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El intento permanente de Susan Sarandon

La actriz estadounidense asegura que los mayores aprendizajes de su vida han sido comprender cómo ser madre sin descuidar la actuación, disfrutar de la vida con humor, despertar y simplemente respirar.

Èel María Angulo Hernández
07 de marzo de 2016 - 02:00 a. m.

El título que Susan Sarandon le pondría a una película escrita por ella misma es Lo intento. Está en presente, pues aún no termina. Dice que aprende a diario, que su mayor lección ha sido comprender cómo ser madre sin descuidar lo que la apasiona, la actuación. Descubrir la fórmula para que Miles, Jack y Eva la sientan cerca, aunque las locaciones los separen.

Despertarse y respirar, simplemente respirar, es lo que la motiva a levantarse todos los días, ya sea en Cartagena, donde lo hizo durante las últimas noches en su participación como homenajeada en el Festival Internacional de Cine, o en cualquier otro lugar.

Crecer junto a monjas y sacerdotes marcó su niñez. La confundió. La idea del pecado original la aterrorizó, y aunque ahora lo narre como un recuerdo gracioso, cuenta que creyó que todo estaba clasificado para hombres, mujeres y monjas, como si ellas fueran otro género. Curiosamente, fue justo la interpretación del papel de una monja en la película Dead man walking la que la llevó a ganar un premio Óscar como mejor actriz en 1995.

Es curiosa, clara, precisa. Habla sin muletillas. Va al grano. Le importa mucho el sentido del humor. Tanto, que reconoce no ser capaz de pensar seriamente en un hombre si no lo tiene. Si el carisma se le escapa. Si no encuentra en él la chispa de ver la vida con gracia.

Tiene 69 años y varias cuentas en Facebook. Dice que es muy mala para utilizarlo, pero que le tocó involucrarse porque encontró a muchas personas pretendiendo ser ella, que eso le preocupa. A actualizar sus cuentas la ayudan sus hijos. Confiesa que a veces se siente tonta al tratar de adaptarse a ellas.

“Tengo Facebook, pero he encontrado a muchas personas pretendiendo ser yo y eso me preocupa, porque es algo muy serio. En realidad, soy muy mala para el manejo de las redes sociales, pero me tocó involucrarme. Son mis hijos quienes me ayudan con eso. Cuando organizaciones sociales me piden que las ayude publicando algo sobre caridad o cosas así, lo hago. Uso Twitter, pero no estoy pendiente todo el tiempo. Algunos lo tienen en cuenta para los castings. Hay artistas de Hollywood que las usan muy bien, algunos tienen hasta a 30 personas dedicadas solo a eso. Todo lo miden por el número de “likes”. Respeto a quienes se dedican a actualizar las cuentas. Yo hago lo mejor que puedo”.

Para pasear por el Caribe prefiere las blusas blancas y amplias. Usa zapatos de plataforma. Luce cómoda. Despeina con los dedos los rizos rojizos que enmarcan su cara. Luce natural, fresca. Es expresiva y carismática, no lo pretende, le fluye, como respirar. Su trayectoria es historia. Su vida, un intento permanente.

Por Èel María Angulo Hernández

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