El Magazín Cultural

El regreso a la caverna y un repaso a la filosofía de Platón

Según Porfirio, filósofo griego neoplatónico, los cumpleaños de Sócrates y Platón se celebraban el 6 y el 7 del mes Targelión, es decir, de mayo, respectivamente. Este dato, que se encuentra en el libro Vida de Plotino, nos lleva a rememorar el legado y el pensamiento del autor de La República y de los Diálogos.

Andrés Osorio Guillot y Laura Valeria López
08 de mayo de 2020 - 02:45 a. m.
Su verdadero nombre fue Aristoclés, y Platón, apodo bajo el cual se eternizó como pensador, significaba en griego “el ancho de espalda”.  / Archivo particular
Su verdadero nombre fue Aristoclés, y Platón, apodo bajo el cual se eternizó como pensador, significaba en griego “el ancho de espalda”.  / Archivo particular

Si bien existe la llamada filosofía presocrática, que se caracterizaba por el estudio del Arché (principio del universo o primer elemento de todas las cosas), fue desde Platón, Sócrates y Aristóteles que el amor por el conocimiento, significado etimológico de la filosofía, adquirió un valor mucho más relevante en el entendimiento del ser humano y la naturaleza.

Del filósofo griego se dice que vivió en el período del 428 al 347 a.C. Su verdadero nombre fue Aristoclés, y Platón, apodo bajo el cual se eternizó como pensador, significaba en griego “el ancho de espalda”.  Fue hijo de una clase noble, que tuvo en sus pasados un paso por la política que después sería uno de los ejes de su pensamiento y que lo expresó, centrándose en la idea de justicia, en La República.

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No hubo campo que Platón no estudiara. Su sed de conocimiento abarcó la contemplación de la naturaleza, del mundo real, del mundo de las ideas, de la poesía que no demostró, pero que sí lo sedujo, del alma, del principio y el fin de la humanidad. Junto a Sócrates, que era el poseedor de las preguntas precisas para llegar a grandes consensos sobre el amor (El Banquete), el Alma (Fedón), la retórica (Gorgias) o los que se hallan en La República sobre la creación de una polis o un Estado ideal; y también con los aprendizajes que le dejó a Aristóteles, su discípulo, Platón logró demostrar que la filosofía es un enorme ecosistema del cual se desprenden las raíces que estudian la ciencia, la religión, la política, la moral y demás ámbitos que configuran al ser humano y su habitar en el mundo.

La clarificación y la reminiscencia. Dos pilares del conocimiento en Platón. Para él conocer era recordar. La teoría de la reminiscencia nos dice que el alma recuerda lo que ya conoce, y que por ende no hay un aumento del saber sino una rememoración que también trae claridad sobre lo aprendido. Ahora, del alma y de las ideas, conceptos centrales en la filosofía del griego, se sabe desde sus obras que ambas son inmateriales,  y como inmateriales son incorruptibles. El alma se hizo del mismo modo que las ideas, por eso ella reconoce las ideas de lo justo, de lo bueno, de lo virtuoso, pues es en conjunto que se entienden. Y esto se comprende en la medida en que las ideas no son concebidas por los sentidos, por lo real, sino por una memoria que ya poseía dichos conocimientos que luego intentan ser aplicados en el comportamiento humano para el orden de la comunidad, de la polis, de un Estado que, para Platón, debe ser gobernado por los filósofos, pues son los más preparados en términos del conocimiento y las virtudes de la templanza, la justicia y la sabiduría.

En el libro VII de La República, donde justamente Platón plasma toda su filosofía y la centra en el terreno de la política, se halla uno de los mitos o alegorías que más se han debatido a lo largo del tiempo: el mito o la alegoría de la caverna. De ahí no solo se explica parte del mundo de las ideas que desarrolló Platón, sino que posteriormente se enlaza con el re-conocimiento de estas y su aplicación en la construcción de la polis. 

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El mito abarca cuatro dimensiones: antropológica, epistemológica, ontológica y política; en otras palabras: la naturaleza humana, el conocimiento, el ser y la forma de gobernar. 

En la alegoría de la caverna, la primera dimensión, -la antropológica-, se refiere a la condición del ser humano, y su forma de explorar su entorno. En la naturaleza del prisionero se explica la relación que hay entre la caverna -el mundo sensible-, y la relación con el mundo exterior -el mundo de las ideas-. 

En la epistemológica se habla sobre la naturaleza y la autenticidad del conocimiento. El personaje experimenta dos versiones de la parte epistemológica y la ontológica. La primera -la epistemológica-, es el interior de la caverna -las sombras-; y la otra es afuera de la cueva -el contacto directo del origen de las sombras-.

La segunda - la ontológica-, se refiere a la naturaleza del ser. Cuando están adentro se mantiene la relación del fuego, el cual hace una alusión a la representación del sol. Y al estar afuera es la materialización de las experiencias ya vividas. En el momento en que sale y se experimentan otras vivencias más "reales”, aparece un impulso que ayuda a los otros a alcanzar el conocimiento “real”. Según Platón el sol representa el bien. Y al conocer el bien este se convierte en un político preparado para gobernar de la mano de la justicia.

Por Andrés Osorio Guillot y Laura Valeria López

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