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La desobediencia civil vista desde la filosofía de Henry David Thoreau (Relatos y reflexiones)

La pandemia ha agudizado la crisis social y económica en el país. Algunos se declaran en desobediencia civil. ¿Qué significa esto?

Andrés Osorio Guillott
16 de abril de 2021 - 12:12 a. m.
"La desobediencia civil", de Henry David Thoreau, invita a un acto donde el individuo está en la capacidad de desatender a los legisladores de un Estado si las leyes que estos promueven son consideradas injustas o incorrectas.
"La desobediencia civil", de Henry David Thoreau, invita a un acto donde el individuo está en la capacidad de desatender a los legisladores de un Estado si las leyes que estos promueven son consideradas injustas o incorrectas.
Foto: National Portrait Gallery

Desde la filosofía y el derecho hay múltiples definiciones del concepto de desobediencia civil. El concepto carga con prejuicios e imaginarios lejanos de lo que significa actuar bajo su definición. Muchas personas creen que se trata de un asunto de rebelión y violencia, y han tildado a quienes apelan a él de agitadores y revolucionarios bajo un estigma peyorativo y nuevamente distante de la realidad.

Por ejemplo, John Rawls, filósofo estadounidense, definió la desobediencia civil como un “acto público no violento, consciente y político, contrario a la ley, cometido habitualmente con el propósito de ocasionar un cambio en la ley o en los programas de gobierno”. Y de eso se trata. Una persona tiene el derecho a declararse en desobediencia civil como una forma de libertad de expresión y de conciencia. Es ese un camino para acudir también a su derecho a la protesta y, por ende, una manifestación política válida que se da cuando uno o varios ciudadanos están en desacuerdo por las leyes que promueven sus gobernantes.

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Henry David Thoreau, también filósofo estadounidense de la modernidad, habló de la desobediencia civil en una conferencia escrita que se publicó en 1849. En ella, el pensador se pregunta: “¿Tiene el ciudadano en algún momento, o en últimas, que entregarle su conciencia al legislador? ¿Para qué entonces la conciencia individual? Creo que antes que súbditos tenemos que ser hombres. No es deseable cultivar respeto por la ley más de por lo que es correcto”.

Thoreau nos introduce en un tema mucho más complejo y subjetivo: la justicia. Para el filósofo estadounidense, “La autoridad del gobierno es una autoridad impura: porque para ser estrictamente justa tiene que ser aprobada por el gobernado”. En otras palabras, es imposible que el gobierno sea justo, pues tendría que corresponder a la justicia de cada uno de sus gobernados, y como en una sociedad impera la pluralidad y la diversidad, resultaría muy difícil acomodar las leyes para el beneficio de todas las individualidades.

Y también se pregunta: “Hay leyes injustas; ¿nos resignaremos a obedecerlas o intentaremos enmendarlas y no las obedeceremos sino hasta que lo hayamos conseguido?, ¿o más bien las incumpliremos de una vez? Bajo un gobierno como el actual, las personas generalmente creen que deben esperar hasta haber convencido a la mayoría para cambiarlas. Creen que, si oponen resistencia, el remedio será peor que la enfermedad. Pero es culpa del propio gobierno si el remedio es peor que la enfermedad. Es él quien lo hace peor. ¿Por qué no está más dispuesto a anticipar la reforma? ¿Por qué no tiene en consideración a su minoría sabia? ¿Por qué grita y se resiste antes de ser herido? ¿Por qué no alienta a sus ciudadanos a que analicen sus faltas, a hacer las cosas mejor de lo que él podría hacerlo? ¿Por qué siempre crucifica a Cristo, excomulga a Copérnico y a Lutero y declara rebeldes a Washington y a Franklin?”

Dos preguntas que introducimos aquí son fundamentales para entender la desobediencia civil vista desde Thoreau. Hay que entender la conciencia individual y una posible paradoja a primera vista cuando notamos que entre más leyes menos gobierno hay. El mismo pensador estadounidense afirmaba en el principio de su conferencia que un Estado ejerce mejor su autoridad cuando menos gobierno y leyes existen, pues es deber de todos, desde la ciudadanía, promover una conciencia individual que regule el comportamiento de toda la sociedad. A mayor número de leyes, menor capacidad de autoridad y menor control sobre los gobernados. Así podría entenderse.

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Sobre la conciencia individual, lo que quiere decir Thoreau es que es deber del ciudadano presionar y resistir a una ley que lo perjudica. Para ponerlo en nuestro contexto, quienes se declaran en desobediencia civil por las medidas que toma el gobierno con respecto al manejo de la pandemia, lo hacen como una forma de protestar porque si bien esas regulaciones buscan evitar mayores contagios, afectan su economía y empeoran sus condiciones de vida. Y en nuestra país la realidad es tan compleja que los problemas se agudizan con las cuarentenas. La crisis social y económica crece. Y sí, la vida va primero, pero la vida en este caso también incluye condiciones mínimas para poder llevar lo básico a las casas y lograr subsistir.

El debate se extiende, y las medidas, que también como lo podemos ver con Thoreau, nos remiten a temas políticos y éticos. La conciencia individual para no aceptar una ley y desobedecerla pasa también por un deber de acudir al bien colectivo, de no ser indiferente a lo que puede afectar a otros. Algunos se preguntarán cuáles pueden ser las vías legales para no acudir a la desobediencia civil y un posible conflicto bélico entre las partes, pero sobre esto también aclara el filósofo estadounidense que, aunque sea “poco conciliador”, la vida es muy corta para esperar a que por medio de un trámite se pueda abolir una norma que en lugar de servir, termina perjudicando a una sociedad.

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“En cuanto a la posibilidad de utilizar los medios que el Estado ha creado para remediar el mal, no tengo conocimiento de tales medios. Toman mucho tiempo, y la vida de un hombre es demasiado corta. Tengo otras muchas cosas que hacer. No vine a este mundo con la misión fundamental de convertirlo en un buen sitio para vivir, sino para vivir en él, sea bueno o sea malo. Un hombre no está obligado a hacerlo todo, sólo a hacer algo; y puesto que no puede hacerlo todo, es innecesario que lo que haga sea algo injusto. No es asunto mío dirigir peticiones al gobierno o a los legisladores, del mismo modo que ellos no me dirigen peticiones a mí. ¿Y en todo caso, si ellos no me escuchan, qué haré entonces? Para esto el Estado no suministra ninguna vía: en su propia Constitución radica el mal. Esto puede sonar demasiado severo, terco y poco conciliador, pero es tratar con la mayor amabilidad y consideración al único espíritu que lo merece o puede apreciarlo. Como el nacimiento y la muerte, que convulsionan el cuerpo, se trata de un cambio para mejorar”.

La desobediencia civil es un método de protesta que siempre parte de una acción pacífica para resistirse a una ley considerada como injusta. Hablar de ella no es sugerir una guerra, o una revolución en términos peyorativos. En el caso de Thoreau, habló de ella para no pagar impuestos que consideraba innecesarios o injustos, y terminó preso por ello, pero estableció un concepto que sirve para la vida social y política en el sentido que nos lleva a hacernos conscientes de nuestra voluntad, de nuestra capacidad de influir en el poder y de exigir como ciudadanos mejores garantías y mejores gobernantes, esto para que no se trate de crear y crear leyes, sino de crear las necesarias y las más adecuadas para todos.

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JOSE(dvsxf)16 de abril de 2021 - 03:43 p. m.
Que interesante columna. Que poco sabemos sobre desobediencia civil, necesitamos más educación, pero la vida es corta y hay que hacerlo rápido. Gracias Sr. Andrés Osorio.
Tuchí(rnsbv)16 de abril de 2021 - 01:36 p. m.
Trailer de la película Colombiana basada en el libro Desobediencia Civil de Henry David Thoreau https://youtu.be/2Ianjy6-CCI
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