La casa que vivimos

Cortesía

En la infancia vivimos múltiples experiencias que de adultos quizá ya hemos olvidado. Sin embargo, esas experiencias se quedan para recordarnos que fuimos niños, esos que se rieron, se divirtieron, hicieron maldades, amaron, pero que también sufrieron a escondidas, lloraron o tuvieron temores. La casa que vivimos es el libro de Gloria Luz Toro Ángel, una psicoanalista reconocida de la ciudad de Medellín, quien a partir de los recuerdos de su infancia nos da a conocer, cómo de adultos manifestamos de manera implícita esos comportamientos no resueltos de la niñez, sin que esto sea muy consciente, y cómo cada rincón vivido en la casa de la infancia hace parte del ser humano y su transformación.

Nació en Medellín en 1972, es Licenciada en Educación especial, especialista en niños con énfasis en psicoanálisis, y con maestría en ciencias sociales.  En el segundo semestre del año 2017, interrumpió el doctorado en Psicoanálisis, para dedicarse a cumplir el propósito que tenía cuando era niña, escribir un libro, este libro: "La casa que vivimos", una metáfora para dar cuenta que la casa de cada uno es su propio ser, y que la primera casa del ser es la infancia, la cual hay que reacomodar y amoblar cuando somos adultos si queremos una vida tranquila.

De niños tuvimos muchas vivencias y sensaciones, como el miedo al demonio o a los monstruos, a la oscuridad, a los espacios cerrados o abiertos, a los vecinos, al sacerdote, a la muerte del mejor amigo, a los alacranes o a no estar cerca de la mamá, a ser felices con el olor a tierra, con un lugar en la escuela, un cuento ilustrado, un sabor de helado o un color con el que nos identificamos, a jugar con la forma de las nubes que nos alegró una tarde de tristeza. Estas vivencias indudablemente impactan la vida de las personas, y es esto justo lo que nos muestra en su libro de manera poética Gloria Luz Toro. A través de sus recuerdos, nos enseña de manera implícita la relación íntima de las experiencias de la niñez con las situaciones no resueltas que tenemos de adultos.

La infancia hay que tomársela en serio, y lo que sucede en casa es lo que determina los conceptos que luego tenemos de la felicidad, el sufrimiento, la muerte, Dios, el mal, las personas, entre otros. Conceptos que no son inmodificables, por supuesto, pero que se quedan adheridos a nuestro ser y luego son la piedra en el camino del cambio.

El libro está presentado de manera sencilla, con un aire de cuento y novela, con enseñanzas ocultas y otras más explícitas. Su lectura es amena y es una herramienta para decidir como adultos qué podemos hacer con las vivencias que tuvimos de niños, qué hacer con lo que sucedió en la infancia, esa que recordamos por fragmentos, cómo poner esos sucesos a favor y cómo sanar esos dolores incrustados para vivir una vida “organizada” y tranquila.

“La casa que vivimos” está cargado de nostalgia, realismo y poesía. Valga aclarar que este no es un libro de “autoayuda”, aquí no hay consejos o recetas para “repararse”. La autora, a través de la reconstrucción de su infancia, va dejando preguntas para que cada uno reflexione sobre su existencia y su proyecto de vida, para que cada uno busque cómo hacerse cargo de sí; una humilde y bella intención para con los seres humanos.

Como dice la escritora, este es un libro para cualquier persona, pues es muy comprensible, sencillo y cotidiano. Se busca que esa cotidianidad se tome con seriedad, es decir, hacerse cargo del sentir de manera consciente, pues sanar y entender lo sucedido en la infancia permitirá no tener tantos tropiezos en la adultez, es una responsabilidad con uno mismo.

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"La casa que vivimos" fue editado por Adriana Vélez González, e ilustrado y diagramado por Silvana González Jaimes. El lanzamiento oficial será el 14 de junio en la ciudad de Medellín.