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Fernando Cano, la mirada de un reportero gráfico

Recorrido por la nueva exposición de Fernando Cano Busquets, “ConVersiones”. La exhibición se inauguró el 27 de julio en la Casa Cano y estará abierta hasta finales de agosto.

Lucety Carreño Rojas
30 de julio de 2016 - 02:00 a. m.
En su más reciente exposición, Fernando Cano rinde un homenaje a los artistas que han influenciado su obra. / Andrés Torres - El Espectador
En su más reciente exposición, Fernando Cano rinde un homenaje a los artistas que han influenciado su obra. / Andrés Torres - El Espectador

Fernando Cano habitualmente sale a caminar por los sectores aledaños a su casa o por algún lugar de Bogotá para hacer ejercicio, pero no puede dejar de lado su mirada fotográfica. Camina acompañado de su cámara y siempre ve escenas de la vida cotidiana: la gente, la calle, el tedio. Lo que es Colombia.

Al llegar a la Casa Cano, desde la entrada se respira arte. Di unos cuantos pasos y me encontré de frente con una fotografía tomada el 1º de mayo al Esmad, al lado de una obra de Pedro Alcántara y una frase que decía “Cualquier parecido con la ficción es pura realidad”. Así empieza ConVersiones.

Tenía un poco de nervios mezclados con admiración. Ya había hecho el recorrido por la exposición unos minutos antes de conocer a Cano. Mientras miraba la exhibición, veía el talento, la similitud que Cano quería plasmar entre las obras de arte de algunos artistas como Débora Arango, Beatriz Ortiz, Fernando Botero y sus fotografías, y percibía lo que intentaba hacer, que viéramos más allá de la obra misma. Pensaba en cómo iba a ser la entrevista. Sólo lo había visto en fotos y lo imaginaba como un señor alto, grande y serio. Pero todo son percepciones. Al bajar a recibirme, me estrechó la mano y sonrió.

Cuando pregunté cómo había surgido ConVersiones, me contó que un día iba caminando y encontró un señor tirado en la calle, dormido y con el pecho descubierto. “Le estaba entrando una luz muy bonita, era por la tarde. Le tomé la foto rápido, como las tomo yo, y seguí”. Al volver a su casa, se sentó en el computador, vio la imagen y se quedó pensando y recordó que la había visto en algún lugar, pero no podía dejar de pensar en eso ni saber en dónde. Continuó con sus labores y cuando ya estaba a punto de archivarla, lo recordó: “¡Esto es La violencia, de Obregón! Entonces me fui a internet y busqué las imágenes de esa obra. La mujer tiene los pechos descubiertos, la barriga de embarazada y le entra una luz lindísima. Igualito a la foto que había tomado. Empecé a trabajarlas paralelas y ahí las dejé”.

En “ConVersiones”, el fotógrafo Fernando Cano hace un recorrido por algunos de los referentes de la historia del arte./ Andrés Torres - El Espectador

Estaba deslumbrado por el tema. En la noche siguió pensando en lo mismo y en su cabeza surgió una pregunta: “¿Será que tengo algo más de los artistas que me han gustado en la vida?”. Finalmente se quedó dormido, pero a la mañana siguiente madrugó al computador y empezó a buscar. “Por ejemplo: Botero. Salieron muchos resultados y obras. Busqué, miré y de pronto apareció Familia y me dije: ‘Yo esto lo tengo’”.

Cano empezó la búsqueda en sus archivos y se dio cuenta de que tenía Familia en Boyacá. Igual que en la obra, en su fotografía estaba la mujer con sus hijos y al fondo la ropa colgada. “La diferencia es que Botero tiene un gato y en la mía hay un perro. Ahí empezaron a aparecer las similitudes. Algo muy divertido”, dijo entre risas.

Se apasionó con el tema. En la indagación descubrió que, así como algunos escritores se sienten influenciados por otros escritores, en la mirada fotográfica ocurría lo mismo, pero de una forma inconsciente y subjetiva, porque lo que a algún artista le puede gustar, al otro no. Se dio cuenta de que era algo espontáneo y nada académico.

Inició su carrera como fotógrafo en 1974, en la escuela del laboratorio fotográfico de El Espectador. Trabajando allí fue aprendiendo de los reporteros gráficos del diario y educando su ojo junto a Carranza, Castro, Dueñas y muchos otros. Ahora que tiene tiempo es más cuidadoso y se detiene más. Tiene la mirada de reportero gráfico y siente que ese es el mejor título que tiene.

ConVersiones fue un ejercicio de cuatro meses. Todas las fotografías son de archivo. Lo que le pareció más bonito fue sentarse a hacer el ejercicio de ir a internet, escoger los pintores —artistas a los que quería rendirles homenaje por su influencia o porque le gustaron desde joven y ahora—, la obra y su historia, y ejercitar la memoria recordando cuál de todas las imágenes de su archivo personal se les parecían.  

Retrato de Leonor Callejas.

Escogió 52 fotografías en pequeño y gran formato y paró ahí, porque sabía que podía seguir y seguir, encontrando similitud con la miradas y coincidencias. Aunque las sigue encontrando. En una parte de la exhibición están las obras “fuertes”, que reflejan la violencia. Como en la obra de Débora Arango La paz, de 1946, en la que los personajes tienen los ojos desorbitados. Ahí se muestra que “los artistas siempre están reflejando la realidad en la que viven, la violencia que hay dentro de nuestro realismo mágico”, algo que Cano también descubrió. Son obras que permiten tener memoria de la realidad colombiana.

En otra sala están las obras irónicas, de humor negro y sátira. En un pequeño espacio, Cano les rinde homenaje a los fotógrafos que lo influenciaron, como Carranza, quien fue un ejemplo a seguir por su entrega y sus trabajos. En otro espacio hay una pequeña sala dedicada a los artistas internacionales. ConVersiones, más que un recorrido, es un proceso de años de profesión y de viajes que hace un fotógrafo por Colombia y por el mundo, desde Uribia, en La Guajira, hasta Nueva York. Desde Obregón hasta Goya. Son las obras de un artista en paralelo a las de otros artistas, que le dan constancia de la historia. Cano logra que el espectador se ría, pero que piense y mire más allá, que note la realidad que viven muchas personas, como la desigualdad social, la pobreza y el desplazamiento.

Homenaje a Francisco Carranza.

Al finalizar, me di cuenta de que todo son miradas. Fernando Cano no es serio, es amable. Sí es grande y alto. Tiene una mirada muy dulce y sus ojos brillan cuando habla de lo que le apasiona. Estuvo inactivo unos años y recobró la pasión por su oficio desde el 2003. También escribía, cuando se desempeñó como columnista, cronista y estuvo a cargo de la dirección general de El Espectador, de 1987 a 1997, pero ahora su palabra es fotografía y su visión del mundo es con imágenes. Aprovecha el poder de las redes sociales y comparte su trabajo con sus amigos y seguidores. “Quiero mostrarle a la gente lo que voy viendo de la realidad cotidiana”.

Casa Cano: carrera 7 A Nº 69-45, Quinta Camacho. Tel.: 312 6008 
Horario: lunes a viernes, de 10 a.m. a 5 p.m. y sábados de 10 a.m. a 1:00 p.m.
Entrada libre.

 

Por Lucety Carreño Rojas

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