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María Villegas: “Quiero estar conectada con la creatividad y la belleza”

María Villegas habla sobre su amor por los libros y la cocina en esta nueva entrada de Historias de Vida, serie creada y producida por Isabel López Giraldo para El Espectador.

Isabel López Giraldo
23 de septiembre de 2020 - 07:39 p. m.
María Villegas es escritora. Ha publicado libros infantiles y de cocina. Creó y dirigió por quince años la división infantil de Villegas Editores.
María Villegas es escritora. Ha publicado libros infantiles y de cocina. Creó y dirigió por quince años la división infantil de Villegas Editores.
Foto: Archivo Particular

Nos encontramos con María Villegas en un restaurante árabe de Rosales, cerca de su escuela de cocina. Buscamos sorprenderla con una pregunta muy abierta, pero nos respondió con un sentido común a prueba de fallos:

¿De dónde viene?

Sin filtro, te diría que vengo de dictar mi clase de cocina. Porque simplemente de ahí vengo.

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Entre pregunta y pregunta, se filtraban los comentarios acerca de su vida y de su familia:

“Soy hija de Benjamín Villegas y Clara Lucía Salazar. Crecí rodeada de libros, pues mi papá es editor. Mi casa, en Teusaquillo, quedaba lejos de todos mis amigos. Era una casa de estilo inglés con jardines al interior y las paredes estaban revestidas de libros. Una de las bibliotecas se convirtió en mi cuarto.”

¿Cuál es su estado de ánimo actual?

Feliz. Soy una persona muy feliz y muy plena. Una de las cosas que he trabajado por lograr en mi vida es el desprendimiento de todas las cosas totalmente innecesarias y lograr quedarme con lo que verdaderamente vale la pena.

Durante muchos años hubo una cosa que me costó mucho trabajo y era decir “no” y siento que con el paso de los años, y es a lo que le adjudico el cambio de la niñez a la madurez, he podido responder “no” y tener prioridades claras. Intento que todo lo que haga le aporte a mi felicidad y a mi bienestar, como si tuviera todas las fichas de un rompecabezas y las tratara de armar de una manera armónica a todo nivel, no solo como profesional. Creo que antes me desgastaba con cosas que no valían la pena, eso ya no pasa.

Uno de los ejercicios que hago (porque me gusta la psicología y aprender acerca de mí misma y siempre hago algo nuevo) es un curso de felicidad. En ese curso se planteaba el ejercicio de escribir temprano en la mañana, cuando todavía se está entre el nivel de consciencia e inconsciencia, todo lo que se viniera a la cabeza. Ahí me han pasado cosas mágicas.

Comenzaron a salir cosas que estaban dentro de mí, pero que yo no quería ver, o no sabía verbalizar, o no quería ver. Entre ellas estaba mi cocina, que es mi carrera original y que abandoné muchos años por dedicarme a escribir.

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¿Qué cosas ha reestructurado en su vida recientemente?

Me gusta todo lo que he hecho, pero cuando estoy cocinando soy mucho más feliz porque es otro canal de expresión diferente a un libro. Es un canal de conexión con otras personas, es un enriquecimiento cultural, es devolverme a mi pasado y a toda una serie de vivencias que quedaron enterradas y que están saliendo nuevamente. Me hace sentir más viva.

“Tengo un papá muy amoroso a quien quiero mucho. A él le cuestan trabajo los niños, no se relaciona muy bien con ellos, así que nuestra relación es a través del deporte, de los libros y otras actividades. Mi mamá estaba constantemente presente y dedicada a la casa, a sus hijos. Era muy buena lectora, artista, y tenía la filosofía de no necesitar demasiado para lograr un buen resultado. Se valía de lo que disponía de forma creativa. Vivíamos cómodamente sin extravagancias”.

¿Y algo que haya tenido que desaprender?

En términos de desaprender, y es algo que no he logrado del todo, pero en lo que estoy trabajando, estoy intentando desvincularme del perfeccionismo que caracteriza mi personalidad. Es un estrés adicional que me estoy metiendo a mí misma porque no es que nadie me juzgue, no es que necesite una imagen de algo, ni que necesite dejar una huella, pues ya he dejado suficientes entre la gente que me conoce, me sigue o me lee; ya he dejado bastante bien plasmado lo que es mi personalidad, pero se ha convertido en una especie de condena, algo que no contribuye a la felicidad y más bien ayuda al estrés.

En eso estoy y me he dado cuenta que no es que esté haciendo las cosas de manera mediocre, pero hay un punto en el que se puede parar, porque si por mí fuera nunca estaría lista para dictar una clase de cocina. Llega un punto en el que digo: ya. Tengo dos horas, es lo más interesante que quiero transmitir, todo está en el punto, en el punto final, pues el perfeccionismo absurdo me desgasta.

La gente no se da cuenta del esfuerzo, nadie está esperando más, el único que se pone límites, metas o parámetros es uno mismo y nadie tiene ni idea de nada más. Cuando uno se equivoca, el mundo lo permite, uno simplemente tiene que reconocerlo con humildad y es mucho más fácil.

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Si no pudiera ser usted misma o ningún otro ser humano, y tuviera que ser un animal, ¿cuál quisiera ser y por qué?

Tengo dos respuestas a su pregunta. Me gustan los tigres porque pueden ver el mundo desde su fortaleza, desde un ángulo diferente, no con el miedo, sino con la seguridad y la tranquilidad; están arriba en la cadena alimenticia, están en la cumbre. Pueden vivir la libertad de explorar. Es muy parecido a lo que hago con mi vida cuando me escudo en fortalezas que tengo para incluso disfrazar otros aspectos que no lo son, pero logro dejar una buena imagen siempre que estoy en un terreno que manejo lo que me da seguridad.

Por otra parte, los delfines me parece que tienen una dulzura, inteligencia y sensibilidad distinta al resto. Alguna vez nadé con ellos y la conexión es total. Estaba embarazada y fue mágico, ellos se acercaron a mí, sintieron la presencia de otra vida. Cuando trabajas en cocina, que tiene tanta alquimia, se dan muchas cosas que no puedes explicar. Ellos me generan la tranquilidad que que la cocina también me da.

“En los cursos de cocina que dicto busco explicar en detalle texturas, perfiles de sabores de las diferentes geografías. A través de una receta puedo crear todo un universo.”

¿Qué talento natural le gustaría tener?

El talento que elegiría es uno que me ahorre estrés. De todos modos, como creo en los complementos, pienso que mi matrimonio no sería tan bonito si yo tuviera ese talento. Soy una persona supremamente tímida y me cuestan trabajo las relaciones con gente que no conozca. Acercarme a un desconocido es quizás lo más difícil que me puedan poner a hacer, no es algo que me nazca, aunque lo tenga que hacer. En cambio mi marido sí tiene un don de gentes impresionante, se relaciona muy fácil con todos.

¿Qué habilidad sobrenatural quisiera tener?

Hablar el idioma del lugar al que vaya. Si existieran inyecciones para lograrlo, me las pondría todas. He tenido la oportunidad de vivir distintas culturas del mundo y en distintos idiomas, y aunque se me facilitan las lenguas, las que hablo son romances. Pero cuando te enfrentas a otro totalmente desconocido, por más que tengas traductor, hagas señas y mímica, te pierdes mucho de la cultura con el idioma. Esta es otra barrera: siempre te quedas con la sensación de que algo falta.

“…A los dieciocho años, ¿cómo es posible escoger el camino de la vida sin haber ensayado nada, sin haber vivido? Así que explorar este mundo me fue muy atractivo. Viajé a Inglaterra primero (porque mi papá me acolitaba que yo estudiara cocina siempre y cuando fortaleciera el inglés). Ahí permanecí por espacio de seis meses. Quise luego pasar un tiempo en San Francisco (…). Conseguí pues un trabajo en una cocina de un restaurante (…). Quería conocer cómo era el mundo al interior de una cocina al lado de mexicanos, ayudando, aprendiendo, observando. Luego me fui a París al Cordon Bleu donde hice la carrera que ofrecen, tanto en cocina como en pastelería, panadería y chocolatería.”

Si no pudiera ser usted misma o ningún otro ser humano, tampoco un animal, y tuviera que ser una planta o vegetal, ¿cuál quisiera ser y por qué?

Sería una orquídea. Me parecen divinas, estéticas, huelen rico. Todos las admiran. No necesitan demasiados cuidados, hay de mil colores y son muy curiosas. Mi papá tiene un libro de orquídeas y algún día lo estuve mirando y vi en él la misma cantidad de personajes como formas encuentro en las nubes. Es como si las hadas existieran ahí, los duendes también.

Se me ocurrieron muchas historias de personajes que salían de ellas, pues tienen caras, personalidades: hay unas dulces, otras no. Si las analizas desde su centro y desde diversos ángulos lo logras, y si pasas desprevenido te dejan hechizado, te cautivan.

He probado las esencias que salen de las orquídeas y son sanadoras.

¿Qué papel jugaron la creatividad, la imaginación y la intuición en su búsqueda de carrera?

Toda. No es solamente mi carrera, es mi vida en general. Soy una persona supremamente intuitiva y muy inquieta mentalmente, en términos creativos. Me permito todo lo que haga parte de un mundo positivo, no me permito nada que haga parte de un mundo negativo. Eso me bloquea.

Por ejemplo: yo no leo noticias, ni veo los noticieros. Pido que no me cuenten tragedias, aunque si puedo ayudar ante un desastre lo hago. Mi primera reacción siempre es qué puedo hacer, cómo puedo colaborar, pero no quiero ver la foto del desastre porque esas cosas me bajan la sintonía que tengo en la vida.

Quiero estar conectada siempre con la fantasía, con la creatividad, con la belleza. Busco siempre vibrar en ese nivel, pero si me bajo a la tragedia, a la tristeza, a los malos pensamientos, a lo negativo, se me dejan de ocurrir las cosas. La vida debe ser un juego. Yo me defino como muy niña y no tengo ningún interés en dejar de serlo.

Me parecen mucho más interesantes los niños que los adultos, pues ellos se dan la libertad de poder cambiar de juego mil veces y es lo que ha sido mi vida y no tengo ningún problema con eso. Hoy estoy cocinando, mañana estoy tomando fotos de platos, luego estoy teniendo bebés, luego estoy dando clases, estudiando. Es la forma más linda de llevar la vida para no hacerla aburrida.

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Cuando esto me empieza a pasar me invento algo diferente. Yo creo firmemente que uno puede ser todo lo que quiera ser. Necesito chispa y aventura para que no se apague la intuición, ni la creatividad.

¿Alguna vez tuvo una experiencia sinestésica? Es decir, un momento perceptivo en que dos sentidos se superpusiesen…

Eso me pasa permanentemente, especialmente con los libros. Conecto en mi mente cosas que no parecen tener conexión y desde ahí nacen las historias. Por ejemplo, pienso en una vaca, que es un animal muy calmado, y se me ocurre: “Las vacas están calmadas porque hacen yoga” (Risas). O veo un cuadro y me digo a mí misma: “Ese cuadro es una deliciosa ensalada”. Mamá llama a estas situaciones “momentums” – son instantes especiales, de iluminación, en los que dices: ¡Ajá! Ellos existen y tienen todo el sentido del mundo.

“… Fui con una amiga donde Ferran, y se convirtió en mi maestro. Es un genio loco que lleva la cocina a un nivel totalmente artístico. Me abrió la mente, rompió todas las reglas, lo que lo hacía sensacional. Él enriquece tu vida en la cocina colmándola de arte”.

Ferran mira por la ventana, toma una foto y dice:

– Este paisaje será un postre.

Y en efecto lo representaba con textura, con color, con composición, se apreciaba también en el paladar. Todo el tiempo salido de libretos. Completamente opuesto a lo que me enseñó el Cordon Blue.

Su recomendación fue: “Vayan a comer más que a trabajar en los sitios, pues no les sirve de nada preparar platos si no prueban todo.”

¿Cuál es su forma preferida de salir del aburrimiento?

Siempre tengo proyectos nuevos, de manera que no necesito pasatiempos. Pero me aburro de la cotidianidad. El primer día que estoy haciendo el libro la emoción está presente y mientras se cristaliza. Luego se vuelve la carpintería y cuando la creatividad no es el ingrediente principal es donde me empiezo a aburrir. Pero soy muy disciplinada y consistente, nunca abandono los proyectos.

No me alcanza el tiempo para hacer todo lo que quisiera, pero también disfruto esos momentos en los que no hago nada. Eso no es aburrirse, es necesario observar pensando pensamientos.

Si no pudiera ser usted misma o ningún otro ser humano, tampoco un animal ni una planta o vegetal, y tuviera que ser un objeto inanimado, ¿Cuál quisiera ser y por qué?

Un pimentero. Es un objeto bonito, de interacción momentánea y positiva con quien lo está usando. No me estarían entecando permanentemente. Siempre tiene un puesto privilegiado en una cocina, es algo a lo que te refieres cuando quieres dar el último toque, darle un poquito más de vida a un plato. La pimienta me gusta muchísimo. Es parte del juego, del picante de la cocina, del show a los invitados y luego lo dejan ahí tranquilito.

“… Al regreso de mi viaje a Australia no trabajé más en cocina, sino que busqué comunicar mi conocimiento. Lo natural era hacerlo a través de los libros. Me dediqué a escribir. Busqué vincularme a una editorial y no comencé trabajando con mi papá, aunque por supuesto fue él quien me orientó contándome quiénes eran los mejores editores de cocina.”

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¿Prefiere las interacciones humanas constantes y confiables, o las temporales y flexibles?

Prefiero que sean constantes. Así como me gusta cambiar de actividad, prefiero tener pocas, pero muy buenas amistades, además de duraderas. Que la gente sienta que puede contar contigo, así no la vea todos los días. Que hayan relaciones bonitas sin importar dónde te encuentres. Para mí eso es súper importante.

A su modo de ver, ¿cuál es la peor palabra del diccionario?

Odio. Cualquier palabra que tenga connotaciones negativas que afecta a un ser humano profundamente. Es como si esa palabra fuese capaz de tomar los cristales de tu corazón y de romperlos en un instante. Hay palabras que tienen el poder de hacer cosas hermosas con las personas y hay otras que destruyen.

“…La mesa en casa de mis padres siempre era divina, la comida siempre era deliciosa, las fiestas se decoraban con esmero, así eso significara que mi mamá dedicara un mes para lograrlo. Recibí de ella su creatividad manual, todo su arte, lo que hoy en día aprecio mucho. Soy muy parecida a ella, pues a mí me gusta atender, cocinar, organizar. Cuando de niña me preguntaban qué quería ser cuando grande, mi respuesta siempre fue: “Mamá”.”

¿Cuál es la palabra qué mas usa en relación con sus hijas?

Cualquier cosa que tenga que ver con amor. Todo el día les digo que las quiero, que las adoro. Amor es lo único que se me ocurre cuando pienso en mis hijas. “Divina”: es la palabra que más digo.

¿Cuál es la virtud que más aprecia en cada una de sus hijas?

La mayor es amorosísima, de una sensibilidad y generosidad espiritual total. Hace lo que esté a su alcance por el otro, le gusta el trabajo social, se dedica a los otros. Emana amor. Es algo que le nace. La del medio es sabia. Es como un alma vieja que nace con una sabiduría que uno no entiende de dónde la saca. Habla de manera diferente. Es muy dulce, tiene un don de gentes impresionante. La chiquita es demasiado femenina, es muy dulce. Desde ya evidencia que va a ser una buenísima mamá y la distingue todo lo que tenga que ver con la sensibilidad y la ternura. Es como de cristal.

“… Nunca voy a terminar de estudiar todo lo que me gusta. Escogí la cocina porque siempre me ha gustado, pero no era lo único que hubiera podido estudiar. Muchas cosas me llaman la atención: el diseño de modas, la psicología, la psiquiatría, la medicina, la nutrición. Todo aquello que tiene que ver con el ser humano…”

Si no pudiera ser usted misma o ningún otro ser humano, tampoco un animal, y tuviera que ser una planta o vegetal, ¿cuál no quisiera ser y por qué?

Una enredadera. Está llena de sorpresas que no quisiera encontrar, aunque se vea muy hermosa. No me parece tan nítida. A mí me gusta la transparencia de las cosas: que lo que tu ves sea y no lo que pretenda ser. Con ella no sé a qué atenerme.

¿Cuál es el ruido más molesto que puede imaginar?

La alarma de un carro. Lo estridente, lo demasiado fuerte, lo repetitivo e intenso me perturba. Como esos chirridos que destemplan los dientes.

“…Pasé por muchos restaurantes, pues después de España estuve en Italia, luego en Tailandia, China, Vietnam, Australia y en todo lugar trabajé en cocina.”

Si tuviera que elegir un lugar ideal para teletransportarte en este mismo momento, ¿cuál sería?

París. Hay muchos sitios en donde quiero estar, pero el que constantemente viene a mí es París. Siempre me ha recargado muchísimo y la conozco como la palma de mi mano. Aunque también me fascina el mar, prefiero esta ciudad, caminar en sus calles, su cultura, su belleza.

***

"…Un día le pregunté a mi papá:

– Oye papá, ¿tu por qué no tienes una sección infantil en Villegas & Editores? El público se está haciendo mayor y no hay una nueva generación que entre. No estás llegando a los niños a quienes hay que inculcarles el amor por la lectura.

Y él me respondió:

– Me parece muy buena idea, pero como sabes yo no sé comunicarme con niños. Si tu quieres hacer un ensayo hazlo.

Fue el comienzo de diez años y más de treinta libros con muy buenos resultados que nos convirtieron en las autoras más vendidas de Colombia."

#HISTORIASDEVIDA

Por Isabel López Giraldo

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