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Vargas Vila, el autor prohibido

Sus enemigos en Colombia intentaron borrarlo de la memoria retirando sus novelas de librerías y bibliotecas, pero la “operación olvido” fracasó porque su obra ya tenía alas y revoloteaba por el mundo.

Alberto Medina López
12 de noviembre de 2020 - 02:00 a. m.
La primera novela de Vargas Vila fue catalogada como inmoral por la Iglesia.
La primera novela de Vargas Vila fue catalogada como inmoral por la Iglesia.
Foto: Archivo Particular

El sacerdote libidinoso, el terrateniente infame, la meretriz vestida de gran dama, la santurrona hipócrita y el político corrupto caminan por las páginas en las que José María Vargas Vila hace discurrir su verbo alambicado y severo.

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Su primera novela, Aura o las violetas, fue catalogada como inmoral por la Iglesia desde su primera página, donde el autor invita al lector a cerrar el libro “si deseáis el desarrollo de una intriga, o la persecución de un fin moral, social o religioso (…) porque nada de eso encontraréis en él”.

Pero es Flor de fango la muestra plena del anticlericalismo de un hombre al que los curas y los conservadores no bajaban de blasfemo incorregible y de ateo consumado. Vargas Vila, además de herir con su literatura las falsas posturas de su tiempo, abrigaba el pecado de ser liberal.

Sus obras se publicaron entre 1886 y 1930, cuando sus enemigos estaban en el poder y él en el exilio. Los conservadores, con la regeneración de Rafael Núñez a la cabeza, ostentaban el poder en Colombia.

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Dos personajes en Flor de fango son buen ejemplo de la dura crítica a los hombres de su época. El aristócrata don Crisóstomo de la Hoz había ascendido “por el muro agrietado de aquella sociedad conservadora”.

“Fingió la fe de un cartujo, el entusiasmo de un cruzado, la pureza de un asceta: hizo de la hipocresía un escudo, de la religión su corcel de guerra y con ellos libró sus grandes batallas en la banca y el comercio”.

El otro personaje es el cura de un pueblo que vivía bajo los ardores del deseo y la concupiscencia. Aunque batallaba contra el pecado, al final gustaba más del pecado que de la oración. “(…) y, abriendo su sotana, gritaba: ¿si no eres escudo, para qué me sirves?”.

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El respetable aristócrata conservador y el siervo de Dios fueron los demonios de la protagonista, una hermosa y virtuosa maestra de escuela que logró escapar de sus acosos e intentos de violación, pero no de sus poderes destructivos.

Vargas Vila publicaba y, casi al mismo tiempo, desde el púlpito y desde los sillones del poder político, estallaban las condenas para quienes lo leyeran. Sus obras, sin embargo, lo cuenta Germán Arciniegas, se vendían como pan caliente en la librería Apolo, en la calle Florián de Bogotá.

Las fuertes críticas de Vargas Vila a la alianza entre el gobierno del presidente Núñez y la Iglesia retumban en la novela cuando alude al cura del pueblo como presidente de la junta de instrucción, que sometía a los alumnos “a recitar como cotorras la doctrina cristiana (…), dominado aquel pueblo por su párroco, fanático, ignorante, con visos de político”.

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Consuelo Triviño, a quien le debemos en gran parte la inmortalidad de Vargas Vila, destaca su irreverencia en una época en la que reinaba la mojigatería. El escritor, señala la investigadora, fue “la primera piedra lanzada contra un establecimiento social en decadencia”.

Y las piedras las lanzaba donde estuviera: en Venezuela, en Estados Unidos, en París, en Roma, en Cuba, con Rubén Darío o con José Martí, donde lo acogiera la larga noche del destierro.

José María Vargas Vila murió en Barcelona en 1933, eclipsado por el olvido y la ceguera. Sus enemigos en Colombia intentaron borrarlo de la memoria retirando sus novelas de librerías y bibliotecas, pero la “operación olvido” fracasó porque su obra ya tenía alas y revoloteaba por el mundo.

Por Alberto Medina López

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luis(89686)20 de abril de 2024 - 05:44 p. m.
No hemos podido, después de más de 100 años de la obras de Vargasvila, quitarnos el cristianismo que corrompe muestra mente.
luis(89686)20 de abril de 2024 - 05:35 p. m.
No hemos podido, después de más de 100 años de la obras de Vargasvila, quitarnos el cristianismo que corrompe muestra mente.
Ricardo(gaiux)12 de noviembre de 2020 - 08:09 p. m.
Pues parece que estuviera narrando la actualidad. No cambiado nada.
Alvaro(83986)12 de noviembre de 2020 - 01:55 p. m.
El mismo error de algunos articulistas: Aura o las violetas fue su primer libro, pero no ataca a nadie, y, además, es contrario a todos los demás que escribió. Soy el que más sabe sobre don José María de la Concepción Apolinar, "El último romántico", y no es inmortal por la señora Triviño, sino por él mismo. Fue el escritor más leído de América y del mundo hispánico.
Carmela(39411)12 de noviembre de 2020 - 10:47 a. m.
Nunca sera olvidado. Su inmensa obra es totalmente vigente. 👏👏👏👏
  • Alvaro(83986)12 de noviembre de 2020 - 02:00 p. m.
    Carmela, así es. Y si alguien desea saber más sobre el gran escritor, me puede escribir al correo lupin283arrobagmail.com
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