El Magazín Cultural

La esquina delirante XI (Microrrelatos)

Este espacio es una dentellada a la monotonía mediante el ejercicio impulsivo y descarado de la palabra escrita. En tiempos fugaces, como los nuestros, en los que la inmediatez cobra más validez que nunca, el microrrelato se yergue como eficaz píldora psicoterapéutica. Guerra de guerrillas narrativa si se quiere.

Autores varios
17 de julio de 2019 - 12:47 a. m.
Ilustración: Sofía Solórzano
Ilustración: Sofía Solórzano

Mis tenis son de marca nacional y baratos. Son bonitos mis tenis. Los del Otro son marca Adidas, creo. Negros e imponentes, sin duda son más costosos que los míos. Sin embargo eso no es impedimento para que el Otro ponga sus tenis sobre mi pecho mientras se agacha a sacarme la billetera del bolsillo.

Mi billetera café y hecha por los hippies de la calle. 

Era linda mi billetera.

Jerónimo García Riaño 

Si está interesado en leer otro capítulo de La esquina delirante, ingrese acá: La esquina delirante X (Microrrelatos)

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El rabi

El rabino que se parece tanto a Dumbledore, de Harry Potter, se ha detenido en la esquina y me mira con insistencia. Como siempre, lleva su abrigo o túnica oscura con arabescos, muy ajustada a la cintura; su eterno sombrero negro de ala ancha, medias rodilleras blancas, y la barba muy desparramada sobre el pecho, a causa de las brisas de septiembre. “Ni siquiera los mires, son muy antipáticos. No te devuelven el saludo”, me habían advertido cuando dije que me mudaba a Outremont, barrio de Montreal reconocido por su enorme población judía jasidica, es decir ultraconservadora. No obstante, el tipo me sigue mirando y ha logrado ponerme nervioso. Le doy otro pitazo a mi cigarrillo. Maldito bus que no pasa. Por el rabillo del ojo veo que el hombre ha cruzado la calle y se dirige hacia mí. Lo que faltaba, ahora me va a decir que no fume, o que esta es su calle, etc. Al fin se me aproxima, y me dice, con una voz cascada: ¿amigo, tiene un cigarro de sobra?

Jimmy Arias 

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Como si fuera

El crimen se ejecutó a la hora exacta, el día preciso. El sicario sonrió cuando disparó el único tiro, el cual fue calculado con la maestría de un verdadero asesino. El autor intelectual de este asesinato fue informado por el propio ejecutor. Desde lugares distantes ambos bandidos brindaron entre sí. Ante el roce de las copas pedazos de cristal cayeron en los pisos. Una gota de licor rodó de Este a Oeste, mientras otra gota se deslizó desde el Oeste al Este, hasta encontrarse y formar una lágrima, como si fuera de la madre del occiso. 

Carlos Alberto Agudelo Arcila

Si está interesado en leer otro capítulo de La esquina delirante, ingrese acá: La esquina delirante I (Microrrelatos)

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Demonio real

André abre sus ojos en un apresurado movimiento. Una sensación le impide mover su cuerpo, siente cómo bajo su cama se abre el averno. Un leviatán emerge de las profundidades, posee su cuerpo, su vida y su tranquilidad. Poco a poco se apodera de él, entra por su columna vertebral, se aloja entre su pecho y su alma.

Ahora, eso será su eterna compañía, pasan las horas, los días y las voces en su cabeza no cesan, el insomnio es permanente, su físico demacrado lo delata, además, sus días son melancólicos, muy taciturnos. El espíritu maligno carcome sus entrañas y las voces guturales lo invitan cortésmente al suicidio. André lo comenta, nadie le cree. Sin más remedio sube al último piso, al encuentro con la muerte. En el fondo el frio pavimento, decide aventarse, en la caída la depresión se burla de él. No era nada paranormal es algo real y latente, ni él ni nadie pudo evitarlo.                    

Jorge Andrés Duarte

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La princesa del corazón

En una estrella resplandeciente habitaba una princesa que cantaba, bailaba y jugaba. Un día la estrella que viajaba por todo el universo, llegó muy cerca del planeta tierra, lugar habitado por seres humanos, animales, vegetales y minerales.

Desde su estrella, la princesa vio cómo salían corazones de amor de personas a las que se les llamaba mamás y papás, y decidió hablar con el Rey Sol para pedirle bajar a la tierra y convertirse en una princesa del corazón. El Rey Sol aceptó, y le explicó que debía llegar a la luna, dejar su estrella allí y transportarse en un rayo hasta la Tierra, donde escogería a su mamá y a su papá y se convertiría en la princesa del  corazón. Así fue como un día la princesa que habitaba la estrella más radiante de la galaxia se convirtió en un gran ser humano de amor, eligió a su papá y a su mamá, quienes fueron sus aprendices permanentes. Llegó a la tierra irradiando amor, solidaridad, esperanza y fe, y con el tiempo la princesa del corazón fue la luz más resplandeciente que iluminó todo a su alrededor.

Diana Victoria Vargas Pedraza

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Si desea hacer parte de este espacio, envíe su microrrelato a laesquinadelirante@gmail.com. Máximo, 200 palabras.

 

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