Aunque para el año 1908 ya había incursionado en el mundo de la educación, no logró pasar a la Escuela Normal de Preceptoras de La Serena, el lugar que le daría reconocimiento para seguir en la docencia y así poder dar clases en varias partes de Chile. Esto pasó debido a que algunos de sus poemas fueron tachados en círculos conservadores locales como "paganos" y "socialistas".
Fue la prensa regional la que empezó a difundir sus primeros textos, entre los cuales se encuentran El perdón de una víctima, La muerte del poeta, Las lágrimas de la huérfana, Amor imposible y Horas sombrías, publicados entre agosto de 1904 y septiembre de 1910.
Su obra poética fue tomando fuerza alrededor del mundo. Tanto que, en 1908, Luis Carlos Soto Ayala utilizó sus trabajos como objeto de su primer estudio literario recopilando en el libro El volumen Literatura Coquimbana, prosas como Ensoñaciones, Junto al Mar y Carta íntima.
En 1914 compuso Sonetos de la Muerte, obra por la que obtuvo en septiembre la más alta distinción en los Juegos Florales (antigua celebración organizada por la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile).
Por el impacto que estaba teniendo su labor como docente alrededor de América Latina, en junio de 1922 viajó a México invitada por el Ministro de Educación mexicano, y al lado del poeta José Vasconcelos, colaboraron en la reforma educacional y la creación de bibliotecas populares del país. Mientras desarrollaba su profesión como docente crecía al mismo tiempo su reconocimiento en la literatura. Por esto, para el mismo año, apareció en New York, Desolación, texto que le dio renombre a la poeta de manera internacional y que fue dirigido por el crítico literario español Federico de Onís.
Para la década de 1930, Mistral empezó a dictar numerosas conferencias y clases en Estados Unidos, Centro América y Europa. En 1932 inició su carrera consular en Génova, Italia, pero no logra ejercerla por declararse abiertamente en oposición al fascismo.
Después de haber recibido numerosos premios, entre los más destacados el Premio Nobel de Literatura (1945) y el Premio Nacional de Literatura (1951), el 10 de enero de 1957, luego de luchar y padecer con un cáncer del páncreas, Gabriela Mistral falleció en el Hospital de Hemsptead, en Nueva York. Su obra no terminó para este entonces, pues de manera póstuma aparecieron libros que reunieron parte de sus prosas, rondas, cantos, oraciones y poemas, como Motivos de San Francisco en 1965, Poema de Chile en 1967 y Lagar II, entre otros. Actualmente, el Archivo del Escritor de la Biblioteca Nacional de Chile conserva el más importante fondo documental dedicado a su legado compuesto por 563 piezas que incluyen manuscritos, epistolarios, fotografías y otros documentos privados.