Si el instrumento de la razón es la palabra, el de la intuición es la improvisación.
La improvisación se manifiesta en el mundo que no se ve, en lo in-observable.
La improvisación no tiene tiempo ni espacio, se alinea con los colores del alma y juguetea con la lógica de lo mágico.
Se dispone a volar y se confunde con lo anterior al ego.
Permanece irreconocible a lo permanente y asiste a los que buscan el acertijo de estar vivo.
La improvisación es el vehículo que ha tenido la profundidad para gritarle al vacío de las estrellas…
Es como el acertijo de lo insonoro que recorre un espacio sistemático de colibríes…
Es el trinar recíproco de un sistema que permanece observándonos desde el cielo...
El improvisador se reconoce objeto de un desencadenado filo de desigualdades…
Puede leer: Del jazz a las palabras
Se acerca al objeto sonoro y se confunde con sus frecuencias...
La improvisación no habla, sólo sacude su existencia e invita a los cantores a que se olviden de quiénes son...