El Magazín Cultural

Fragmentos y metáforas de las cosas muertas

En el Espacio el Dorado se expone la más reciente obra del artista colombiano Carlos Castro en la muestra ‘El lenguaje de las cosas muertas’, una metáfora que relaciona la institución, la religión y la política en elementos y ruinas.

Sandra Fernández
06 de abril de 2017 - 04:37 p. m.
Carlos Castro
Carlos Castro

Buscando entre los rastros del tiempo, construyendo memoria y haciendo posible la creación de nuevos pensamientos que aparezcan en la mente de los observadores que visitan las grandiosas obras del artista colombiano Carlos Castro, rastros de educación y personajes célebres se arrastran en pedazos de recuerdos, imágenes hechas de historias instauradas en las plazas públicas como monumentos. Un bus escolar en ruinas a la entrada de la exposición ¿es posible que la educación se convierta en un deshuesadero de intereses que sobrevalora a los jóvenes en formación? La combinación de instituciones sociales que fundamentan a un país se entrecruzan en ‘El lenguaje de las cosas muertas’, exposición que se lleva a cabo en el Espacio El Dorado.

Algunos elementos encontrados en los sitios más recónditos del país hacen parte de esta muestra. Castro logra configurar en pequeños detalles, grandes reflexiones acerca de la política y de la educación, del papel que ocupan los monumentos que adornan a Colombia y que la caracterizan. Este artista reconfigura su entorno a través de elementos que convierte metafóricamente en una alusión al contexto social y político.

El artista plástico Carlos Castro Arias narra acontecimientos presentes a través de objetos de memoria, siendo las artes, la música, la historia y la enseñanza, sus intereses predilectos para expresarlos a través de sus esculturas, instalaciones y pinturas. Con su obra ‘Belleza accidental’, una instalación que constaba de una patrulla de policía intervenida por el mismo artista en el año 2013, Castro estuvo nominado al Premio Luis Caballero en su versión VII, distinción que realiza el Instituto Distrital de las Artes IDARTES y que busca premiar a los artistas con más de treinta años de trayectoria. Algunos de los proyectos que ha realizado son: ‘El que no sufre no vive’ (2010), ‘Legiones’ (2011-2015), ‘Buscando lo que no se ha perdido’ (2011), ‘Espejismo y penetración’ (2016), entre otros.

A través de aquellas cosas que complementan su obra, el artista, después de explorar como todo un cronista las situaciones sociales, esta vez hace una parada en los factores que en su niñez resurgieron en una idea crítica y personal. “Hay cosas en la memoria de esos primeros años de la etapa escolar que marcan la manera en la que vemos nuestra vida y el modo en que nos relacionamos con el mundo, por eso me parece importante reflexionar en ellas”, dice Castro sobre por qué decide traer a colación su niñez en la exposición ‘El lenguaje de las cosas muertas’ y es que su educación en el Colegio Mayor del Rosario le dio ciertos elementos que metafóricamente utilizó para realizar una configuración entre colegio-monumento-iglesia.

En un ambiente de escuela, el Espacio el Dorado se ajusta a la obra escultórica de este artista. En un primer momento, se vislumbra un bus quemado y deteriorado, en su interior se proyecta una realización audiovisual que realizó en colaboración con el cineasta Andrés Borda y el compositor Daniel Castro, sonidos hechos con elementos cotidianos y un niño reinterpretando la cotidianidad subordinada de las instituciones educativas, siendo este el patrón detonante que se expresa a través del fuego y que consume completamente al bus proyectado. Una reflexión hacia las doctrinas educativas de un colegio católico y en medio de esculturas políticas que rigen las reglas de su educación.

“En el 2013, para el Premio Luis Caballero, utilicé igualmente un automóvil para una de mis obras, era un carro de policía en el que el público podía entrar y experimentar una instalación sonora. En esta ocasión tuve la suerte de encontrar este bus escolar, que con el tiempo me fue trayendo a la memoria muchos recuerdos e imágenes que se decantaron en las obras que pueden verse en esta exposición”, explica el artista sobre la obra que se titula ‘Caja Negra’. Arias estuvo trabajando en la obra durante más de un año explorando imágenes y sonidos que susciten la experiencia dentro un bus entre recuerdos y conexiones con los artistas que colaboraron para la pieza. El público ingresa para visualizar un video que dura siete minutos, experimentando el ordenamiento del espacio compartido, esta vez desde una perspectiva religiosa, institucional y política.

Las obras van tomando lugar hacia los distintos espacios del Dorado, pero es aquella impresión en el bus la que provoca cierta perspectiva crítica hacia los modelos de institución que aún se rigen en muchos colegios. Es por eso que en los demás lugares de la exposición existe un elemento que se interconecta con otro y que conforman sus esculturas, dando una idea de lo colectivo que el artista quiere resaltar.

Trozos de esculturas en medio de arenales, personajes célebres hundidos bajo una Institución manteniendo una indagación sobre aquellos rostros de esculturas públicas, representan dogmas y filosofías de adiestrar a los pequeños estudiantes, que simplemente siguen unas reglas institucionales.

“Los personajes políticos son en su mayoría ‘mártires de la patria’:  Gaitán, Luis Carlos Galán, Caldas, entre otros; al mismo tiempo hay piezas que son partes del cuerpo de esculturas no tan reconocibles y de las que desconozco su origen, pero que funcionaban perfecto para la imagen que yo quería crear”, relata Carlos Castro sobre los rostros que figuran en los trozos de monumentos que se encuentran en algunas de sus obras, ruinas que el artista encontró durante varios años en depósitos o desechadas, pero que realmente denotan parte importante para conformar sus trabajos.

 

En una de las piezas ‘Sin Título’ que conforman la muestra se visualiza la figura de San Juan Bautista de la Salle, santo educador francés que consagró su vida a la pedagogía en la primera mitad del siglo XVIII y que actualmente se conoce como el patrono de los educadores y el más provechoso símbolo de convicción en el dogma cristiano. Dicho elemento dentro de su obra está acompañado del escritorio que Castro utilizó en su niñez, cuando perteneció al Colegio Mayor del Rosario.

“Quise apropiarme de esculturas de monumentos públicos y de personajes históricos a las que le hice algunas alteraciones para señalar recuerdos o situaciones que de seguro también le han pasado a muchos otros. Un poco la intensión es que el espectador vea esas esculturas ya existentes y conocidas en un modo nuevo, que le vea otro significado”, concluye el artista.

 

Por Sandra Fernández

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar