El Magazín Cultural

Juancho de la Espriella y su pasión acordeonera

Este artista, que ha grabado al lado de Diomedes Díaz, Silvestre Dangond, Martín Elías y Peter Manjarrés, combina las rutinas del pasado y los nuevos sonidos del vallenato.

Félix Carrillo Hinojosa*
10 de diciembre de 2016 - 09:46 p. m.
Juancho de la Espriella nació el 26 de febrero de 1973 y comenzó a tocar acordeón antes de cumplir 14 años.  /Blogvallenato.co
Juancho de la Espriella nació el 26 de febrero de 1973 y comenzó a tocar acordeón antes de cumplir 14 años. /Blogvallenato.co

La alegría con que un niño de doce años miró el acordeón de tres hileras en el taller donde lo arreglaban, es la misma que tiene hoy, muchos años después, convertido en una de las figuras divulgadoras de ese instrumento. Es la historia de muchos niños que como él, volcaron toda la magia de su infancia, en escudriñar por qué un aparato, cuyo rostro de anciano, bota sonidos y les cambió la vida. 

Esta es la historia, que vive en la actualidad, un acordeonero como Juan Mario de la Espriella Salcedo, quien hace parte de la nueva generación y del selecto listado que defienden al vallenato, combinando las rutinas del pasado y los nuevos sonidos, que la posmodernidad propicia, en manos de nuevos divulgadores de ese género musical conocido como vallenato.

¿Dónde nació y quiénes son sus padres?

Nací en Sincelejo –Sucre, el 26 de febrero de 1973 en el hogar de mis padres, Rosario Salcedo y Carlos de la Espriella.

¿Cómo se desarrolló su infancia y cuáles fueron sus primeros inicios en la música?

Fui traído desde niño a la ciudad de Bogotá. A los doce años, ya estaba detrás de los músicos, que eran el motor del vallenato en ese tiempo. Ahí empecé a darle claridad a mis sueños por el acordeón. Siempre estaba metido en los estudios de grabación, pendiente de lo que venían a grabar las figuras de esa música.

¿Cómo obtiene el primer acordeón?

A los trece años le puse a mis padres, ‘una serenata’ que quería tocar acordeón. A ellos no les sonó la idea y ante su negativa, cogí  unas cadenas de oro que me habían regalado ellos y una tía y las vendí, para comprar el instrumento. Al ver esa decisión mía, mi  padre me completó y fui en compañía de Rodrigo Ortega, quien fue el primero en darme clases,  a un taller donde los arreglaban y compré uno de segunda, que me costó $ 90.000. Con esa fiebre, empecé a ir a las parrandas y Festivales, que se hacían en Bogotá y Madrid, Cundinamarca.

¿Qué músicos influenciaron esa inquietud por el acordeón?

Más que músicos, era la pasión con que asumí  el tema del acordeón, en el que pensaba las 24 horas. La vida se me iba detrás de la música vallenata. Todo mi tiempo estaba resumido en ese instrumento, en el que muchas veces dejé de ir a clases para estar pendiente de su sonido, de lo que hacían músicos como “Cocha” Molina y Juancho Rois, los más cercanos que tuve en mi formación de acordeonero y quienes fueron especiales conmigo.

¿Cuál fue la primera canción que interpretó en el acordeón?

Fue “María Espejo”, un paseo de César Castro Hernández. Ese día sentí la emoción más grande del mundo. No cabía en mí y ese hecho, me encaminó  a lo que soy hoy en la música vallenata.

¿Cómo fue la primera grabación?

Tenía 18 años, y el cantante Miguel Cabrera me buscó para hacer un producto que se hizo en el estudio de Alfonso Abril para el sello disquero Sonolux. Fue una experiencia única, cuya emoción solo es comparada con el nacimiento de un hijo. A ese primer logro  le siguieron dos productos más, que me dieron las alas para continuar.

¿Al separarse de Miguel Cabrera, qué pasa con el sueño del acordeonero?

Con él hice tres trabajos vallenatos, pero su mundo estaba en la profesión del derecho, mientras yo tenía toda mi vida fundamentada en el acordeón. El director de Olímpica, César Jaimes, decidió financiar la grabación de un producto musical que se hizo donde Alfonso Abril, al lado de Peter Manjarrés. Se grabó en 1998 y salió un año después. Ya Peter Manjarrés estaba en Valledupar haciendo su rural como odontólogo y decidimos montar la sede del grupo en esa ciudad.

¿Por qué se separan Peter Manjarrés y Juancho de la Espriella?

Después de hacer cuatro producciones musicales con él nos separamos. Estábamos creciendo, ya varias ciudades, entre ellas Barranquilla, aceptaban nuestra música, pero se rumoraba que la nueva unión sería Franco Arguelles con Peter Manjarrés, como en efecto ocurrió. Ante ese hecho, Carlos Bloom me llama para hacer la unión con Silvestre Dangond.

¿Cómo se da esa unión?

La unión con Silvestre Dangond cayó de maravilla. Empezamos a tocar  en toda Colombia. Ese producto fue el último que se hizo en el estudio de Sony Music, con la dirección de Robert Mesa, ya fallecido. No dábamos para poder cumplir con tanto pedido. Eso se convirtió en un boom musical que marcó el derrotero de ambos. Después siguieron seis productos más.

¿Por qué estando con Silvestre Dangond, usted decide grabar con Diomedes Díaz?

Al estar Diomedes Díaz recluido en la cárcel municipal de Valledupar, Guillermo Mazorra y Manuel Páez, deciden realizar un producto con varios acordeoneros. Fui citado por él, quien me entregó la obra del negrito Osorio “Pidiendo vía”. Al día siguiente, se la hice llegar con sus arreglos, que llenaron de emoción al cantautor, quien decidió no hacer el producto como lo tenía pensado, sino que me entregó toda esa responsabilidad a mí. Todas las bases de ese producto, se grabaron en el estudio de Omar Geles y a Diomedes Díaz le dieron tres días para grabarlo.

¿Si todo marchaba bien con Silvestre Dangond, por qué se separan?

Al separarme de Silvestre, recibí varias propuestas de destacados artistas del vallenato, pero todo apuntó a que la unión debía darse con Martín Elías como lo hicimos, ya que Rolando se fue con mi anterior cantante. Fueron unos mano a mano para alquilar balcón. Con ellos, ganó la música vallenata, ya que fue creciendo la imagen de los cuatro y por ende nuestra música. Lo que grabé con Martín fue un producto dedicado a los jóvenes, menos vallenato, con letras, cuyo contenido estaba en concordancia con lo que se estaba haciendo. Para el segundo, mi presencia es más notoria, pues la esencia de las raíces es más visible. Nuestra separación se da, porque al manager que teníamos, le faltó una mayor organización y eso afectó la relación entre Martín y yo”.

¿Por qué unirse con el “Mono” Zabaleta?

Él es una de las nacientes figuras que tiene el vallenato. Todo iba bien, hasta que apareció en nuestra unión, “el Tour del reencuentro” que unos empresarios hicieron en torno a Silvestre y a mí. No era una unión. Era una gira para darle gusto a los seguidores que nacieron con nosotros. Fueron más de treinta presentaciones. El “Mono” Zabaleta no comprendió esa situación, siendo un muchacho muy talentoso, no miró las ventajas comerciales que ese hecho originó, así que decidimos de mutuo acuerdo separarnos”.

En la actualidad, de lo que se habla y que los seguidores del vallenato querían era ver de nuevo a Peter Manjarrés con Juan Mario de la Espriella, situación que se ha dado. ¿Qué representa para el acordeonero ese hecho?

Nos coge en una etapa de madurez musical, espiritual, familiar, de temperamento, superior a lo ocurrido hace alrededor de quince años. También nos encontramos con una preocupación, que compartimos y es la situación que vamos a dejar plasmado en nuestro próxima producción musical. Es necesario ponerle a este tiempo, un equilibrio responsable. Hoy día encontramos acordeoneros muy rápidos, conocen más el acordeón, pero les falta corazón. La composición eliminó la lírica, le dio paso más al ritmo que a la poesía. Nosotros como figuras visibles del vallenato, les hacemos un llamado a nuestros colegas, para fortalecer nuestra música. No quiero decir que estemos contra nadie, solo que debemos asumir con mayor responsabilidad nuestro tiempo.

Hay un producto, a manera de homenaje, por su trabajo artístico que saldrá pronto en donde hay creadores e intérpretes invitados muy cercanos a sus afectos. ¿Cuál es la razón que lo invita a hacerlo?

He decidido celebrar mis años, que son más de veinte, dedicados a la música vallenata. Es un producto para darle gusto a mi corazón, en donde escogí los creadores e intérpretes que más me gustan. Al estilo de los años ochenta, en donde van a encontrar la voz de mi corazón, frente a la música lírica, a la esencia, a los decires reales del vallenato. Es una grabación, en donde encontrarán un acordeón, ejecutado de la manera más natural.

* Escritor, periodista, compositor, productor musical y gestor cultural. 

Por Félix Carrillo Hinojosa*

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