El Magazín Cultural

Heriberto de la Calle, un ícono de la crítica y el humor

Este personaje, creado por Jaime Garzón, se atrevió a decir lo que nadie, en medio de uno de los momentos históricos más vergonzantes y dolorosos de la historia de Colombia

Érika Martínez Cuervo
10 de agosto de 2018 - 04:27 a. m.
Personaje Heriberto de la Calle / @Alfonso Durier / Archivo Revista Cromos
Personaje Heriberto de la Calle / @Alfonso Durier / Archivo Revista Cromos

“Que la gente no se dé en la jeta, que solucione las guevonadas hablando”, dijo alguna vez Heriberto de la Calle, con ese desparpajo y franqueza que lo hicieron el crítico más popular y temido por los personajes de la vida pública en la década de los noventa. Esta imagen, capturada por la lente de Alfonso Durier, para Cromos, hizo parte del especial titulado “Tiro de gracia”, que publicó la revista en agosto de 1999, luego del asesinato de Jaime Garzón. Durier registra la sonrisa auténtica de Heriberto, el embolador que fue capaz de representar el sentir de las clases menos favorecidas y que dijo sin tapujos, en frente de las cámaras, lo que nadie se atrevió a decir en su momento. Quienes fueron cercanos a Garzón, manifiestan que este era su personaje más querido y que por eso mismo lo seguía trabajando con la idea de sacarle toda la irreverencia que fuera posible. El país así lo necesitaba. Heriberto se constituyó en un ícono del humor serio e inteligente, cuyas frases vulgares, agudas, morbosas, descaradas y plenas de verdad, hoy añoramos.

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La imagen de la camioneta de Garzón, con una sábana cubriendo el panorámico, en la escena de su asesinato,  el 13 de agosto de 1999, es uno de esos encuadres que se imprimen en la memoria y nunca se van. Su muerte es uno de los episodios de mayor resonancia  y dolor en pleno cierre de una década nefasta para Colombia, protagonizada por los estragos del narcotráfico y sus vínculos con todos las formas de poder. Hoy, Heriberto de la Calle estaría sentado embolando los zapatos de los “ilustrísimos” personajes de este circo político fundado en  la corrupción y la falta de humanidad. Decía Garzón sobre sí mismo en una entrevista: “yo soy aburridísimo, yo creo en la vida, creo en los demás, creo que hay que luchar por la gente, creo en la decencia, creo en el diálogo (...) creo en la posibilidad de construir un país más equitativo y en paz, creo en todo eso ... Imagínese” (...).

 

 

Por Érika Martínez Cuervo

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