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Claudia Morales: “En muchas oportunidades me pregunté si valía la pena arriesgar tanto”

En esta entrega de la serie Historias de Vida, creada y producida por Isabel López Giraldo, presentamos una entrevista con la periodista Claudia Morales.

Isabel López Giraldo
12 de enero de 2021 - 05:00 p. m.
Actualmente, Claudia Morales trabaja en su librería Árbol de Libros, escribe una columna en El Espectador y tiene un programa con víctimas del conflicto en RCN Radio.
Actualmente, Claudia Morales trabaja en su librería Árbol de Libros, escribe una columna en El Espectador y tiene un programa con víctimas del conflicto en RCN Radio.
Foto: José Luis Rodríguez

Soy una mujer mucho más reservada frente a la vida de lo que la gente puede percibir. Hija de mis padres, esposa de Mauricio, madre de Isabela, periodista, librera en el Árbol de Libros. También soy una romántica, alguien a quien conmueven los paisajes, la naturaleza, el canto de los pájaros, el sonido del mar, pues me dispongo en estado consciente para disfrutar de la presencia de todas aquellas cosas que me rodean.

Orígenes

Mis abuelos maternos fueron primos, los dos nacieron en Pasto. Por un problema, como de novela, terminaron desterrados. Mi abuelo se enamoró de mi abuela estando separado en una época en que no existía la posibilidad de divorciarse. Esto les generó rechazo social, el que no se pudieran casar por la Iglesia, pues hace siete décadas eso era una herejía, un pecado mortal. Buscando un lugar para ellos llegaron a Villavicencio, ciudad en donde nací.

Mi mamá fue una persona serena, entregada por entero a su familia. De ella aprendí que ser mujer es sinónimo de integridad. Era contundente con cualquier cosa que le diera algún indicio de que podíamos equivocarnos. Con ella, el mal comportamiento siempre tuvo consecuencias.

Mi papá es un hombre honesto, alguien que no permite grises, recio en una vida que le ha significado grandes retos y dificultades. Pese a la adversidad, el dolor y la pérdida de seres queridos hoy puede decir que ha cumplido con sus propósitos.

Mis padres me educaron en valores, me enseñaron disciplina, a ser fuerte, el amor por lo que hago. Nunca me faltó nada pues me dieron lo básico, pero supe que tenía que ser productiva desde muy joven. Me enseñaron a trabajar por lo que quería, así forjaron mi carácter.

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Superando duelos

En un período de tiempo muy corto perdí a mi mamá, a mi único hermano, a un tío cercano, a mi mejor amigo y a mis abuelos maternos. Los añoro, especialmente los consejos y la mirada que mi mamá le daba a lo que la rodeaba.

Sufrí muchísimo con la experiencia de tantas muertes en mi familia, pero también adquirí conciencia de lo efímera que es la vida. Entonces mis muertos se convirtieron en una energía especial que me ayuda a vivir y a hacerlo con la mayor intensidad.

Logré recuperar la alegría, con motivación, con sueños y con una entrega absoluta por mis seres queridos.

Decisión de carrera

Mi decisión de carrera profesional fue algo muy básico y simple. Nadie a mi alrededor era periodista, varios familiares fueron abogados, excelentes lectores y escritores, y yo he sido curiosa y muy buena lectora.

Los medios llamaron poderosamente mi atención, más los periódicos y la televisión, quizás no tanto la radio, por lo menos no en esa época. Entonces a mis dieciseis años me presenté a dos carreras, Comunicación Social y Periodismo, y Derecho.

Estando en la universidad me desencanté, sentí que no estaba aprendiendo lo que debía. Fue claro para mí que tenía dos opciones, cambiar de carrera, lo que a mi papá le significaba un esfuerzo económico importante, o buscar una experiencia laboral no remunerada.

Pensé que trabajando podía encontrar esa sensación en el estómago que me permitiría saber que estaba en lo mío.

Primera experiencia laboral

Trabajar fue determinante para enamorarme de este oficio. Comencé con pequeños proyectos en TV Hoy, cuando lo dirigía Aris Vogel, luego en La Prensa, periódico que dirigió Juan Carlos Pastrana.

Tan pronto como terminaban mis clases me iba a trabajar y muchas veces falté a ellas por la fascinación que sentía compartiendo la sala de redacción con los periodistas. Entonces me quise graduar cuanto antes para estar en campo, preguntando, descubriendo.

Periodista

Fui periodista desde mis diecinueve años. En los medios cumplí un papel que me expuso como una profesional frentera, algunos dicen que aguerrida, sin pelos en la lengua. Otros, por eso mismo, no me quieren cerca.

La gente me vio perfecta para denunciar al pensar que no sentía miedo. Resulta que en el fondo hay sensaciones alrededor que me producen desconfianza y en muchas oportunidades me pregunté si valía la pena arriesgar tanto. Porque el periodista, más allá de exponerse en los medios, es un ser humano que tiene otras prioridades, que piensa en la vida y no solo en la noticia o en la denuncia. Y yo cada vez fui más consciente del papel que tenía como mamá y en esa medida sentí que exponerme podía perjudicar a mi familia, como ya había ocurrido.

Me vi como una mujer que tenía, por encima de cualquier otra cosa, una enorme responsabilidad frente al oficio, pero también como quien en ese momento de la vida debía ponerle cierto freno a cosas que antes hacía con más agallas.

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Riesgo

Llevo una vida tranquila, desprevenida. Cuando ejercí como periodista no me permití la parálisis emocional por cuenta del riesgo, de otra forma no hubiera podido hacer nada, pues siempre hay amenazas.

Miro al cielo y le digo a mi mamá y a todos mis amados muertos: Bueno, si ustedes están muertos tienen que servir para algo. Y los convertí en ángeles con la obligación de que nos envíen buena energía y halos de protección a Mauricio, a Isabela y a mí.

Equilibrio

Tuve claro que no era posible llevar una vida equilibrada si no lograba conectar con un entorno laboral que me permitiera ser mamá. Desde muy temprano lo logré, pues he estado presente en la evolución de mi hija. Para mí, ser profesional y madre, es el equilibrio perfecto.

Esposo

Cuando a uno le dicen que hable desde el amor, uno suele distorsionar la realidad. Creo que el amor altera la percepción que uno tiene del otro. No es exagerado cuando los escritores y poetas dicen que el amor enceguece. Pero en este punto puedo decir que mi percepción de amor sobre Mauricio superó esa condición, ahora lo puedo ver como al final debería verse el amor.

Al superar etapas de conocimiento, enamoramiento, de mariposas y distorsiones, lo que llega después, como derivación, es la posibilidad de reafirmar que, en mi caso, amo a este hombre. A Mauricio lo veo en su dimensión más real y desde ahí puedo hablar de él.

Llevamos juntos trece años, once como papás de Isabela. Podría resumirlo en el milagro que quedó después de todas las pérdidas que tuve.

A principios de enero de 2009 mi mamá se estaba muriendo e Isabela tenía cinco meses de nacida, y me pidió perdón por no poder estar cerca de mí cuando más la necesitaba, cuando me estrenaba como mamá de mi única hija, me dijo que le daba mucha tristeza dejarme tan sola, que había soñado con poderse recuperar para acompañarme en esta tarea y gozar de su única nieta.

A estas, que fueron sus últimas palabras, contesté:

— Mamita, ya se puede morir tranquila. Usted cumplió con el rol que tenía en esta vida. Si yo pudiera hacer un milagro no la dejaría morir. Quiero decirle que puede descansar, que como mamá lo hizo con todos los honores. Tenga la certeza de que voy a quedar en las mejores manos. Sé que escogí como pareja de viaje a un hombre absolutamente excepcional que no me va a defraudar en ningún sentido de relación humana.

Así me despedí de mi mamá, no volvió a hablar y a los pocos días murió. Y no me equivoqué, no le hice a mi mamá una promesa falsa, tampoco le estaba haciendo su muerte más amable. Le hablé con la certeza que me daba llevar unos años conociendo a Mauricio y porque tenía una mirada comparada de un matrimonio fallido.

Estas palabras que pronuncié en el lecho de muerte de mi mamá se han cumplido al pie de la letra. La vida es una tómbola, de golpe puede salir bien, de golpe no, pero tuve certezas porque Mauricio es el ser que no defrauda de ninguna manera, es alguien que siempre está derrochando bondad, serenidad, está comprometido con absoluta convicción con sus principios.

Como esposo es un hombre que respeta la libertad, confía, alienta siempre a hacer cosas, es quien me pone los pies en la tierra, mi consejero mayor. También es el editor más duro que tengo pues no es complaciente, un gran crítico, me dice si se me está yendo la mano, si estoy cometiendo un desacierto, si debo ser más incisiva o específica, si debo ahondar un poco más o si estoy comprando un problema. Es en él donde logro reposar mis emociones, mis miedos y dudas, pero también los aciertos y la alegría.

Es un gran coequipero porque decidió acompañarme en la librería como administrador. Gracias a él grandes editoriales como Penguin Random House, Planeta, Urano, nos ponen como ejemplo de buena administración frente a las librerías del país.

Como papá es sereno, no aplaude ni celebra, sino que invita a la reflexión y a la pausa. Pero también es gracioso, juguetón, hace reír a Isabela, le hace las bromas más curiosas, le enseña de manera lúdica.

Mauricio es nuestra conciencia externa.

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Isabela

Cuando quise ser mamá, supe que lo sería de un único hijo o hija, y nació Isabela.

Mi mayor ilusión se centra en ella y muy especialmente después de haber sufrido pérdidas irreparables, así que mi apuesta por la vida tiene mayores dimensiones.

A Isabela le hemos dado elementos para que sea feliz, capaz y autosuficiente.

La vida me quitó todo el piso de mi origen y, sin ser creyente, pienso que fue lo suficientemente sabia para compensarme con mi esposo, con mi hija y con mis pocos, pero muy valiosos amigos.

Amigos

En lo profesional, no voy a cocteles ni fiestas ni tengo relaciones cercanas con el poder ni con los colegas. En mi vida personal fui muy confiada y con el tiempo me di cuenta de que no fue lo mejor y por lo mismo hoy soy mucho más selectiva con mis amigos. Cuido los que tengo, los cultivo.

Las experiencias me han enseñado a poner mayores filtros, a ser más ácida en la construcción de nuevas relaciones personales.

Opinión

Busco un balance en mis columnas. Defiendo el hecho de que que la opinión es una sola. No creo que realmente se tenga el poder de influencia. La gente en general está bien informada, bien documentada y no por escucharme o leerme va necesariamente a cambiar su opinión, tampoco es lo que me propongo.

Sé bien que los medios son un agente muy importante para filtrar los temas, que algunos colegas se casan con fuentes y dirigen la información según sus intereses. Y a la par, lidio con quienes a través de las redes sociales insultan, acusan de mentir, de manipular, aunque en muchos casos sea producto del imaginario colectivo y de que el consumidor de medios no necesariamente sabe diferenciar entre la empresa y cada periodista individualmente.

Los últimos tiempos han sido muy difíciles en términos de credibilidad y cada vez estamos más desacreditados.

Sin excepción en los medios deberían sentarse a pensar qué es lo que están haciendo con la información, cómo están contribuyendo a la sociedad, de qué manera informan.

Las estrategias soterradas que pudieran existir en los medios hoy son absolutamente evidentes. La fortuna es que sí hay muchos colegas que a pesar de todo informan de manera valiente e independiente.

Provincia

La decisión de salir de Bogotá la tomamos mucho tiempo antes de realizarla. Entendemos que se trata de una ciudad de grandes oportunidades en muchos sentidos, en términos laborales, educativos, culturales, de ocio, pero a nosotros no nos ha gustado tanto al ser tres en nuestro único núcleo, nuestra red familiar es muy limitada y una ciudad tan grande lo que hace es profundizar ciertas necesidades que se presentan en lo cotidiano.

Criar a una niña en Bogotá no resulta agradable. Crecí en provincia, muy atada a la naturaleza, a los animales, al pasto, a los árboles y para mí era muy importante encontrar un lugar en el que Isabela hallara ese mundo que yo conocí, un entorno que la ciudad elimina de tajo. Mauricio sí creció en la ciudad, pero entendió la importancia del cambio.

Comenzó entonces una búsqueda que descartaba a mi ciudad natal porque no volví a sentirla mi lugar, no siguió siendo mi espacio desde que se cortaron mis raíces con la muerte de los míos.

En nuestra exploración, que inició en el año 2014, viajamos de vacaciones al Quindío, visitamos a unos amigos en Circasia donde nos mostraron un terreno que tenía cinco metros de altura en maleza y en el que se construiría la última etapa de ese condominio.

Nos presentaron al arquitecto, quien nos invitó a apartar un terreno y nos dijo que recibiríamos la casa al cabo de un año. Me manifestó que había seguido mi carrera, por lo mismo expresó su confianza y me dijo que con diez millones de pesos haríamos el negocio.

Comenzamos a evaluar alternativas, pensamos en desinvertir para comprar pues no nos limitó en plazo para pagarle. Exploramos la región, evaluamos opciones de colegio para Isabela, preguntamos sobre la posibilidad de un traslado laboral de los dos, Mauricio en la Universidad Nacional y yo en La Luciérnaga de Caracol Radio.

Pensamos en construir la casa y arrendarla para pasarnos a vivir una vez alcanzada la edad de pensión, pero lo descarté de inmediato al considerar que emocionalmente no podía hacer apuestas de tan largo plazo. Encontramos cupo en un colegio bilingüe, de los mejor calificados de la región, y nos presentamos a entrevista.

Cuando estábamos listos para recibir nuestra casa, hice pruebas desde la cabina de Caracol Radio Armenia para hacer La Luciérnaga. Aterrizamos un 3 de agosto de 2015.

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Librera

Recién nacida Isabela tuve la idea de crear una librería infantil al sentir que las librerías son un espacio extraordinario y único. Esa sensación y la necesidad de crear uno propio se consolidó con mi hija. Con Isabela empecé a descubrir la literatura infantil porque yo no la había conocido en mi niñez, siendo toda la vida una gran lectora.

Cuando Isabela, a sus dos años, comenzó en el jardín de Yolanda Reyes, Espantapájaros, que tiene una bebeteca y la librería, me acerqué a conocer un mundo que no había explorado y que me pareció fascinante. Luego vi lo que hacen los libros con los niños y quise convertirlo en una realidad propia.

Retiro de la radio

Revisé la oferta de la región y me di cuenta de que aquí podría hacer realidad ese sueño. Mauricio me animó, pero me hizo ver que debería concentrarme por completo y no continuar en radio. Ahora se trataba de mi nombre puesto en mi negocio.

Maduré la idea sintiendo miedo porque hacer empresa en este país no es un asunto fácil, casi que todo está en contra para quien quiere iniciar su negocio. Además, porque no es sencillo renunciar a un letrero que ampara, como el de Caracol.

Es cierto que me sentía cansada de la dinámica diaria de los medios, de esa agenda tan concentrada en cinco o seis temas del orden nacional que olvida los territorios. Esta fue una discusión que tuve muchas veces.

También se acercaban las elecciones y yo no quería estar en ningún medio para ese momento pues sabía que no podría afrontar mi obligación y responsabilidad como periodista pues tenía claro el rol que quería jugar en ellas. Antes que comprometer mi profesionalismo decidí renunciar, tal como lo anuncié el 11 de mayo de 2017 en mi columna Al agua patos, publicada en El Espectador.

Irme de La Luciérnaga me costó mucho más de lo que pensé, para mí fue un lugar muy lindo al margen de las críticas que tengo con mi profesión y que son muy conocidas. Este programa, el equipo y la familia que se construyó a lo largo de los años, me resultaba amable y me hacía feliz.

Árbol de libros

Por un año me entrené en el tema de las librerías. Tenía la ventaja de haber estado involucrada en el mundo editorial con la presentación de autores, conociendo gente del gremio, integrantes de la cadena del libro.

La construcción de estas relaciones me ayudó a abrir camino y a establecer vínculos que me abrieron puertas e hicieron viable mi negocio. Porque cuando las editoriales entregan los libros en consignación, además, están brindando confianza en todo el proceso de divulgación, administración, custodia y cuidado.

Mi gran maestro, Camilo de Mendoza de la Tornamesa, me enseñó todo cuanto se requiere. Entendí que no debía reducir el nicho de la librería a una infantil, porque siempre va a entrar gente de todas las edades, de distintos intereses y gustos. Cuando estuve lista, abrimos las puertas del Árbol de libros.

El papel vs la tecnología

Cuando comenzaron las redes sociales y las campañas sobre los e-books, la industria estaba nerviosa al considerar que todos querrían los libros electrónicos. Si bien era una expectativa que generaba nervios, con toda razón, las estadísticas demostraron que ha pasado todo lo contrario. En 2019 en la Feria del Libro de Frankfort, una de las más importantes del mundo, presentaron números dejando en evidencia que el libro de papel sigue liderando.

Así tenemos mucho aliento en ese sentido, en especial en un país como el nuestro que tiene tantos problemas de interconectividad. No podemos olvidar que vivimos en un país en desarrollo en cuyos territorios no todos tienen manera de conectarse a las nuevas plataformas, tampoco cuentan con librerías, quizás con las Bibliotecas Públicas como parte de la obligación del Estado en términos de cultura, pero sin que sean tantas ni tan nutridas.

Podcast

Cuando tuvimos que cerrar por pandemia Árbol de Libros, con Mauricio Arroyave y Diego Aristizábal, creamos el podcast. Nos conectamos con una misma pasión por los libros y por un respeto por quienes están viviendo de la cultura que honramos en cada producción.

Buscamos crear nuevas narrativas en un momento en el que la gente estaba encerrada y muy angustiada por las noticias que nos estaban llevando a un estado de locura y de tristeza que quisimos romper hablando de cosas amables, sin negar la realidad, solo asumiéndola de una forma distinta, a través de la cultura.

El podcast no estuvo contaminado por política ni por tragedias, sino nutrido por entrevistas con escritores nacionales e internacionales, con gente del teatro, músicos, gestores culturales de todas las regiones.

Sumamos cincuenta episodios en dos temporadas. Para el 2021 esperamos reanudarlo.

La verdad en voz alta

Los sábados a las once de la mañana a través de RCN Radio, la Comisión de la Verdad presenta el programa dedicado a las víctimas del conflicto armado colombiano de los distintos territorios del país. Está dedicado a mujeres, hombres, indígenas, negros, víctimas de paramilitares, de narcotraficantes, de guerrilleros, de fuerza pública. El único fin que tiene es entregarles la voz a las víctimas por treinta minutos y, a través de ellas, a los territorios. Como lo manifiesto en mis escritos, las víctimas son el reflejo de la tragedia que vive Colombia y debemos empezar por reconocer el perpetuo olvido al que ellas están condenadas.

Las entrevistas quedan colgadas en Spreaker y en Spotify.

Proyección

Lo que empecé a construir con Mauricio tiene un propósito, el de llegar a la adultez plena y activa, inmersos en el mundo de los libros, lo que no es sencillo en una sociedad como la nuestra que nos vuelve casi que inútiles.

Desde nuestra actividad podremos mantener el contacto social y seguir aprendiendo porque el contacto con los libros nos permite reconocer lo pequeños que somos frente al universo y a todos los temas que nos rodean.

Tener un lugar propio nos da autonomía sobre nuestra vida laboral y productiva. Lo que hagamos dependerá por entero de nosotros a diferencia de lo que ocurre en el periodismo en el que volverse viejo es convertirse en ese sillón que la gente no sabe dónde acomodar y que por más que se arregle no cuadra.

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Defensa del silencio

No me acompaña la sed de venganza. Escribí la columna mencionando el nombre de una mujer víctima de violencia y he llegado sí a la conclusión de que en este país lo importante no importa. En este país lo importante está fuera de los titulares más relevantes de nuestra prensa nacional.

Si hoy pregunto quién era esa persona nadie me va a responder, nadie me va a decir a quién estaba defendiendo con esa columna y esa persona muy seguramente sigue siendo víctima de lo mismo que denuncié hace ya varios años.

La columna es un reflejo de dos circunstancias humanas desde lo positivo que lleva al reconocimiento de otros con su mirada generosa, tierna, comprensiva, solidaria, respetuosa, y una condición que es capaz de los actos más perversos y dañinos que uno pueda imaginarse.

Yo no diría que fui víctima, sino testigo de esas dos condiciones que nos llevan al debate de qué es lo importante, el abuso sexual, la violencia contra la mujer que sigue teniendo una impunidad del 96%.

La impunidad nos lleva a un análisis que tampoco se discute, no se responde a preguntas como qué pasa con el aparato de justicia, qué pasa con una sociedad que conoce casos en los que una mujer decide valientemente hacer una denuncia sobre violencia en contra de ella.

Cuando veo todo lo que pasa alrededor de estos temas, ratifico a diario el título de lo que escribí. Esto lo hago no para convencer a ninguna mujer de que no hable, sino para convencerme yo misma de que esa fue una decisión que me permitió salvar la vida teniendo la suficiente generosidad para acoger a una persona, mujer u hombre, que quisiera pedirme ayuda al querer hacer lo contrario de mi columna, es decir, no guardar silencio sino hacer una denuncia pública.

Siempre estaré dispuesta a ayudar. Pero desde mi universo íntimo, todos los días compruebo que lo mejor que pude hacer fue una defensa del silencio.

Reflexiones

  • ¿Cómo asumes la crítica?

Mi vida no se altera porque reciba insultos en las redes sociales o en los comentarios a mis columnas. En el insulto está la ignorancia. Una persona que no es capaz de argumentar es insegura o ignorante, por lo tanto no me interesa.

Si la crítica proviene de una persona estructurada, me parece enriquecedora, pues es necesario recibir observaciones desde la sabiduría, el buen entendimiento y el respeto.

  • ¿Qué te frustra?

Los personajes corruptos, la ineficiencia, la censura, el abuso de poder, la falta de ética y el saber que eso no lo puedo cambiar.

Pero también las tragedias y, pese al compromiso social que me cabe, siento que muy poco de lo que aporto desde mi trabajo realmente hace diferencia.

Pienso que en el panorama de un país distinto mi labor hubiera sido más significativa para tener una realidad menos dolorosa.

  • ¿Cómo superas la frustración?

Trabajando. Soy como los toros, de una terquedad infinita. Nadie logra que piense distinto cuando considero que la forma de salir de esas sensaciones negativas es trabajando y creando.

  • ¿La vida con filtros?

Cuando uno está chiquito no le pone filtros a las cosas, pero a mi edad son cada vez más gruesos.

  • ¿Dónde está tu fuente de inspiración profesional?

En la gente, en la común y corriente, la que no es objeto de noticias ni mucho menos de titulares; aquella que conozco en la calle, en lo cotidiano; la que tiene una creatividad enorme y la que aporta al buen nombre del país.

  • ¿Te ves escribiendo libros?

Tengo un contrato con una editorial desde hace mucho tiempo con una historia que no he terminado.

Precisamente en el Hay Festival tuvimos una reunión en la que definimos la línea de trabajo, íbamos a empezar con todo el entusiasmo, pero como implicaba viajes, la pandemia los frenó. No sé por cuánto tiempo más me va a servir como excusa, porque deberé terminarlo.

Ahora tengo la librería, la columna en El Espectador, el programa con las víctimas del conflicto en RCN Radio y presento eventos culturales cada semana. Estas actividades me han impedido concentrarme en el libro y realmente prefiero que escriban otros que lo hacen tan bien.

  • ¿Qué te gusta dejar en las personas que se acercan a ti?

Una disposición y una voz para ayudar. La gente que se acerca sabe que de mí siempre va a tener una fórmula de ayuda en cualquiera que sea el tema.

  • ¿Qué es el tiempo en tu vida?

Lo concibo en términos de disciplina pues debo distribuirlo muy bien y aprovecharlo al máximo cada día.

Para mí no es negociable modificar mi agenda sin razón o justificación alguna, no me permito la pereza. Cumplo estrictamente con el entrenamiento en el gimnasio, respeto espacios para cada rutina. Todo lo tengo muy medido. La disciplina me vuelve rígida y si algo irrumpe, logra molestarme.

Pienso en el tiempo cuando entiendo que el día es hoy y que planear cosas a muy largo plazo no está bien. Así no me funciona. La muerte de mis seres queridos la ha marcado de esta forma. Cumplo mis sueños sin demora y cada vez que surge uno nuevo, lo atiendo con la inmediatez que las circunstancias me lo permitan.

Todo lo que tenga la posibilidad de realizar lo hago sin que eso signifique sacrificar responsabilidades y casi siempre estos planes involucran a mi esposo y a mi hija.

  • Al margen de la muerte, ¿dónde están tus temores?

En lo que pudiera pasarle a mi hija, pienso en algo irreparable. El mundo está muy descompuesto en lo social y ella no puede abstraerse de esa realidad. Nuestros diálogos familiares son muy honestos.

Con una mirada más amplia y apartándome del rol de mamá, mi miedo más grande es a que se continúe la guerra.

  • ¿Qué reflexiones haces sobre la muerte?

Que la vida se reduzca a tres personas desde el punto de vista afectivo es muy fuerte.

Preparo a Isabela para una eventual falta de nosotros, sus padres, pues la niña creció asumiendo duelos. Le damos las herramientas que le permitan tomar decisiones, ser autónoma y reflexiva.

Isabela entendió muy temprano que no soy una heroína y es consciente de mis debilidades y tristezas. He sufrido episodios depresivos por no vivir los duelos a conciencia y por eso mismo mi hija sabe que soy frágil, que lloro, que me enojo, que me canso, que soy humana.

Morirse es un miedo que me acompaña y que me atormenta, incluso en sueños, por el impacto que pudiera tener en mi hija. En algún momento mi esposo se encontró en situación de peligro por lo que le dije: Flaquito feo, tú no te puedes morir, simplemente no puedes hacerlo.

  • ¿Cómo te gustaría ser recordada?

Como una persona que luchó por los territorios de Colombia.

  • ¿Cuál debería ser tu epitafio?

¿Tengo derecho a pensarlo?

Por Isabel López Giraldo

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Mar(60274)12 de enero de 2021 - 08:35 p. m.
Eso es vivir con conciencia.
María(6115)15 de enero de 2021 - 12:58 a. m.
Me gustan mucho las entrevistas de Isabel López. Es un gusto leer a sus invitados porque se desenvuelven de manera muy natural y responden a muchas preguntas que se hace el lector. Mucha admiración también por Claudia Morales con su sencillez y sabiduría. La respeto mucho.
James(98616)15 de enero de 2021 - 12:43 a. m.
FELICITACIONES CLAUDIA MORALES ERES UNA MUJER EXTRAORDINARIA, UN MUY BUEN EJEMPLO DE CORAJE, VALENTÍA E INTELIGENCIA. TE ESCUCHÉ MUCHAS VECES EN LA LUCIÉRNAGA Y TIENES UN TIMBRE DE VOZ MUY BONITO. SOMOS MUY SUPERIORES A LO QUE CREEMOS SER PORQUE ESTA EN NUESTRO PODER INTERIOR, EN NUESTROS ANCESTROS QUE SON NUESTROS GUÍAS Y EN NUESTRA ALMA
Humberto(2934)14 de enero de 2021 - 04:34 p. m.
Villavicencio lamenta no tenerla entre nosotros,persona que necesita esta ciudad. Se lee , se le sigue y se le admira
Jorge(9730)12 de enero de 2021 - 06:14 p. m.
Conmueve, dignidad desprendimiento y sentido crítico. Siempre será un referente muy importante.
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