El Magazín Cultural

Ignacio Araújo: “El mayor problema de nuestra sociedad es el egoísmo exacerbado”

El libro "El bien común, un desafío que nos hará más dignos", reflexiona sobre el modelo social basado en la dignidad del ser humano y de los demás seres vivos. Presentamos una entrevista con su autor, en la que reflexiona sobre la aplicación de este concepto a la cotidianidad, sus motivaciones para escribir y las conclusiones que sacó después de publicar.

* Redacción Cultura
22 de julio de 2019 - 07:43 p. m.
El lanzamiento del libro, moderado por Ramiro Araújo Segovia, será el próximo 24 de julio en la sede Arcopol de Bogotá, a las 6:00 p.m.  / Cortesía
El lanzamiento del libro, moderado por Ramiro Araújo Segovia, será el próximo 24 de julio en la sede Arcopol de Bogotá, a las 6:00 p.m. / Cortesía

Hay preguntas que, debido al tedio, el peso de la rutina, el bombardeo de los medios, las distracciones banales y la inmediatez a la que hemos tenido que acostumbrarnos gracias a la tecnología, ignoramos. Cuestionamientos que nos hacen pensar sobre cómo nos comportamos con el otro y si, en realidad, nuestra conducta es coherente con nuestras creencias y los valores que defendemos: ¿Qué es la justicia? ¿Qué es la dignidad? ¿Qué se requiere para ser feliz? ¿Hasta dónde debe llegar el Estado y hasta dónde los ciudadanos? ¿Cómo orientar la educación? ¿Qué es lo moralmente correcto? ¿Cuáles han de ser nuestras actitudes y propósitos para contribuir al bien común? ¿Cómo unir nuestros esfuerzos para el beneficio del bien común?

El libro El bien común, un desafío que nos hará más dignos, de Ignacio Araújo, reflexiona sobre el modelo social basado en la dignidad del ser humano y de los demás seres vivos. Además de definir conceptos, el autor profundiza sobre los alcances de estos, pero teniendo en cuenta que los valores que se han intentado instaurar de generación en generación, a pesar de tener el mismo significado e importancia, deben ser entendidos y atendidos conforme a la época actual. 

El autor, en un diálogo para El Espectador, habló sobre sus motivaciones para escribir este libro, los momentos más difíciles y sus conclusiones sobre la sociedad y sus valores, después de ver el libro publicado.

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 ¿Por qué decidió escribir este libro?

Lo que más me movió a escribirlo fue la creciente polarización política que se viene observando en Colombia en los últimos años. La sociedad prácticamente no hace ningún esfuerzo propio por solucionar sus problemas, esperando que algún político llegue a la presidencia a resolverlos. Luego de posesionarse el elegido, unos se dedican a atacarlo y otros a defenderlo, como si ese ejercicio fuera suficiente para mejorar nuestra situación social. Por eso pensé que la verdadera solución para Colombia no tenía que estar exclusivamente en manos de los políticos, sino de la misma sociedad. Llegué entonces a la conclusión de que lo que faltaba en nuestra sociedad era un objetivo que nos uniera a todos en lugar de dividirnos, como también una propuesta para alcanzar dicho objetivo sin tener que coincidir ideológicamente con algún partido político. Y en mi opinión, el mejor objetivo común que podemos plantearnos es el de alcanzar el bien común, objetivo que a su vez debe ir acompañado de una propuesta concreta para poder conseguirlo.

¿Cuándo y por qué hecho puntual empezó?

Desde hacía muchos años venía con la inquietud de definir el bien común, pues nunca encontré una definición que me satisficiera del todo. La decisión de escribirlo surgió poco después de haber considerado que por fin había elaborado una definición que tuviera todos los ingredientes que en mi concepto eran necesarios para hablar de verdadero bien común en un sentido integral. En ese momento me pregunté: ¿Y ahora para qué puede servir esta definición? La respuesta no se hizo esperar. Decidí que lo mejor era escribir un libro sobre el tema. Eso fue en el año 2015 y el libro terminé de escribirlo en el 2016, aun cuando solo fue editado en octubre de 2017.

¿Cuál fue el momento más complicado?

No diría que el momento, sino la parte más complicada. Sin duda fue el capítulo sobre la justicia, pues lo que quería era hablar de una justicia que abarcara todas sus posibles ramificaciones, y ningún autor de los que consulté proponía una definición de justicia aplicable a todas las situaciones a las que diariamente se ven expuestos los seres humanos, tanto en sus relaciones interpersonales como con todo lo que les rodea. Elaboré entonces una definición propia con la intención de que cualquiera pudiera comprenderla y derivar de ella una utilidad práctica para su propia vida, pues la mayoría de las personas no tienen muy claro qué cosas de las que les suceden son justas y cuáles no.  

¿Qué siente ahora que está publicado, con respecto a cuando lo estaba escribiendo? ¿Qué piensa?

Cuando lo terminé, me ocurrió lo mismo que cuando terminaba una poesía. Una gran satisfacción por terminar, pero al mismo tiempo una enorme nostalgia por haberse agotado el empeño de escribirlo. Para mí no existe sensación comparable con la ilusión de escribir y luego darle fin a ese proyecto. Sin embargo, me cautiva tanto el tema, que difícilmente transcurre un día sin que algo relacionado con el bien común ronde mi cabeza.

¿Cómo fue la elección del título y del tono del libro?

La elección del título fue muy difícil. Solo lo decidí al final, después de haber contemplado innumerables opciones. Quería un título que no sonara a crítica, ni que diera la impresión de un mensaje político. Tampoco que pareciera un pesado ensayo de corte académico. Por lo demás, debía ser muy fácil de recordar y llamar la atención de quien viera el libro o escuchara hablar del mismo. Por eso al primer libro le agregué un subtítulo que decía: “Un compromiso de justicia, dignidad y bienestar para todos”, en tanto que, a la versión básica, que es la que ahora se está ofreciendo, le añadí un subtítulo diferente que es: “Un desafío que nos hará más dignos”. En cuanto al tono de la versión básica, considero que es bastante didáctico y fácil de entender, dirigido a toda la sociedad en general y de manera muy especial a los estudiantes de los últimos grados de la educación secundaria y de los primeros períodos de la educación superior, para que puedan gozar de una perspectiva personal y social muy diferente cuando ejerzan alguna actividad económica.

Luego de haber pensado tanto en nuestra sociedad, ¿Cómo la ve? ¿Cuál cree que es el mayor de los problemas? ¿Por qué se dio ese problema? ¿Hay solución?

Creo que nuestra sociedad se encuentra muy desorientada. Son muy pocos los que realmente buscan elevar su propia dignidad bien entendida, que no es otra cosa que el auténtico orgullo que sentimos cuando lo que somos y hacemos es del todo compatible con el mejor concepto que nos gustaría tener sobre nosotros mismos. Quienes no buscan elevar su dignidad, terminan entonces persiguiendo unos sueños de riqueza, de poder, de viajes, de diversiones, de “experiencias emocionantes”, etc., que los llevan a convertirse en seres supremamente egoístas que solo buscan su propia conveniencia, y para obtenerla no les importa pasar por encima de la dignidad de los demás. Toda esta situación es fruto de una errada cultura social que está determinando nuestra voluntad y nuestras acciones. Es la cultura del egoísmo, del facilismo, de la ambición desmedida, del poder, de ser respetado y reconocido, de ser más vivo que los demás, del “todo vale”, de los derechos ilimitados sin deberes ni obligaciones, etc. Para mí, el origen de esa nefasta cultura fue una reacción social al autoritarismo de los padres, que en épocas pasadas no admitían un diálogo abierto y de “tú a tú” con sus hijos. Pero la culpa no fue solo de los padres. Las instituciones educativas tampoco se preocuparon mucho por comprender y orientar a los estudiantes. Y si a lo anterior le agregamos el contenido de los mensajes que se transmiten a través de las películas, de muchas series televisivas y de los medios de comunicación en general, no es de extrañar que se haya entronizado la actual cultura social.

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Pienso que el mayor problema social que encontramos hoy en día, del cual se derivan en una u otra forma los demás, es el egoísmo exacerbado, que nos ha conducido a menospreciar a nuestros semejantes, a irrespetarlos, a agredirlos, a no ser solidarios con ellos, a querer ganar una fortuna sin mayor esfuerzo, a obtener mucho poder para ser respetados y admirados, a ser extremadamente vanidosos, etc. En cuanto a si vislumbro alguna solución, definitivamente sí, y no es otra que promover por todos los medios posibles la cultura del bien común, basada en la verdadera dignidad humana, cultivando la propia y respetando la ajena. Inculcando buenos sentimientos y hábitos, y formando nuestra conciencia en principios y valores moralmente correctos. Solo así podremos aspirar a transformar nuestra actual cultura social al cabo de varias décadas, tal vez no más de tres. Pero para ello es indispensable que cada persona que realmente desee esa transformación cultural conozca mejor y contribuya a difundir la cultura del bien común, y que eso mismo comience a hacerse en las instituciones educativas y en los medios de comunicación.

¿Cómo ve a las nuevas generaciones en relación con los viejos valores éticos?

Yo prefiero no hablar de viejos ni de nuevos valores éticos, porque pienso que el hecho de respetar la dignidad ajena, por ejemplo, no es susceptible de ser catalogado como un viejo o nuevo valor ético. Lo que ocurre es que algunas conductas que en otros tiempos se consideraban contrarias a la ética, tal vez ahora no lo sean, y viceversa también. Castigar físicamente a un hijo se consideraba ético y ahora no. Pero robar o matar, en general, siempre se ha considerado antiético. Por eso no creo que las nuevas generaciones tengan buenos argumentos para derogar muchos valores éticos por el simple hecho de ser viejos. Más bien, la tarea que nos corresponde hacer es la de encontrar la esencia de aquellos valores éticos que deben mantenerse a través de los tiempos, no porque así lo haya dicho determinada persona, por muy respetada que sea, sino por el grado de universalidad que puedan tener.

Por * Redacción Cultura

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