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Fallece Albert Uderzo, el dibujante de Astérix

El dibujante Albert Uderzo, creador junto a René Goscinny de las historias de Astérix el galo, falleció este martes 24 de marzo a los 92 años, informó su familia.

* Redacción de Cultura
24 de marzo de 2020 - 02:35 p. m.
De 92 años murió Albert Uderzo, el dibujante de de Astérix. / AFP
De 92 años murió Albert Uderzo, el dibujante de de Astérix. / AFP

El legendario dibujante francés Albert Uderzo, creador junto al guionista René Goscinny de las aventuras de Astérix el galo, entre otros cómics, murió a los 92 años en su casa en Neuilly, junto a París, confirmó este martes la editorial Salvat. Uderzo murió como consecuencia de una crisis cardíaca "sin relación con el coronavirus", explicaron fuentes de la editorial, que destacaron que falleció "rodeado del amor de su familia".

Las aventuras de Astérix y Obélix y su irreductible aldea gala, nacidas del ingenio y los colores de Goscinny y Uderzo, han dado lugar a 38 álbumes, de los que se han vendido 380 millones de ejemplares en 111 lenguas.

Nacido en 1927 de padres italianos en el pueblo de Fismes, junto a Reims (norte de Francia), y fascinado por el cómic y por hacer reír a los demás -nunca ocultó que su profesión frustrada era la de payaso-, Uderzo dibujó desde su más tierna infancia, lo que le llevó a crear en 1944 su primer cómic, "Flambergue", una historia de mosqueteros.

Su vida cambió cinco años más tarde, tras conocer a Goscinny, a quien consideraba su "hermano" y con quien ideó las aventuras de uno de los personajes más universales en la historia del tebeo: Astérix el galo. Autores asimismo de otros cómics como el del pequeño indio Umpah-Pah, la pareja creativa se rompió en 1977 con la muerte del guionista, que sumió a Uderzo en la devastación.

Sin embargo, el dibujante se sobrepuso y decidió continuar con la serie de Astérix ejerciendo él mismo como guionista y dibujante -lo que hará durante otros siete álbumes-, e incluso llegó a fundar su propia casa editorial, Albert-René. En los últimos años mantuvo un contencioso con su hija Sylvie por la gestión del patrimonio de Astérix, que se resolvió con un acuerdo extrajudicial en 2014.

En 2013, anunció que no podría seguir dibujando y cedío el testigo de Astérix al ilustrador Didier Conrad y el guionista Jean-Yves Ferri, aunque conservó la potestad de supervisión de los nuevos álbumes, el último de los cuales, "La hija de Vercingetórix", apareció el año pasado.

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Considerado por muchos simplemente como el brazo ejecutor de la saga -nacida, decían, de la imaginación del guionista-, Uderzo demostró su capacidad para darle vida propia cuando en 1977 la muerte se llevó a su "hermano" y le privó de admirar la gloria que alcanzaba su personaje.

Uderzo, hijo de un carpintero italiano instalado en el este de Francia, nunca rechazó su proximidad con Obélix, el segundón de la saga, personaje que creó en solitario y de quien reivindicaba su afinidad. Con él compartía modales rudos, populares, el gusto por la buena mesa y una cierta mirada inocente de la vida, que no le impidió disfrutarla desde lo alto del éxito que obtuvo su obra, 380 millones de álbumes vendidos en el mundo de su personaje más popular.

Un récord para un cómic del viejo continente que le colocó al frente de un imperio, con películas, todo tipo de productos derivados y un parque de atracciones dedicado al menudo antihéroe galo. Un éxito que le permitió darse sus lujos desmesurados, su colección de "ferraris" o su avión caza de guerra, y que, según decía él, le valió también la animadversión de sus pares, demasiado "esnobs" para aceptar que éxito pudiera rimar con calidad.

El Festival de Angulema, sanctasanctórum del cómic en Europa, nunca premió su talento y muchos dibujantes atribuían a Uderzo solo un rol secundario en la creación de Astérix.

Él contaba que lo creó junto a Goscinny en el apartamento de protección oficial que ocupaba en Bobigny -periferia de París- en 1959, una década que había nacido con el encuentro entre ambos en Bruselas.

Con el encargo de crear un personaje basado en los ancestros galos de Francia para una revista juvenil, Uderzo dibujó una figura hercúlea, capaz de combatir el poderío de Roma. Pero Goscinny, de familia judía originaria del este de Europa, imaginó situar a su protagonista en las antípodas de los héroes que triunfaban en la época, a menudo llegados de Estados Unidos.

Infatigable lector de Disney, para cuyos estudios siempre soñó trabajar, Uderzo acabó por aceptar que Astérix fuera un contrapunto de todos ellos, el listillo capaz de anteponer la maña a la fuerza, que obtenía de una poción mágica, un relato que permitió a los autores hacer una caricatura de la Francia contemporánea.

Uderzo, que había pasado en Bretaña la Segunda Guerra Mundial, situó en aquella tierra, la antigua Armórica, la aldea donde comenzaron a florecer los personajes.

Fue esa quizá la receta de su éxito, que no llegó de forma instantánea, sino paulatina. Dos años después de ilustrar la revista juvenil para la que fue creado, Astérix apareció en su primer álbum, con 20.000 ejemplares vendidos. A cada número, las ventas iban creciendo, hasta que el irreductible galo dio el salto internacional y se consagró, alcanzando cada rincón del planeta, traducido a 111 lenguas.

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Muchos pensaron que Astérix moriría con Goscinny en 1977, sin contar con la irreductible voluntad del dibujante, que superó el golpe y, tras poner dos años más tarde viñetas al guión póstumo escrito por su colega "Astérix y los belgas", prosiguió en solitario ocho historietas más. El héroe, que había deambulado por media Francia, por Hispania, que había combatido hasta en la propia Roma a Julio César y viajado hasta el Egipto de Cleopatra, siguió destilando aventuras, siempre con un ojo en la tradición gala y otro en el presente.

Hasta que en 2011 sus manos, fatigadas tras más de 70 años dejando trazos en el papel, dijeron basta, un final que Uderzo se negó a que acabara con su personaje más celebrado. En las últimas cuatro historietas, Didier Conrad ha puesto dibujos al guión de Jean-Yves Ferri, un tándem que Uderzo coronó como sus herederos, aunque siempre se guardó la última palabra. "La hija de Vercingétorix", aparecido el año pasado, fue el último capítulo que verán los ojos de Uderzo.

"¿Tengo que morirme para que hablen bien de mi?", se preguntaba en 2017, tras superar una operación de pulmón que lo dejó postrado en su apartamento de Neully-sur-Seine, a las afueras de París, donde falleció de un fallo cardíaco. 

Por * Redacción de Cultura

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