El Magazín Cultural

Fútbol femenino

Presentamos la columna de Juan Carlos Rodas acerca de una pequeña reflexión entorno a las mujeres y la historia de sus aportes y presencia en el fútbol.

Juan Carlos Rodas
28 de agosto de 2018 - 02:00 a. m.
En los últimos años, la FIFA ha promovido visibilizar y reconocer el fútbol sin distinguir entre el género femenino y el género masculino. / AFP
En los últimos años, la FIFA ha promovido visibilizar y reconocer el fútbol sin distinguir entre el género femenino y el género masculino. / AFP

No podía prosperar el partido… La pelota se apacentaba, se enmelaba en los muslos, en los senos, en las caderas, en el vientre, con una galantería solapada y aprovechona. Bernardo Canal Feijóo.

Si se escudriñan los registros sobre el origen del fútbol femenino, es menester retroceder al mundo griego o, incluso, un poco más allá por cuanto hay textos en lenguas distintas al griego que aluden al juego de la pelota. Ya habíamos escrito algo sobre este juego en el ámbito masculino. ¿Las mujeres juegan fútbol? En un mundo machista esto resulta una novedad, pero la respuesta es que sí, las mujeres juegan fútbol como los hombres porque tienen el juego, como ellos, en el vientre, en el corazón infantil, en sus raíces orgánicas. Lo que pasa es que los estereotipos han definido que hay juegos masculinos y juegos femeninos, pero detrás de un balón no hay nada qué hacer: niños y niñas encuentran lo más cercano a la felicidad cuando se topan con la esfera: la “culpa” es de la forma de la pelota, es decir, la responsabilidad recae en el verbo rodar. Vilém Flusser sostiene que “Occidente escribe como piensa”, es decir, de izquierda a derecha y de manera lógica, progresiva, lineal y, por ende, sus estructuras guardan la misma forma. Libros, tableros, escritorios, computadores, celulares, impresoras, cárceles, rotativas, hospitales y porterías. Esta sentencia de Flusser ha determinado que el cero sea uno de los grandes problemas de las matemáticas por su perfección, pero, sobre todo, por su valor. Después de muchos años hemos visto estructuras circulares, libros redondos y libros referidos a la redondez. Aristóteles, en su mundo griego, pide unidad de acción para la escritura y sugiere que esa unidad tenga la forma de comienzo, nudo y desenlace y así se nos va la interpretación y comprensión de lectura: comienzo, desarrollo y desenlace. Varios intentos por comprender el mundo de otra manera: el dadaísmo, el simbolismo, el nadaísmo, Rayuela, entre otros, pero el mundo sigue leyendo de manera occidental. Un balón es el mejor pretexto para responsabilizar el deseo innato por salir detrás de él para que corra, para hacer malabares, para conquistar el mundo y reír y sonreír y esperar que mamá no llame al orden porque nos estamos comiendo al orbe. El fútbol femenino nace como nació el masculino, pero una civilización adulta separó el juego de los niños del juego de las niñas. Imposible porque la pecosa, la redonda, la esfera, la bola, ella, por sí misma, aunque sea femenina, nació sin género. Beatriz Vélez escribió en 2011 Fútbol desde la tribuna. Pasiones y fantasías, un texto que mira al fútbol desde una perspectiva antropológica y revela su valor simbólico en la cultura. Las mujeres juegan fútbol porque tienen infancia y también ellas, como los hombres, la recuperan cuando salen a la calle o al peladero de la cuadra para mostrar sus acrobacias futbolísticas y recuperar la fantasía, la adolescencia, la vida.

Por Juan Carlos Rodas

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