El Magazín Cultural

Etiopía: la tierra que nadie pudo colonizar

El brillo del cuero que lo cubre es semejante a la mezcla de hidrocarburos más deseada en el mundo, parece de petróleo el místico negro de su piel que resalta su mirada. Le llaman pantera.

Isabel Cristina Charry Ramos
22 de junio de 2018 - 04:30 p. m.
Darwin Balanta, conocido como “Pantera” entre sus amigos más allegados, en el sindicato de la Universidad del Valle, lugar donde se almacena los libros de la Biblioteca Negra sede Santiago de Cali. / Cortesía
Darwin Balanta, conocido como “Pantera” entre sus amigos más allegados, en el sindicato de la Universidad del Valle, lugar donde se almacena los libros de la Biblioteca Negra sede Santiago de Cali. / Cortesía

Se creería a simple vista que es un buen apodo para alguien de raza negra, sin embargo, basta con escuchar un par de frases de sus gruesos labios para comprender que es una fiera salvaje, y que es por su vigor que se le atribuye una semejanza con aquel animal. Sus venas están cargadas de un ADN de alguna especie arcaica, hoy extinta, no encontrado en el genoma de las poblaciones euroasiáticas; Darwin Balanta, licenciado en ciencias sociales de la Universidad del Valle y coordinador de la sede Cali de la Fundación Biblioteca Negra Haile Selassie, es en sí mismo una revolución milenaria.

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Su raza congoide se originó a partir de una hibridación ocurrida hace miles de años entre el primer homo sapiens, el khoisánido, y algún otro homínido más primitivo y desconocido, probablemente Homo erectus o bien Homo ergaster. Lo que es seguro es que su piel es un pergamino que narra el umbral de vida humana y que da fe de una tierra que nadie pudo colonizar: Etiopía.

Oficialmente conocida como República Democrática Federal de Etiopía y el único territorio que mantuvo su independencia durante el reparto de África, es gobernada en 1930 por el emperador Haile Selassie hasta 1974, convirtiéndose en uno de los más importante jefes políticos y el líder del Movimiento Espiritual Rastafari, dado que es considerado la tercera reencarnación de Jah o Yahvé, después de Melquisedec y Jesús.

Siendo así, el emperador rigió Etiopía impulsando la unión de la comunidad Negra y dando origen a un nuevo precepto espiritual; En otro espacio y tiempo, el 9 de diciembre del 2017, la capital afrocolombiana es testigo del lanzamiento de la Fundación Biblioteca Negra Haile Selassie, el acceso directo a las sapiencias del umbral de su identidad mutilada, para erradicar el eurocentrismo impropio de la melanina que fluctúa en la sangre de los caleños y, como afirma “Pantera”, para “mostrar la literatura que la academia occidentalizada, eurocéntrica y racista no enseña”

Por dicha razón, a la biblioteca se le atribuye su nombre, puesto que gracias a que el principal pilar de este centro de estudio y edificación es África, su historia y cultura, de ahí acoplarla con una de las dos naciones más antiguas, místicas e inconquistables, Etiopía: la tierra de Dios. Lugar donde todo comenzó, donde todo surgió”  

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Por su parte, el Rastafari, fundador y director general de la biblioteca Negra: Oscar Puentes deja entrever, gracias a la exposición escrita formal del proyecto, que este “surge con dicha necesidad, no sólo la de agrupar el conocimiento en estantes para ser devorados por el tiempo, sino el de crear una escuela de conocimiento constante, que mediante actividades, den a conocer a la población Negra y Rastafari, el maravilloso legado de su raza y cultura. Para mediante este, poder fortalecer el desarrollo de su identidad Afro y ser portadores orgullosos de su herencia, raíces y espiritualidad, nacional e internacionalmente”.

Siendo un proyecto flotante consiente que el material puede movilizarse. Tan solo con dos cajas de libros, Darwin, en compañía de las promotoras de la ludoteca Fundación Biblioteca Negra Haile Selassie, Jenny Parra y Amina, permiten que  se construyan nuevas estructuras identitarias desde los barrios populares, en congruencia, se resalta la parte formativa, ya que el conocimiento viene vinculado a talleres de reparación  que alivianan una necesidad del saber, pues Anima declara que “en Cali hay una sed de conocimiento” que no se puede ignorar y, por el contrario, se debe saciar. Al respecto, alude el literato Marcus Garvey diciendo: “un hombre sin conocimiento de su origen, pasado y cultura es como un árbol sin raíces”; Ambos factores, la movilidad y la pedagogía hacen de ésta, una iniciativa innovadora

Por otro lado, Duban Lión, Rastafari, fundador y músico de la banda “The Makonnen Soul” y participante activo del lanzamiento de la sede Cali, resalta la importancia de este punto en el pacífico colombiano, donde encontramos la mayor población Afrocolombiana, destacando esta iniciativa “constructiva, lúdica e integral” como necesaria “ante una sociedad totalmente segada y colonizada por pensamientos muy occidentales”.

Así, empieza en Cali una visión estratégica de la expansión del saber oculto por siglos, a través de saberes Rasta, Panafricanismo, Diáspora, Matriz africana y Afrocolombianidad se expone a África como la cuna de la humanidad y del conocimiento, no solo porque se dio la vida humana, sino que, al unísono, se originó la filosofía, la medicina y otras muchas ciencias que, según Darwin Balanta, “el mundo occidental robo, copió y pegó”, pues “el mundo helénico: Grecia y Roma, fueron a África a estudiar”, de hecho, fue en ese país donde se construyó la primera universidad del mundo: Tombuctú, en Malí, incluso antes de que se diera, en el siglo XVII, en Bolonia, Italia.

No obstante, “Pantera” revela como los Gobiernos no se han fijado es este tipo de iniciativas, pues “el proyecto nación quiere que seamos una población igualitaria con el mismo pensamiento”, donde todos somos colombianos y desconocemos nuestras valiosas particularidades, sin embargo, “como el conocimiento seguirá fluyendo y siempre hay o habremos gente rebelde, navegando contracorriente, siempre vamos por él”, por suerte, en medio de esta calentura, hoy se cuenta con un oasis móvil de agua de la cuna del saber: Etiopía.

 

Por Isabel Cristina Charry Ramos

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