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Conexiones y descubrimientos en una colección de arte

Los museos del Banco de la República presentan un diálogo de su colección en “Ires y venires”, que actualmente se encuentra en exposición en el Museo Casa Republicana.

Sandra Fernández - samifernandezc@gmail.com
13 de abril de 2021 - 02:00 a. m.
La exposición se articula singularmente con los meses de pandemia y confinamiento que se atravesaron a lo largo de los meses pasados. / Museos del Banco de la República.
La exposición se articula singularmente con los meses de pandemia y confinamiento que se atravesaron a lo largo de los meses pasados. / Museos del Banco de la República.
Foto: Archivo Part

La muestra “Ires y venires” es un viaje que se origina en España, de la mano de la curadora Estrella de Diego, como una expedición hacia el arte colombiano. Su rumbo: encontrar visiones del mundo iniciando con la apropiación del territorio a partir de imaginarios, lo que se vio reflejado en la muestra “Campo a través: arte colombiano en las colecciones del Banco de la República”, presentado en 2017 en Madrid. Bajo esta perspectiva, se generó un diálogo entre Estella de Diego y los curadores de la Colección del Banco de la República, Sigrid Castañeda y Julien Petit, en la que no solamente desde sus lugares de origen se dio visibilidad a un viaje por la colección, sino que, a partir de la hospitalidad como un lugar de descubrimiento de ires y venires, se refleja en esta muestra que se desarrolló por más de un año y que se presenta actualmente en el Museo Casa Republicana, del Banco de la República, en Bogotá.

Este viaje comienza por la conquista que, según Sigrid Castañeda, “es un elemento que nos marca como latinoamericanos y que sigue constituyendo nuestras formas de relación, una conquista que no se termina en el siglo XIX con la Independencia, sino que se continúa dando en la contemporaneidad”.

Desde esta perspectiva, en la que la conquista prevalece desde la apropiación del territorio, podemos ver al inicio de la exposición dos obras perfectamente relacionadas: la instalación Grano (1981), de Miguel Ángel Rojas, creada con granos de tierras traídas del campo que construyen un piso de baldosa de las habituales casas de ciudad, haciendo una relación entre el desplazamiento del campo a la ciudad y, la instalación Policarpa (1983), de la artista Gabriela Pinilla, una serie de ilustraciones que narran la historia de una comunidad desplazada asentada en terrenos aledaños del hospital La Hortúa. “Es todo un intento de colonización, de una toma y un acercamiento por parte de una comunidad”, explica la curadora.

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En un segundo momento, dentro de este primer capítulo, aparece el cuerpo que se origina entre esas relaciones de poder que finalmente desatan la conquista. La serie del artista Fernell Franco, titulada Amarrados (1998 y 1993) muestra grandes paquetes envueltos con telas y cuerdas en un ambiente sombrío como si fuesen cuerpos embalsamados; estas obras acompañadas de las camisas almidonadas en yeso atravesadas por una barra de metal de Doris Salcedo reconocen la ausencia y la violencia de un cuerpo. En este mismo escenario podríamos agregar otra obra que aparece en la sala, Estudio para la violencia (1962), de Alejandro Obregón, pintura que revela los procesos de elaboración de su obra icónica, reflejando a una mujer embarazada herida y asesinada.

“El cuerpo es el primer campo de batalla de esa conquista y en un país como el nuestro seguimos en la conquista”, dice Castañeda, y es que el cuerpo, su reconocimiento y exploración en un territorio determinado hizo que “Ires y venires” se instaurara en estos tres capítulos: Conquista, Umbrales y Corografías, siendo para la curadora la obra La señorita, de la artista Julieth Morales, el eje que articula esta exposición.

El segundo capítulo se titula Umbral, es ese pasaje hacia lo desconocido, lo nuevo o ese límite que invita pasar hacia un territorio inexplorado. Este eje se divide en la vida y la muerte, lo físico, lo terrestre y lo celeste. Se encuentran obras como Cementerio jardín vertical (1992), de María Fernanda Cardoso, una instalación hecha con flores plásticas blancas que sobresalen a tumbas dibujadas en una pared que reflexionan sobre el acto de llevar flores a la tumba. Aquí la muerte se conecta con la obra de Beatriz González Asesinada mujer en hospedaje (1985), una pintura hecha en un cubrecama de la imagen de una mujer asesinada que la artista saca de un periódico de Bucaramanga. “La cama aquí se representa como lecho de muerte, ese límite entre la vida y la muerte”, explica Sigrid Castañeda. Este umbral está representado también con Estructura para transición # 11 (2013), del artista Gabriel Sierra, una instalación compuesta por yeso y tablas de roble que permite ser atravesada por los visitantes de la exposición; al pasar dicha estructura se encuentra en medio de la sala una puerta de madera intervenida por ambos lados, Chanel y Vietnam(1969), del artista Umberto Giangrandi, que muestra por un lado a una mujer mediática juzgada por varios ojos y, por el otro, una mujer vietnamita en medio de los estragos de la guerra.

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El viaje finaliza con el tercer capítulo Corografías, un despertar hacia la realidad y que en su mayoría está compuesta por fotografías de paisajes, situaciones urbanas, imaginarios y retratos. En palabras de la curadora: “Se entiende el territorio en función de quién lo habita. Esa estrecha relación de quien lo habita y cómo el territorio lo incluye.

En un primer momento, 12 fotografías hechas por Héctor Acebes en dos expediciones que realiza el artista en África en 1949 y la otra en 1953. Sus obras dan cuenta de ese descubrimiento y relato visual sobre un territorio poco explorado. Se ve también en un contexto histórico la videoinstalación El agua que tocas es la última que ha pasado y la primera que viene (2013), del artista Nicolás Consuegra, que muestra desde distintos ángulos el río Magdalena en diferentes pantallas como un paisaje que constituye el pasado, presente y futuro.

Una revisión hacia la historia da paso no solamente a ver distintos momentos de la fotografía, sino a lo que conlleva el retrato como captura de una realidad individual. La selección del archivo fotográfico de José Marulanda representa los rostros del pasado, en una época en la que finalmente el retrato fotográfico tiene cabida sin distinciones. Al frente de esta selección, la fotografía toma otra forma, Simulacros (1999), de Óscar Muñoz, compuesta por tres recipientes rellenos de agua y un polvo negro que revela los autorretratos del artista.

Este es solamente un fragmento de la exposición que cuenta un viaje de ida y vuelta, y que se podrá apreciar mejor a simple vista, con contenidos de video y con obras que se alternarán durante los diez meses de exposición.

Sobre las Conquistas en “Ires y Venires” *

“La palabra “conquista” proviene del latín conquisitāre, que significa adquirir de manera reiterada o permanente’. Aunque en principio se utilizó para referirse exclusivamente a la victoria militar, en la historia americana este término designa a todo el proceso de exploración, toma y asentamiento de los territorios en el denominado Nuevo Mundo por parte de las coronas europeas.

ara Latinoamérica, el término contiene una carga semántica imposible de borrar, que refiere invariablemente a ese traumático proceso ocurrido a partir de 1492. La Conquista, en cuanto fenómeno violento de posesión del territorio y opresión de sus habitantes, confrontó universos e imaginarios disímiles y distantes. Aquello que se configuró en América fue uno de los más cruentos episodios de la historia de la humanidad, del cual nadie salió ileso.

A lo largo de la historia, la dominación ha buscado formas de justificarse política, legal y teológicamente. Pasados los siglos coloniales, esas justificaciones se mantuvieron vigentes y fundan, aun hoy, las nuevas formas de colonizar”.

* Extracto del catálogo de la exposición.

La propuesta pedagógica de “Ires y Venires”

En el marco de esta exposición, la sección de Servicios al Público y Educativos pone a su disposición una serie de actividades y desarrollos pedagógicos que sugieren de diferentes procesos de encuentro y aprendizaje con relación a las obras, artistas y planteamientos curatoriales, a partir del viaje como concepto central de reflexión. La propuesta pedagógica contempla 3 ejes: el desarrollo interactivo virtual Nómada, el material pedagógico Errantes y una programación continua de seminarios, conferencias, talleres y otras actividades.

El desarrollo interactivo virtual Nómada propone una experiencia mediante el acto minimalista de mover un poliedro a lo largo de un espacio infinito a través de una metáfora de navegación sencilla: las narraciones sobre las obras de la exposición se presentan como puntos distribuidos en la superficie de una esfera. Estos puntos describen el poliedro irregular que gana un vértice cada vez que se accede a un documento. La fluidez y gracia del movimiento de la forma sobre el plano aumenta a medida que se accede a cada contenido.

Por Sandra Fernández - samifernandezc@gmail.com

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