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La Esquina Delirante LXX (Microrrelatos)

Este espacio es una dentellada a la monotonía mediante el ejercicio impulsivo y descarado de la palabra escrita. En tiempos fugaces, como los nuestros, en los que la inmediatez y la incertidumbre parecen haberse apoderado de nuestra cotidianidad, el microrrelato se yergue como eficaz píldora psicoterapéutica.

Autores varios
12 de abril de 2021 - 12:38 a. m.
Imagen de referencia.
Imagen de referencia.
Foto: Pixabay

En lo profundo

Ve a una playa con esa guitarra que no te permite el olvido y contempla cómo un sol rojizo se ahoga en el mar. Cierra los ojos, simula que tus dedos son los suyos y rasga las cuerdas con el sonido de tu dolor. Recrea el último beso sobre la boca de la guitarra y deja que el viento arrebate cada frase, cada palabra y que las sílabas se ahoguen bajo el sonido de las olas. Suelta las cuerdas de las clavijas, envuélvelas en tus muñecas y gira, gira. Trata de levitar y cuando no lo logres, haz que el agua llene ese cuerpo ya vacío de sonidos y déjate llevar, tal vez en lo profundo puedas ver un último rayo de sol.

Sandra Guamán

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Como los perros

El fuego reverberó en las pieles, bocas y genitales como si ascendiera del averno. La fuerza orgásmica los selló en una sola forma luego de un entrar y salir lúbrico, que infringió la superstición de los días santos. Cuando la explosión se materializó en placer y los cuerpos empezaron a perder interés, se dieron cuenta de que era imposible separarse, despegarse el uno del otro. Por alguna razón, ella imaginó a los niños tirándoles piedras a los caninos en esa misma circunstancia, se pensó volviéndose viral en las redes. Él se arrepintió de no abstenerse, pero retumbó en su mente la idea aquella de que un falo erecto no cree en Dios.

David Cabarcas Salas

Ironía

Las noches son intrépidas, fugaces y matutinas, mientras las horas del día pasan lentas, pusilánimes, y entonces cargo con la tortura de estar vivo. Por ende, desde hace seis meses no duermo, consumido por lo lacerante de mi mente y sumergido en mis pensamientos perturbadores. Lidiando con el insomnio no me queda más que esperar el amanecer. Sin duda soy el mejor ayudando a los demás, pero la vida es una diáfana utopía en un laberinto que conduce a la muerte. Esa misma que me ha acorralado en el frío incesante de esta noche y en el tedio de vivir. Verteré en su nombre mi sangre en un goteo lento, pero desgarrador, donde, gota a gota, se escapa la ironía de ser un psiquiatra, y haber escogido el suicidio.

Jorge Andrés Duarte

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No soy yo, eres tú...

Antes de que llegara el sábado, su relación ya era un enorme interrogante que no parecía tener una respuesta a la vista. A sus recurrentes discusiones ahora se sumaban signos de admiración, uno tras otro, cada vez que terminaban de gritarse algo con odio. El sábado, varias preguntas se respondieron: respuestas famélicas que se sucedían desde sus dos bocas; al final, la más contundente fue la de ella: “¡No, ya no eres el mismo, Samsa!”.

Jeison Reina

La espera

El anciano sin ojos sigue allí sentado, incólume, sonriente y muy en el fondo de mi cabeza.

Sangre de Lagarto

*Bienvenidos todos los microrrelatos a laesquinadelirante@gmail.com, máximo 200 palabras. Síganos en Instagram como @laesquinadelirante. Audio podcasts, MP4 máximo 1′30″ a luzmartin@gmail.com.

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