El Magazín Cultural

Gilmer Mesa: "Yo he visto que escribir es antes que nada extrañar"

El escritor colombiano habla sobre su más reciente libro, La cuadra, en la que vuelca un montón de recuerdos de la infancia con su hermano.

Óscar Jairo González Hernández
24 de septiembre de 2018 - 04:05 p. m.
El escritor colombiano Gilmer Mesa, quien presenta su más reciente libro.  / Cortesía
El escritor colombiano Gilmer Mesa, quien presenta su más reciente libro. / Cortesía

¿De la relación con su vida, su mundo qué es lo buscaba desarrollar o contener por medio de “La cuadra”, en qué momento se le reveló la necesidad de hacerlo?

No hubo un momento de revelación literaria por llamarlo de alguna manera, más bien confluyeron un montón de cosas, desde que mataron a mi hermano en 1991 yo quede desbaratado por dentro y mi vida quedo en puntos suspensivos, pero tuve que seguir viviendo porque tocaba, así con ese faltante fui creciendo y así entré a la universidad y por suerte me aficioné mucho a la literatura, tanto que en algún momento pensé que podría escribirla, hasta que después de muchos años de intentos fallidos me llene de valor y emprendí una novela y cuando tuve frente a mí la página en blanco y la intención de hacerla, yo sabía que la historia que quería escribir era la de su muerte y por ahí derecho la de mi infancia con él.

¿De la necesidad intrínseca de nombrar este libro como “La cuadra”, de donde le provino y por qué, para qué?

Realmente para nada, quiero decir no tenía un motivo especifico, el nombre responde más bien al afecto topográfico que le tengo al lugar de mi infancia, porque cuando niño todo el universo entero era la cuadra.

¿De la realidad o sobre la realidad de los hechos que narra, qué es lo que más le intereso revelar, hacer trascender o no y por qué?

No tenía interés en resaltar nada, yo no escribo con intereses preconcebidos, escribo más por necesidades interiores que buscando crear un efecto en el lector, pero ahora releyendo la obra vi que si hay un hincapié fuerte como en la humanidad que campea en los personajes, es decir a pesar de las circunstancias hay afectos que nos emparentan y nos humanizan creo que eso es tal vez lo más revelador de la obra.

¿De la violencia, en su incesante, tremenda y desnuda intervención, qué es aquello sobre lo que intenta hacer conciencia crítica y catarsis, por qué?

Yo creo que la violencia en el fondo no es sino una manifestación física y palpable de cosas más profundas y arraigadas que prevalecen en el ser humano como el resentimiento, el desamor, la intolerancia y tantas más que son a las que tenemos que atender si queremos terminar con sus manifestaciones y es sobre esos temas que me interesa profundizar en lo que escribo, para tratar de entenderlos aunque cada vez es más difícil conseguirlo.

¿Del odio que se inserta, que se vive en una dimensión de extraordinaria verdad, en “La cuadra”, desde dónde lo observaba usted y por qué?

He hablado de esto en otras oportunidades pero resumiendo creo que el origen mismo del ser humano está esa dicotomía punzante que nos define y a menudo no se sabe cuándo se cruza esa finita línea entre odiar y amar, que nos lleva a hacer los daños más jodidos en nombre del amor. Y cuando eso trasciende de los seres humanos a una sociedad en general, todos los males se reducen a esa falta de amor, o a su contracara, que es el odio. Cuando no se reconoce al otro como igual y no hay empatía, ahí surgen los males. En esa dicotomía tan presente y tan irresuelta entre el amor y el odio nos jugamos la vida todos los días. Incluso creo que la gente que hace cosas atroces se humaniza cuando encuentra amor en una pareja, en un animal, en un vecino.

¿De la aisthesis, o sea, de las sensaciones que se causaban en usted en la cuadra, que le decían o como las decía y sí le causaban melancolía, extrañeza o locura y como las llevó al libro?

Yo he visto que escribir es antes que nada extrañar, lo que fue y sobre todo lo que pudo haber sido y sobre esa sartén melancólica es que se cuecen las historias.  

¿De la muerte, que hace trayectos turbios y turbulentos, de su incidencia total, de su realidad inexorable, que más había de ella en usted?

En mí y en todo el mundo, la vida es terrible en sí misma porque concluye porque se acaba y nos pasamos todo el trayecto tratando de esquivar ese inevitable, quizás crecer no sea nada distinto a aprender a irse muriendo, si partimos de esa primicia cuando uno se enfrenta a esa realidad tan brutal a tan corta edad como yo es inevitable volverse tanático no como objetivo sino como síntoma, es decir para mí la muerte es el tema principal, lo que me hace levantar a ver como esta disfrazada cada día y lo que mi impulsa a hacer lo que hago antes de que mute de vestido.  

¿Del sentido que tiene el libro, mostrar unos hechos, la vida resolviéndose en su truculencia, qué otros sentidos tiene y ha de provocar en usted y el lector?

Esta si es difícil, porque la verdad como dije anteriormente yo no quiero provocar nada en nadie, no tengo esa intención, si pasa y son cosas buenas me alegro un montón claro, pero no tengo eso en la cabeza cuando me siento a escribir, pero para responder algo creo que la vida en el libro no se resuelve en la truculencia, veo más que está presente en los hechos que narra pero que en cambio sí se resuelve a veces en el afecto y que pasa por encima de la truculencia precisamente por la ternura y el amor que despiden ciertos actos cruciales que definen la historia.   

¿De la naturaleza humana de la que se trata en el libro, en donde radica y como se realiza, si ello es así, la physis (naturaleza) y la hybris (exceso)?

Creo que el libro funciona como una especie de sinécdoque de la sociedad mostrando como una parte puede ser el todo, somos una sociedad en donde la naturaleza y sus componentes somos excesivos. Somos una sociedad muy amorosa en el ámbito íntimo, en el individual y familiar, sobre todo en Antioquia. Pero, a nivel general, no nos reconocemos como un mismo cuerpo social. Eso se debe en gran medida al exceso de amor propio, queremos al otro en tanto nos sirva como redención social pero nos cuesta reconocerlo como un igual y así es muy fácil que se pase a la otra punta del lazo, al odio cerril, que también es excesivo, mientras no limitemos nuestras derechos hasta convertirlos en deberes para equipararnos en unos y otros con los demás la convivencia no pasara de ser una lucha de fuerzas.

¿De la historia de la violencia que se relata en el libro, que hace relación a un momento vivido, desde donde se hace historia o no (La vida de Los Riscos)?

Yo me cuide mucho de no hacer una crónica, la diferencia del arte con la historia oficial es que esta puede mostrar sin demostrar, nunca fue para mí necesario que la novela retratara fidedignamente nada, bastaba con poner situaciones y momentos que bien pudieran suceder en Aranjuez de finales del siglo 20 o en un barrio de Managua en los 60 o en Buenos Aires al filo del siglo 21, que la historia ponga las fechas que el arte siempre se ha ocupado de los sentimientos y esos son iguales en todas partes.

¿Del barroco, que sin duda, hace inconscientemente incrustación, ante los hechos que se relatan, como su estética, desde dónde lo percibe o lo intuye o no?

No, en efecto si en mi obra hay algo barroco tiene que ser inconsciente y creo que te refieres es al estilo y yo lo llamaría más que barroco, atropellado porque no me detengo en pausas que creo dirigen un poco al lector y a mí me gusta más que las cosas se cuenten como si estuviéramos conversando, sin hacer énfasis innecesarios o crear suspensos fingidos, de hecho el estilo barroco me gusta muy poco.   

¿De la iniquidad o locura en las decisiones y determinaciones de cada uno de los personajes, que usted indica, que dice de ellas, no las considera como “meditaciones sobre la vida” (Robert Nozick) y por qué?

Yo creo que si algo nos define en la vida son las decisiones que tomamos, ahí está el nudo de la cuestión no somos dueños de lo que se nos presenta pero si de lo que decidimos, eso es lo que termina siendo importante.  

   ¿Del sexo, el deseo sexual, que se relata en lo que llamaban: “El revolión”, qué es lo que de animal (instintivo), oscuro y truculento tuvo y tiene para usted en este momento?

Yo creo que el sexo es el último reducto del animal indómito que nos queda, es puro instinto, pero también sé que civilizarnos es domesticarnos y que gracias a la educación podemos llevar adelante una sociedad más saludable en el mejor sentido del término, en donde el sexo sea un instinto honesto, prolijo y maravilloso, y una parte importante de la vida que logre conciliar cosas buenas entre las personas.

¿De la cuadra como realidad y símbolo, realidad e irrealidad, podría decirnos, como se dio su construcción, su realidad y su invención para narrarla?

Se dio en medio de un montón de trabajo que es como escribo siempre, por lo que la escribí a ratos pero con muchas ganas, sin otro afán que dar cuenta de las ideas que tenía en la cabeza y de los recuerdos que tallaban en la memoria, y tratando de ser lo más honesto posible, de manera que ahí queda el resultado para que cada quien lea lo que quiera en ella, muchas gracias por el interés, un abrazo grande desde una esquinita chiquita de Aranjuez.  

 

 

Por Óscar Jairo González Hernández

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