversión. Pero Dylan, con sus largos recitados, sus imágenes surrealistas, sus metáforas y sus juegos con la voz del narrador, logró abrir una ventana. Crear una revolución.

“Cuántos caminos debe recorrer un hombre / antes de que lo llames hombre / Cuántos mares debe surcar una blanca paloma / antes de dormir en la arena. / Cuántas veces deben volar las balas de cañón /antes de ser prohibidas para siempre”.

Al hacerlo, arrastró a muchos detrás. De hecho, se puede comprobar el punto de inflexión que supuso en la carrera de los Beatles toparse con él. También, toda esa generación de cantautores folk, de los que fue su apóstol en un primer momento y a los que “traicionó” cuando electrificó su repertorio en el festival de Newport, como si la música fuera un asunto de instrumentos. (Leer Presidente Obama felicita a Bob Dylan, uno de sus "poetas favoritos")

Escribir ha sido —incluso más que la música— su más sagrado ritual. En 1971, Dylan escribió y publicó Tarántula, considerado un experimento de prosa poética que hizo entre 1965 y 1966, un monólogo interno en el que cuenta cómo conquistaba mujeres, la forma en que dormía, los temas que siempre estuvieron en su cabeza y la forma en que conseguía escribir sus canciones. Según él, “nunca tuvo la intención de escribirlo”. En 2004 apareció su segundo libro, Crónicas, volumen I, la primera parte de su autobiografía, una obra de 304 páginas. Además de una larga lista de libros que recopilan las letras de sus canciones y son, al mismo tiempo, la clave para entender el Nobel que le fue concedido por el Comité Sueco: su lenguaje es único y difícilmente abarcable.  

“Si miramos miles de años hacia atrás, descubrimos a Homero y a Safo. Escribieron textos poéticos hechos para ser escuchados e interpretados con instrumentos. Sucede lo mismo con Bob Dylan. Puede y debe ser leído”, declaró la secretaria de la Academia, Sara Danius, minutos después del anuncio del galardón. (Leer Ante críticas, Academia Sueca defiende elección de Bob Dylan como Nobel de Literatura).

Puede pensarse que la Academia Sueca premia también a la que es, hoy por hoy, la manifestación literaria más importante y popular: las letras de canciones. Una forma de escribir condicionada a su acompañamiento musical, pero que, con el transcurso del tiempo, ha trascendido los límites de la música para influir al resto de la literatura.

Nobel a otras formas de escritura

Bob Dylan es el primer cantante en recibir el premio más importante de la literatura mundial. La lista, que tiene como ganadores a 69 novelistas, 36 poetas, 16 dramaturgos, una cuentista y una periodista, ahora se abre a la música.

 

El año pasado, cuando premiaron a Svetlana Alexiévich, periodista bielorrusa que ha retratado en sus libros las huellas imborrables dejadas por la guerra en la humanidad, las críticas no se hicieron esperar. Según algunas personas, “la literatura y el periodismo tienen formas diferentes de producción”, y sí, pero tal vez el comité que elige el ganador del Nobel de Literatura entiende cada vez más que la escritura que es buena y trascendental se anida donde hay emociones, cualquiera que sea el rótulo o la categoría. Pensar que Bob Dylan no se merece el Nobel porque la música tiene sus propios premios, solo demuestra que hay una concepción estrecha y profesionalizada de la literatura.

Por Camila Builes

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