El Magazín Cultural
Publicidad

El verdadero creador de la opereta francesa del Siglo XIX

No es difícil imaginar el ambiente frívolo, festivo y despreocupado del París de mediados del Siglo XIX, al escuchar la música brillantemente rítmica y melódica del cancan de ‘Orfeo en los infiernos’, la opereta más famosa de Jacques Offenbach.

Augusto Sorzano Puyana / Especial para El Espectador
08 de mayo de 2013 - 05:29 p. m.
El verdadero creador de la opereta francesa del Siglo XIX

Y, en el aspecto visual de este antojo evocador, nada mejor que mirar los cuadros ‘En el Moulin Rouge’ de Henri de Toulouse-Lautrec, ‘La clase de baile’ de Edgar Degas y ‘Domingo en Las Tullerías’ de Edouard Manet, entre muchísimas pinturas de esa época, para complementar esa vivencia. Eran aquellos tiempos, los días de esplendor, aunque ya otoñales, del Segundo Imperio y de Napoleón III. Hasta qué punto todo aquello captó el espíritu del Segundo Imperio, lo dicen crónicas de la Gran Exposición de 1867, en la cual “….Napoleón III acogía en su corte una pléyade sin precedentes de dignatarios extranjeros: el zar de Rusia, el Sultán de Turquía, los reyes de Bélgica, Dinamarca, Grecia, Prusia, Suecia y España, el Príncipe de Gales e incluso a Herr von Bismark”. Y, en la ciudad, ya iluminada con gas “…las diversiones incluían el Folies-Bergère, los bailes de máscaras, el soniquete de la música de Offenbach y el escándalo del cancan. Fue una aseveración del progreso industrial, un desfile de penachos militares, y una prueba de que Francia continuaba siendo el centro de las artes”. Así, en París, fue donde “…Offenbach medró y echó raíces, y en donde llenó con su personalidad y con su obra, los años frenéticos y veleidosos del Segundo Imperio”.

Jacques (Jakob) Offenbach, compositor alemán de origen hebreo, posteriormente nacionalizado en Francia, nació en Colonia en 1819. Hijo de un cantor, originalmente de apellido Eberst, de una Sinagoga de Offenbach-am-Main, cerca a Frankfurt, (de ahí, por su propia voluntad, proviene su apellido), realizó sus estudios en el Conservatorio de París, con J. Alexander y con Jacques François Halévy, en 1834. Offenbach fue notable intérprete de chelo en la Orquesta de la Opera Comique, llegando a ser, en los años 1840s violonchelista de fama internacional.

En el principio de su carrera, Offenbach se inició, como compositor, escribiendo piezas ligeras para teatro. Por aquellos días, llegó a ser director de la Orquesta del Téàtre Français (1850-55), y director de su propio teatro ‘Bouffés Parisiens’, con lo cual logró conocer personajes influyentes de la vida musical y de la alta sociedad parisiense.
En términos generales, la opereta fue concebida “…para diversión y deleite de la alta sociedad y de la nobleza. Esto se reflejaba en los argumentos y en la música alegre, festiva y elegante de las obras. La presentación de aquellas, en realidad, se convertía en eventos sociales a los cuales acudían damas y caballeros de la alta burguesía, para lucir sus más elegantes atuendos de gala.”
“El caso de la opereta francesa, etimológicamente (aún en francés) ‘pequeña ópera’, -término no exento de cierta connotación peyorativa-, en sus orígenes y evolución comprendió la bien conocida y vieja ‘opera comique’ de Francia, tanto por la corta duración de sus obras, como por el manejo de la sátira, mediante el diálogo hablado de aires conocidos (‘vaudevilles’), nutriéndose también con algo del ‘singspiel’ alemán”.

Y la opereta de Offenbach, en concreto, “….se caracterizó por mostrar y criticar toda una época, (la del Segundo Imperio), con la parodia y con una música centelleante, burlona, intensa y desvergonzada, acompañando a los incisivos libretos de Henri Meilhac y Ludovic Halévy, todo esto con la particularidad de divertir, más que irritar, a quienes pretendía ofender.”

Desde esos tiempos, aún muy joven, Offenbach fue poseído por una ‘incurable’ pasión por el trabajo y una fiebre por la composición, cuyo resultado fue más de un centenar de obras para el teatro. Se sabe, por el jocoso comentario de un periódico de 1837, que Offenbach “….tenía el hábito de componer tres waltzes antes del desayuno, una mazurka después de almuerzo y tres galops (polkas) después de comida”. Tal era su increíble capacidad para hacer música. Y, se diría que con aquel hábito, en su propio teatro y bajo su dirección, “….Offenbach desarrolló también un nuevo tipo de opereta cómica, con un éxito que bien pronto se repetía en otros teatros, para conseguir, en últimas, el reconocimiento general en otros escenarios del mundo”.

Offenbach inauguró sus ‘Bouffés Parisiens’ el 5 de Julio de 1855, con una función múltiple integrada por un prólogo ‘Entréz , Messieurs, entréz Mesdames’, una pantomime ‘Arlequin barbier’, una corta opera-comique ‘La Nuit blanche’ y finalmente ‘Les deux Aveugles’, una ‘bouffonerie musicale’, con éxito inmediato, logrando atraer gran parte de los asistentes a la Gran Exposición de esos días.
Del centenar de operetas compuestas por Offenbach, “….las más famosas fueron, a su vez, parodia, con alusiones directas tanto en las voces como en la música, de algunas de las más famosas óperas de otros compositores del Siglo XIX. Así, por ejemplo, en el Trío en el último acto de ‘La belle Hélène’ se parodia el terceto de ‘William Tell’ de Rossini; coros de ‘La Périchole’ se sustraen de ‘La Favorita’, de Donizetti; y la escena de los conspiradores de ‘La Grande-Duchesse de Gerolstein’, es una réplica exacta de esa escena en ‘Les Huguenots’, de Meyerbeer”. “También, en su teatro, se presentaban obras de otros compositores, y este es el caso de la ópera ‘Il Signore Bruschino’ de Rossini, con ocasión de la cual, el propio Rossini le consideró como ‘Petit Mozart des Champs-Elysées’, ‘el pequeño Mozart de los Campos Elíseos’, amable apodo con el cual Offenbach también se conoce hoy en día”.

Con respecto a ‘Orphée aux enfers’ (‘Orfeo en los infiernos’), la más famosa de sus operetas, estrenada en 1858, no obstante su gran éxito inicial, también provocó una verdadera avalancha de críticas entre puristas y académicos que tildaron a Offenbach de ‘Gran corruptor’ y de ‘Miserable profanador’. Basada en personajes de la mitología griega, la parodia dio lugar también a comentarios como el de Groviez, quien, no obstante reconocer que “….’la sublime idiotez acompaña continuamente la más sorprendente fantasía’, sentenció que ‘jamás había ofrecido Offenbach una obra más completa’

En ‘La belle Hélène’, también “…los ideales de los héroes griegos clásicos sufrieron una completa demolición, pues siempre se la ha considerado una parodia del mundo homérico, además de ser, igualmente, parodia del clasicismo, típica expresión del Segundo Imperio tan entregado al placer y a la despreocupación ”.
“En otra de las archi famosas operetas, ‘La vie parisienne’, compuesta en 1866, tampoco escapa al microscopio crítico de Offenbach el mito de ‘La capital europea del placer’”. En forma similar, Offenbach aborda un tema medieval en ‘Barbe-Bleu’, ‘Barba Azul’, la sangrienta historia de Perrault, acerca del polígamo Duque Bluebeard.

“En ‘La Grande-Duchesse de Gerolstein’ , de 1867, la parodia se constituyó en una sorprendente premonición y profecía de las consecuencias de la Batalla de Sedán, de la Guerra Franco-Prusiana, con la cual se derrumbó el Segundo Imperio”.
“ ‘Les contes D’Hoffmann’, ‘Los cuentos de Hoffmann’, una ópera fantástica, es el único intento de Offenbach en el campo de la ‘grand opera francesa’. Basada en textos del escritor E. T. A. Hoffmann y con libreto de Michel Carré y Jules Barbier, la obra quedó inconclusa, pues Offenbach falleció antes de terminar su instrumentación, y aquella debió ser completada por Ernest Guiraud, para su estreno al siguiente año, 1881. ‘Los cuentos de Hoffmann’ está considerada, hoy en día, como una de las mejores obras del teatro lírico francés del Siglo XIX.
Es incuestionable la influencia de Offenbach en escuelas y actividades musicales de otros países. “Así como fuera su insistencia en Johann Strauss II para componer operetas y desarrollar aún más el género de la opereta alemana en Viena, así fue de notoria la inspiración de aquel en algunas de Offenbach, para plasmarlas en varios de sus waltzes, y de sus polkas”. “En Inglaterra, posteriormente a una exitosa gira de su compañía en 1857, surgió en Londres una escuela para una música semejante, la opera de Gilbert, un poeta-libretista y de Sullivan, un compositor, los cuales, unidos como Gilbert & Sullivan, crearon las que después se llamaron ‘Óperas Savoy’, ciertamente parecidas a la ‘opera buffa’, por contener también parodias y sátiras a varias instituciones británicas de la época, (the Navy, the House of Lords , the Police)”.

“El hecho de que hoy en día las operetas de Offenbach no necesiten, para ser tan populares y sobrevivir, del explosivo contenido de crítica social que requerían, cuando la ‘opinión pública’ tenía otras actitudes para cuestionar temas de moral de la sociedad en los tiempos de Napoleon III, se debe, casi exclusivamente, al ingenio, a la inagotable riqueza de sus melodías y a la feroz energía de sus danzas”. El Cancan, ‘la más inmoral de las danzas’, con la contagiosa atracción que trasmitía en la capital de la diversión a mediados del siglo antepasado, no ha perdido hoy en día, gracias a Offenbach, el encanto que en esos días tuvo.
Todo este acervo de música centelleante, burbujeante y festiva de las operetas de Offenbach, se convirtió, sin duda, en insumo fundamental para la Belle Époque que habría de iniciarse en la última década del Siglo XIX. Por lo tanto, nada mejor que parafrasear el slogan que, del nombre de una de sus operetas, Offenbach adoptó para su teatro ’Bouffés Parisiens’: ‘Entréz Messieurs, entréz Mesdames’, pero aplicándolo a la antesala de la Belle Époque y su entorno, en París, acaso con la esperanza que pudo tener él, in pectore, en cuanto a que sus mensajes de reflexión y crítica aprestarían a las gentes, durante aquel período que resultó fugaz, a emprender el nuevo Siglo con una conciencia diferente.

Bibliografía:

DUAULT, Alan. ‘Offenbach le bouffon parisien’. EMI La Voix de son Maitre 1731743
TASSART, Maurice. ‘Orphée eux Enfers’. EMI Records Ltd. , SLS 5175

ROSENTHAL, Harold, WARRACK, John. ‘The Concise Oxford Dictionary of Opera’, Oxford University Press, London 1979

ISAACS, Alan, MARTIN, Elisabeth. ‘Dictionary of Music’. The Hamlyn Publishing Group

SCHOLES, Percy A., ‘The Oxford Companion to Music’. Oxford University Press, 1978

Por Augusto Sorzano Puyana / Especial para El Espectador

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar