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Erich Fromm y el ingreso anual garantizado

El presente artículo muestra que la renta básica, atribuida al filósofo holandés Philippe Van Parijs, y que aparece como una opción en tiempos de pandemia para hacer frente a la pobreza y la desprotección en que se encuentran cientos de personas en el mundo, fue propuesta en 1955 por el filósofo y psicoanalista alemán Erich Fromm. Aquí exploramos sus ideas al respecto.

Damián Pachón Soto
16 de agosto de 2020 - 10:18 p. m.
Erich Fromm, filósofo y psicoanalista, propuso el concepto "ingreso anual garantizado". Con él, el pensador se refirió a una idea cuya esencia es que “todas las personas, trabajen o no, deben tener el derecho incondicional de no morir de hambre ni carecer de techo. Recibirán sólo lo que necesitan básicamente para mantenerse, pero no recibirán menos”.
Erich Fromm, filósofo y psicoanalista, propuso el concepto "ingreso anual garantizado". Con él, el pensador se refirió a una idea cuya esencia es que “todas las personas, trabajen o no, deben tener el derecho incondicional de no morir de hambre ni carecer de techo. Recibirán sólo lo que necesitan básicamente para mantenerse, pero no recibirán menos”.
Foto: Müller-May

Erich Fromm nació en 1900 en Alemania. Realizó estudios de psicología, filosofía y sociología en Heidelberg, y ya en los años veinte estableció contacto con algunos de los miembros de la posteriormente llamada Escuela de Frankfurt. En el Instituto para la Investigación Social, fundado en 1923 por Max Horkheimer, Fromm realizaría algunas de las investigaciones conjuntas que hicieron famoso al instituto. Sin embargo, ya en los años treinta, tanto Theodor Adorno como Horkheimer empezaron a manifestar reservas frente a sus investigaciones y al uso que daba a la teoría freudiana.

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Lo que caracterizó en estos años el trabajo de Fromm fue la unión que realizó entre la teoría marxista y el psicoanálisis, relación teórica que aparece de manera nítida en uno de los libros que lo hizo famoso publicado en 1941: El miedo a la libertad. Allí mostró la manara paradójica en que el hombre a medida que se desligaba de ciertas ataduras, por ejemplo de las estructuras feudales, había caído en la modernidad preso de otros poderes: “hemos defendido la tesis de que la libertad tiene un doble significado para el hombre moderno: que se liberó de las autoridades tradicionales y se convirtió en un ‘individuo’, pero al mismo tiempo, también se ha quedado aislado e impotente, y se ha convertido en herramienta para fines que estaban fuera de sí mismo”.

Fue en 1957 cuando publicó una de sus obras más emblemáticas: ¿Tener o ser? En este texto, analizó la sociedad contemporánea y puso las bases de lo que a su parecer sería un “hombre nuevo”, “una nueva sociedad”: la ciudad del ser. En el texto no sólo sigue siendo notoria la influencia del marxismo, sino también el psicoanálisis, el budismo y sus convicciones religiosas. Esto es notorio en los principios que esboza para su organización: “disposición a renunciar a todas las formas de tener”, “aceptar el hecho de que nada ni nadie exterior al individuo le da significado a la vida”, “reducir en la mayor medida la codicia, el odio y los engaños”, “hacer del pleno desarrollo de sí mismo y del prójimo la meta suprema de vivir”, a lo cual agrega otras condiciones objetivas como la necesidad de una nueva ciencia, la eliminación de la “economía del mercado libre”, la superación del crecimiento ilimitado, así como el “consumo patológico”, la eliminación de todo tipo de propaganda que manipulara y lavara el cerebro al individuo.

Pues bien, en este contexto planteó la hoy conocida idea de la renta básica universal. Específicamente la llamó “ingreso anual garantizado”. Esta propuesta, que en la actualidad es atribuida a Van Parijs y a R. Van Der Veen en su texto Una vía capitalista al comunismo de 1986, estaba pensada para superar muchos de los males de las sociedades capitalistas y comunistas de su época. De hecho, en el texto él mismo menciona que la propuso, por primera vez, en 1955, en su libro Psicoanálisis de la sociedad contemporánea. La esencia de la idea es que “todas las personas, trabajen o no, deben tener el derecho incondicional de no morir de hambre ni carecer de techo. Recibirán sólo lo que necesitan básicamente para mantenerse, pero no recibirán menos”. La propuesta recoge la idea de que incluso si las personas no cumplen sus deberes con la sociedad, tienen el derecho incondicional de vivir.

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Si Van Parijs ha dicho que la renta básica busca garantizar la libertad real, ya en esta propuesta de Fromm el fundamento del “ingreso anual garantizado” es ampliar el campo personal de la libertad y asegurar la independencia real. En estricto sentido, libertad e independencia son principios fundamentales para el pleno desarrollo del ser humano, pues permite sustraer al individuo de poderes externos que lo someten y determinan.

Además de no importar que las personas beneficiarias trabajen o no, el “ingreso garantizado no requerirá ninguna prueba de necesidad por parte de una persona para obtener un techo sencillo y un mínimo de alimento”. Por lo demás, ese ingreso sustituiría los beneficios de los seguros sociales y ahorraría muchos gastos en burocracia.

Desde luego, la propuesta no escapa a las mismas discusiones que ha afrontado la propuesta de Van Parijs: el grado de riqueza que debe tener un Estado para otorgar el ingreso o la renta, la pregunta de si los países del capitalismo periférico y dependiente podrían cumplir con ese mínimo vital, el privilegio que esta renta crearía para quienes gozan de otros trabajos, la discusión en torno a la equidad social, la pregunta de si tal ingreso no debería destinarse únicamente para sectores en estado de miseria; la manera como se organizaría la seguridad social o si toda ella desaparecería, el período por el cual se otorgaría el ingreso (¿vitalicio?), entre otras cuestiones. Lo cierto es que también deben valorarse muchos aspectos positivos: en general, todos contribuimos de una u otra forma a la reproducción de la sociedad, la producción y sus ciclos mismos son sociales, la renta garantizaría el dinamismo del mercado interno, estabilizando, en cierto grado, la producción y el “consumo sano” de bienes y servicios.

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No se trata para el filósofo alemán de promocionar o alentar la pereza, pues igualmente cada quien jugaría su parte en la dinámica de la sociedad. Este argumento lo usan, más bien, quienes desean mantener su poder sobre los individuos indefensos. Por otro lado, esa medida iría acompañada de una redefinición de las necesidades, del uso del tiempo libre y la cultura, tal como también lo propuso Herbert Marcuse en Eros y civilización.

Finalmente, habría que decir que en una época donde el Estado cada vez se desentiende más de sus obligaciones sociales, donde el capitalismo genera coetáneamente una enorme riqueza y una enorme miseria alrededor del globo, y donde la pandemia ha profundizado las múltiples crisis que venía atravesando la sociedad capitalista, el ingreso anual o la renta básica serían, sin duda, dos soluciones expeditas para enfrentar la pobreza y la miseria en el mundo, y así evitar un final trágico para los que Frantz Fanon llamó “los condenados de la tierra”. De esta forma, “no morir de hambre ni carecer de techo” serían dos derechos básicos para quienes la vida se les ha convertido -gracias a las estructuras sociales injustas- en “holocausto para la vida”, como decía Marx.

Por Damián Pachón Soto

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