El Magazín Cultural

Juan Pablo II, según el escritor Fernando Vallejo

Así como publicamos artículos sobre el legado espiritual que le atribuye a Karol Wojtyla el mundo católico, también las opiniones del más acérrimo contradictor del papado y de la Iglesia.

Fernando Vallejo
02 de julio de 2016 - 02:58 p. m.
Juan Pablo II, según el escritor Fernando Vallejo

(Vea el especial sobre la visita del papa Francisco a Colombia) Fragmentos de “La puta de Babilonia”, obra del escritor antioqueño Fernando Vallejo sobre la historia de la Iglesia Católica publicada por los sellos editoriales Alfaguara y Planeta:

“El sábado 2 de Abril de 2005, tras veintiséis años, diez meses y diecisiete días de pontificado durante los cuales ayudó como nadie a sumarle a la población mundial dos mil millones y casi revienta el santoral con los cuatrocientos ochenta y dos nuevos santos y los mil trescientos treinta y ocho nuevos beatos en espera de canonización que como por la magia de Aladino produjo su mano suelta, por fin murió Wojtyla, el papa más dañino, pérfido y malo que haya parido en sus putos días la puta tierra. Mentía en once lenguas además del polaco en que lo amamantó la Mentira. No bien se montó al solio de Pedro por un golpe de la suerte tras el fugaz pontificado de Albino Luciani (que Dios sabrá si no murió asesinado) y puso a funcionar todo el aparato vaticano al servicio de su vanidad que no conocía más límites que los del universo. Quería que lo vieran, lo oyeran, lo aplaudieran, ser el centro de todos y de todo, todo el tiempo. ¿Y qué decía? Estupideces. Era homofóbico sin irle ni venirle, salvo que hubiera sido una mariquita de clóset, que bien puede ser. La idea del semen per angostam viam lo enloquecía como al Doctor Angélico y a la Inquisición. En cambio le importaba un carajo que acuchillaran en los mataderos a las vacas. Ni un solo niño o perro abandonado recogió. ¡Y cuántos niños no nacieron con sida en África mientras él predicaba contra la interrupción del embarazo y el condón!. De los setecientos millones de espermatozoides que se pierden, por lo bajito, en cada eyaculación, y de las incontables eyaculaciones que se pierden en el curso de la vida de cada hombre nada decía este truhán tonsurado. Vivía en palacios entre comodidades y criados y más protegido que el tesoro de Tutankamón. Viajaba en jet privado, salía en televisión día y noche e inundaba con su santurrona efigie el planeta. Impúdicamente disfrutaba de los logros de la ciencia atea que la Puta que él encarnaba combatió y obstaculizó por siglos, opuesta siempre a todo progreso e investigación. A la Puta la manejó como un autócrata y nunca permitió la más mínima disensión. Viajó siempre en jet privado y en su impúdica agonía de meses ocupó un piso entero del Hospital Gemelli como si fuera príncipe saudita y no el más humilde entre los humildes que pretendía ser.

En esos veintiséis años, diez meses y diecisiete días en que representó la farsa de la santidad visitó ciento treinta países, doscientas sesenta y nueve ciudades italianas y doscientas setenta y cuatro de las trescientas veintiocho parroquias de la diócesis de Roma, recorriendo en total un millón trescientos mil kilómetros, el equivalente a más de tres viajes de la tierra a la luna. Promulgó trece encíclicas, trece exhortaciones apostólicas, cuarenta y una cartas papales, diez constituciones apostólicas y diecinueve motu proprios; convocó ocho consistorios y quince sínodos; escribió más de cien documentos, cartas o constituciones; recibió a más de catorce millones de fieles en ochocientas setenta y siete audiencias semanales a las que hay que sumar quinientas ochenta y cuatro visitas oficiales de Jefes de Estado y ochenta y dos de primeros ministros; pronunció dos mil cuatrocientos discursos o sermones o como los quieran llamar; nombró ciento cincuenta y siete nuevos cardenales. En sus nueve viajes apostólicos al África visitó treinta y dos países. Dignas de recordar son sus visitas al epicentro del sida: el Congo, Zaire y Sudáfrica, donde anduvo satanizando el condón y diciéndoles a los niños negros sin porvenir ni padres que "bienvenidos al banquete de la vida". En su obtusa testa de santurrón no le cabía el que la immissio penis in vaginam es la fuente de todos los infortunios del mundo. Devoto de la Virgen María, varias veces fue a sus santuarios de Knock en Irlanda, Fátima en Portugal, Lourdes en Francia y la Basílica de Guadalupe en México a supervisar los inagotables chorros de dinero que de ellos fluye hacia las incolmables arcas de la Puta. El 15 de Mayo de 1995 ofició una misa en Manila ante la más grande concentración de bípedos gregarios que registre la Historia: entre cuatro y ocho millones. El 27 de Octubre de 1986 reunió en Asís a ciento veinte representantes de todas las sectas cristianas y de las demás religiones para pasarse un día entero con ellos orando y ayunando, quitándole así el récord de ayuno al ex presidente de México el gran bandido Carlos Salinas de Gortari que ayunó desde el desayuno hasta la comida de medio día en protesta por lo poco que le dejaron robar.

Wojtyla fue el primer papa en visitar una sinagoga, la de Roma, el 13 de Abril de 1986. Y en marzo del 2000 fue a visitar el monumento nacional israelí del holocausto, el Yad Vashem, y a hacer historia en Jerusalén tocando con su mano bendecidora el Muro de las Lamentaciones, el lugar más sagrado de los judíos, a los que les pidió perdón por las atrocidades cometidas contra ellos por la Puta desde que mataron a Cristo. Tras la muerte de la cotorra mentirosa la Asociación Judía Antidifamación (Anti Defamation League) emitió un comunicado declarando que Juan Pablo II había revolucionado las relaciones entre católicos y judíos, y que a él se le debía "más cambio para bien en sus veintiséis años de pontificado que en los casi dos mil años que lo precedieron".

¿Qué quiere decir esta estúpida declaración? ¿Que la visita a una sinagoga y el hecho de tocar un muro y de pronunciar unas palabras melosas borran dos mil años de persecución, tortura, deportaciones y asesinatos cometidos en nombre de Cristo contra los judíos? Si así fuera, ¿por qué no reinstalamos entonces el Tercer Reich que sólo los persiguió diez años? En mayo de 1999 fue a Rumania invitado por el patriarca Teoctist de la Puta Ortodoxa Rumana, convirtiéndose en el primer papa que visitara un país predominantemente ortodoxo desde el gran cisma de 1054. Se diría que el impúdico Wojtyla se había propuesto batir en desvergüenza a todos sus predecesores para arrasar por partida múltiple en los récords Guinness. Su gran sueño era visitar a Rusia en busca de nuevos súbditos pero no lo logró. Llegó hasta devolverles el icono de Nuestra Señora de Kazán a ver si lo invitaban. "El asunto de la visita del papa a Rusia –contestó Vsevolod Chaplin en nombre de la Puta Ortodoxa Rusa– está relacionado con los problemas entre las dos Iglesias, hoy imposibles de resolver, y no tiene nada que ver, como creen los periodistas, con el simple hecho

de devolver uno de entre los muchos objetos sagrados que se robaron y sacaron ilegalmente de Rusia".

Recibió en audiencia privada en el Vaticano al terrorista Yasser Arafat cuatro veces; una al criminal nazi Kurt Waldheim, presidente de Austria; y otra a Fidel Castro, a quien le retribuyó su visita viajando un año después a Cuba a legitimar con su presencia allá la continuidad del tirano. ¿A dónde no fue, dónde no habló, con qué tirano o granuja con poder no se entrevistó? Un poco más y alcanza a abrazar al genocida de Saddam Hussein, al que ya le tenía puesto el ojo. A Angelo Sodano, amigo de Pinochet y alcahueta de sus crímenes durante los once años que fue Nuncio Apostólico en Chile, lo nombró Secretario de Estado, el más alto puesto de la burocracia vaticana después del suyo. Al tartufo cazador de herencias y estafador de viudas José María Escrivá de Balaguer, fundador de la secta franquista del Opus Dei y más perverso y tenebroso él solo que toda la Compañía de Jesús junta, lo canonizó. A su nuncio en Argentina Pio Laghi, en pago por su apoyo a la guerra sucia en ese país donde solía jugar tenis con el dictador criminal Jorge Rafael Videla, lo nombró pronuncio en Estados Unidos, jefe de la Congregación para la Educación Católica, luego lo hizo cardenal y finalmente cardenal protodiácono. En Nicaragua satanizó lo que llamaba "la Iglesia popular" y en El Salvador condenó al cardenal Oscar Romero, cuyas denuncias de los escuadrones de la muerte de su país le habrían de costar la vida: un francotirador lo mató de un tiro en el corazón mientras celebraba una misa en el hospital de La Divina Providencia y en el preciso momento de la eucaristía. El rosario de las bellaquerías de Wojtyla no tiene cuento.

Al final, para seguirse haciendo ver, le dio por pedir perdón y se disculpó por un centenar de los incontables crímenes cometidos por la Puta en los mil seiscientos años que disfrutó de un omnímodo poder. Y así el 31 de Octubre de 1992 pidió perdón por la persecución en 1633 a Galileo; el 9 de Agosto de 1993, por la participación de la Puta en el comercio de esclavos en África; en Mayo de 1995 y en la República Checa, por los que quemó la Puta en la hoguera y por las guerras de religión que desencadenó tras la Reforma protestante; el 10 de Julio de 1995 y en una carta a "todas las mujeres", por las injusticias cometidas contra ellas en nombre de Cristo, por la violación de sus derechos y por la misoginia empecinada de la Puta; el 16 de Marzo de 1998, por el silencio cómplice del catolicismo ante el holocausto; el 18 de Diciembre de 1999 en Praga, por la ejecución de Jan Hus en la hoguera en 1415: que "independientemente de las convicciones teológicas que defendió Hus no se puede negar por más tiempo su integridad personal ni su empeño por elevarle el nivel moral a su nación", dijo el desvergonzado.

El 12 de Marzo de 2000, durante una de las misas del perdón que se inventó, lloró "por los pecados de los católicos cometidos a lo largo de los siglos contra los grupos étnicos, por la violación de sus derechos y el desprecio a sus culturas y tradiciones religiosas". El 4 de Mayo de 2001 le pidió perdón al patriarca de Constantinopla por los pecados de los cruzados cuando devastaron a esa ciudad cristiana en 1204. El 22 de Noviembre de 2001 y por internet, pidió perdón por los abusos de los misioneros contra los pueblos aborígenes del Pacífico Sur. Y un largo etcétera. Pero lo que más me gusta de toda esta bellaquería de nuevo cuño es la visita del impúdico el 6 de Mayo de 2001 a la mezquita de los Omeyas en Damasco a la que entró a orar y a perorar y donde dijo en su perorata: "Por todas las veces que los musulmanes y los cristianos se han ofendido pidámosle perdón al Altísimo y perdonémonos mutuamente".

Y acto seguido el caradura besó el Corán. Por un beso de éstos al Corán en la España de los Reyes Católicos o en la Roma de San Pío V lo habrían quemado vivo en la hoguera por apóstata. Son los signos de los tiempos. ¿Y qué papa habrá de pedir perdón en el futuro por la homofobia de Wojtyla y por la infinidad de niños que nacieron para ser abandonados o con sida por su obtusa oposición a las píldoras interruptoras del embarazo y al condón en un mundo superpoblado? ¿O por los infinitos crímenes de la Puta carnívora y bimilenaria contra nuestro otro prójimo, los animales?

El sábado 2 de Abril de 2005 y tras una enfermedad de meses que puso a cagar fuego al Vaticano y mantuvo en vilo al planeta, por fin murió Wojtyla, el papa de la paridera. Al día siguiente, domingo 3, Joseph Ratzinger le ofició su buena misa de cuerpo presente. Y el viernes 8 el mismo Ratzinger le presidió la misa de difuntos en San Pedro, concelebrándola con el Colegio de Cardenales en pleno, ciento sesenta y cuatro purpurados, y con los patriarcas y arzobispos de las diversas sectas orientales católicas. Esta misa concelebrada, que precedió al entierro propiamente tal, congregó a varios millones de ovejas carnívoras en Roma y al más grande número de jefes de Estado que conozca la Historia, superando los del entierro de Winston Churchill, y dos mil millones la vieron por televisión: más que los que vieron el entierro de la entelerida princesa Diana. El entierro de Wojtyla se convertía así en el más suntuoso que haya disfrutado cadáver de homo sapiens en proceso de putrefacción (alguno). Pantallas digitales gigantes desplegadas en varios puntos de Roma, como el Circo Máximo, transmitían la ceremonia para los millones de peregrinos que se volcaron sobre la ciudad a ver si les alcanzaba a llegar una partícula siquiera del olor del cadáver de quien muriera en olor de santidad y emprendía ahora su último viaje rumbo al agujero negro de Dios. Todo un circo.

Cuál es el papa más ruin es cosa imposible de determinar en tanto no inventemos el aparatico que mida la ruindad del alma. Lo que sí se puede en cambio saber, pues lo podemos cuantificar, es cuál fue el más asesino y cuál el más dañino. El más asesino, el italiano Lotario da Segni, alias Inocencio III, quien con sus tres cruzadas (la de los albigenses, la cuarta contra los infieles y la de los niños) fue el que más mató o empujó a la muerte. Y el más dañino, el polaco Karol Wojtyla, alias Juan Pablo II, el máximo azuzador de la paridera, quien durante los veintiséis años de su pontificado, sin irle ni venirle, ayudó como nadie a aumentarle a la población del mundo dos mil millones que se dicen rápido pero que excretan mucho. Viajaba en jet privado y se sentía la voz de los pobres. ¡Y pensar que un día en México lo tuve a tiro de piedra! Pasó cagando bendiciones desde su papamóvil por la Avenida Insurgentes frente a mi casa. Polonia lo parió. Pero en vez de repudiarlo o venderlo a un circo, hizo del monstruo su hijo predilecto. ¡Malditos rusos que mataron a cien millones con su comunismo y no sirvieron ni para acabar con tan pernicioso país! Ante el Tribunal de la Historia desde aquí denuncio a Karol Wojtyla: que lo desentierren y lo juzguen como desenterró y juzgó el papa Esteban VII el justiciero al papa Formoso y que le corten los tres dedos de su puta mano bendecidora, y así, mutilado y semi engullido por los gusanos (mis hermanos gusanos que ya llevan meses envenenándose con él) lo tiremos en procesión solemne al Tíber como una bomba sucia musulmana para que contamine a Roma la Puta, la babilónica.

Los ríos llevan su mierda al mar y mientras se derriten los polos y nos asfixiamos bajo un cielo de smog Wojtyla se pudre impune en la tumba. ¡Santo súbito! Que lo van a canonizar, pero siempre no. Su sucesor, el inquisidor Ratzinger, quiere pero no quiere con eso de que fue un protector de pedófilos como el padre Marcial Maciel. .. Eso le mancha su hoja de entrada al cielo”.

Por Fernando Vallejo

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