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George Balanchine: La batuta del ballet neoclásico

George Balanchine fue un maestro de ballet y coreógrafo ruso que debutó en el ballet estadounidense, y uno de los fundadores del género neoclásico. Su obra crea un puente entre el ballet clásico y el ballet moderno.

30 de mayo de 2020 - 04:03 a. m.
George Balanchine: "La danza no puede expresar nada. La danza se expresa así misma".
George Balanchine: "La danza no puede expresar nada. La danza se expresa así misma".
Foto: Archivo particular

La situación de la danza en Estados Unidos a principios del siglo XX fue de intensa actividad. No solo el mundo de la danza moderna y el ballet clásico sufrieron transformarciones que afectaron fuertemente su estructura. George Balachine, junto a Frederik Ashton en Gran Bretaña, se conviertieron en el abanderado del clasismo caminando el sendero que Marius Petipá ya había trazado.

George Balachine comenzó su carrera en la compañía del empresario Serguéi Diaghilev tras unos primeros años de experimientación en la Unión Soviética. De esta compañía se crearon, posteriormente, dos obras: Apollo y El hijo poródigo. Gracias a esta primera pieza George Balachine empezó a trazar su futuro. En un principio, Balachine parecía querer asentarse en Europa, pero gracias a la falta de trabajo pensó en emigrar a otro continente. Luego de abandonar la idea de pertenecer a la Ópera de París debido a una enfermedad y al nombramiento de Serge Lifar, director de la época de la Ópera de París, quien le negó integrarse a esta compañía, Balachine decidió crear su propia compañía a la cual la nombró: Les Ballets, en 1933.

Les Ballets no duró mucho, aunque los críticos felicitaron a Balanchine por las presentaciones: Mozartiana y Errante, los problemas económicos generaron que el jóven coreógrafo cerrara y decidiera marcharse directamente a América. Balanchine le comentó al escritor ameriano, Lincoln Kirstein, sobre su idea de ir a explorar nuevas tierras y Kirstein le dijo: "yo te llevaré allí. Crearemos una compañía de ballet en América", a lo que Balanchine le contestó: "sí, pero antes, una escuela".

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De esta manera surgió en 1934 la School of American Ballet, la semilla del ruso formó a grandes bailarines y, todavía hoy en día, su técnica es la caldera fundamental de la que se alimentan las principales compañías de Estados Unidos. Luego de un año de formación el bailarín ruso decidió crear una coreografía para que supieran la gran diferencia que existe entre estar bailando sobre las tablas y estar bailando en clase. El resultado de su primera puesta en escena en tierras americanas, títulada: Serenade, con música del compositor Tchaikovsky, se convirtió en un hito.

En esta obra las musas fueron los mayores bailarines y coreógrafos que Rusia ha creado y ha formado, Marius Petipá; lev Ivanov y Michel Fokine. Esta pieza clásica no tiene un argumento. Balanchine siempre sostuvo que Serenade era una presentación sin argumento y que, pese a la insistencia de los espectadores y los críticos de encontrar un "subtexto" en la obra, no lo hay. En palabras de Balanchine: " Hay, simplemente, bailarines en movimiento con una bella música. La única historia es la historia de la música, una serenata, una danza, si se quiere, a la luz de la luna".

Lo que sí hay detrás de esta primera obra son las anécdotas que sucedieron dentro del aula y que el coreógrafo decidió dejarlas en la presentación. La clase que él tenía en esos momentos contaba con diecisiete bailarinas. El número de bailarinas que danzaron en el teatro. Finalizando el año llegó su primer bailarín masculino y en la obra, esto sucedió. Una vez, una alumna llegó tarde a clase y en Serenade esta misma alumna entró tarde a la coreografía. Igualmente, la caída de una de sus bailarinas en uno de los ensayos quedó preservada en el primer acto cuando una bailarina cae dramáticamente.

La importancia de crear y desarrollar escuelas era una idea que se realizaría a largo plazo, Balanchine realizó varios intentos de crear diversas compañías con las que podía proseguir con su carrera de coreógrafo. Gracias a estos intentos apareció el Ballet Caravan, compañía con la que visitó la Bennington School of Dance y para la que creó, en 1941, la obra: Concerto Barocco, con música del compositor Johann Sebastian Bach, y quen sigue siendo hoy una de sus obras más admiradas.

En 1946 fue invitado y posteriormente contratado por el Ballet Russe de Montecarlo y en este creó la pieza más importante de su carrera: La sonnambula. En esta misma época creó Danzas concertantes, en 1944, Night Shadow, en 1946. En este mismo año Balanchine y Lincoln Kirstein crearon el Ballet Society, una pequeña compañía con la que estrenaron Los cuatro temperamentos y Orfeo.

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El Ballet Society es conocido acrtualmente como New York City Ballet. El nombre cambió por convertirse en la compañía residente del New York City Center for Music and Drama. El City Ballet, tal como es conocido, bajo la dirección de Balanchine, se convirtió en una compañía de ballet estadounidense de fama mundial. Con su sueño hecho realidad empezaron a integrarse sus primeros alumnos. Posteriormente, Balachine empezó a crear nuevas obras, también sin una historia detrás de cada paso, que tuvo como consecuencia la transformación del ballet clásico al ballet moderno. En este último Martha Graham, pionera del ballet moderno, trabajó en diferentes ocasiones con el coreógrafo ruso. Luego, esta bailarina creó su propia técnica.

El alcance de la carrera de George Balanchine, como se evidencia, ha ido en todas las direcciones, desde las académicas hasta las últimas generaciones de coreógrafos posmodernistas. La ruptura de barreras que propició en sus obras y en su escuela y, por ende, en su compañía, se demostró en su búsqueda continua de nuevos lenguajes y la revisión y replanteamiento de los estilos pasados.

El baialrín ruso Rudolf Nureyve, quien trabajó con Balanchine, resumió la historia de nuestro personaje en una oración: “Se puede hacer una historia de la danza y omitir muchos nombres, pero no es posible hacer una historia de la danza omitiendo el nombre de George Balanchine”

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