El Magazín Cultural

La espiritualidad rusa a través del arte de la Tretyakov llega al Vaticano

Más de medio centenar de obras de la galería Tretyakov se exhiben desde mañana en el Vaticano en una "peregrinación" por la espiritualidad y el arte rusos a través de iconos antiguos y la pintura de los siglos XIX y XX.

Virginia Hebrero (EFE)
19 de noviembre de 2018 - 06:36 p. m.
Plaza roja, obra de Kandinsky, de 1914, que es exhibida en el Vaticano en una muestra que recrea la espiritualidad rusa de los siglos XIX y XX.  / Cortesía
Plaza roja, obra de Kandinsky, de 1914, que es exhibida en el Vaticano en una muestra que recrea la espiritualidad rusa de los siglos XIX y XX. / Cortesía

La muestra, que podrá visitarse gratuitamente hasta el 16 de febrero de 2019, se ha instalado en la galería Braccio di Carlo Magno, un espacio de una simplicidad elegante situado en un flanco de la Basílica de San Pedro, bajo la columnata de Bernini.

"La Plaza de San Pedro es el centro de la cultura europea y también el centro espiritual de Europa. Por eso, la exposición es en primer lugar sobre la espiritualidad y sobre cómo el alma toma forma en Rusia", comentó a Efe Arkadi Ippolotov, uno de los comisarios de la muestra.

Con "Peregrinación por el Arte Ruso: de Dionysius a Malévich", la galería Tretyakov trata de "corresponder a la extraordinaria exposición Roma Aeterna, que tuvo un éxito enorme hace dos años en Moscú", añadió el comisario.

Si en aquella ocasión 42 grandes obras de arte de Bellini, Rafael o Caravaggio procedentes de los Museos Vaticanos viajaron a la capital rusa, esta muestra constituye otro hito de colaboración con el que las dos grandes instituciones esperan repetir el éxito.

Las 54 obras, la inmensa mayoría de la Tretyakov pero también de otros museos rusos -algunas de las cuales salen por primera vez de la famosa pinacoteca rusa- no se disponen en un orden cronológico definido, sino enfrentando y emparejando con gran osadía iconos antiquísimos con pinturas realistas del siglo XIX y hasta vanguardistas del XX.

"Esta unión entre iconos, que son la tradición de la espiritualidad rusa y la gran pintura de la segunda mitad del XIX y hasta la vanguardia de Kandinski o Malévich es una especie de peregrinación, de ascensión hacia el conocimiento de la espiritualidad rusa", insiste en la idea la directora de los Museos Vaticanos, Barbara Jatta, en declaraciones a Efe.

Para ello, se han buscado analogías inesperadas pero finalmente evidentes para el visitante entre obras separadas por muchos siglos y de estilos totalmente dispares.

Así, por ejemplo, la "Aparición de Cristo al pueblo", de Alexándr Ivánov, se encuentra junto a dos iconos: "Bautismo" y "Transfiguración". El "Dolor inconsolable", de Iván Kramsky, se opone al icono "No llores por mí, Madre", mientras su pintura "Cristo en el desierto" se encuentra junto al "Cristo en la cárcel (Cristo sentado)", una escultura de madera del siglo XVIII de Perm.

"El baño del caballo rojo" (1912), del simbolista Petrov-Vodkin, se empareja con otra escena de hombre a caballo, el icono de "El milagro de San Jorge y el dragón", del siglo XVI.

Los atrevidos paralelismos llegan a uno de sus puntos culminantes con el gran icono del "Juicio universal" (segunda mitad del siglo XVI, Nóvgorod) situado junto al "Cuadrado negro" que pintó Malévich en 1915.

Entre otras grandes pinturas que han salido de la Tretyakov para ser exhibidas en el Vaticano se encuentran "El visitante inesperado", "Procesión religiosa en la provincia de Kursk" y "Antes de la confesión", las tres de Ilyá Repin; "El demonio (sentado)", de Mijail Vrubel; "Trinidad", de Natalia Goncharova, o "Moscú. Plaza Roja", de Kandinsky.

Solo hay un retrato en esta muestra, el de Dostoyevski que pintó Vasili Perov en 1872. Según explicaron hoy la directora de los Museos Vaticanos y los organizadores rusos, el intercambio de obras de arte entre esta pinacoteca y la rusa Tretyakov fue uno de los asuntos que trataron el presidente ruso, Vladímir Putin, y el papa Francisco durante el encuentro que mantuvieron en noviembre de 2013.

Por Virginia Hebrero (EFE)

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