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La estupidez en la dictadura de Stroessner: ordenó el sacrificio de un toro llamado Fidel Castro

Anécdotas del activista Martin Almada en sus "Retazos de mi testimonio carcelario", un proyecto de libro que recoge sus vivencias en las cárceles de Stroessner entre 1974 y 1977, en las que también fue vejado y torturado.

José María Hernández - EFE
02 de julio de 2019 - 04:35 p. m.
Alfredo Stroessner Matiauda fue un militar, político y dictador paraguayo que lideró su país como presidente de la República bajo un gobierno autoritario y fraudulento desde el 15 de agosto de 1954 hasta que una insurrección militar lo derrocó el 3 de febrero de 1989. / Archivo
Alfredo Stroessner Matiauda fue un militar, político y dictador paraguayo que lideró su país como presidente de la República bajo un gobierno autoritario y fraudulento desde el 15 de agosto de 1954 hasta que una insurrección militar lo derrocó el 3 de febrero de 1989. / Archivo

El anticomunismo del dictador paraguayo Alfredo Stroessner (1954-1989) se tradujo en una feroz represión sobre sus opositores, fueran o no comunistas, y en situaciones esperpénticas como el sacrificio de un toro llamado Fidel Castro o la descripción de Jesucristo como un socio de Karl Marx.

Son alguna de las anécdotas que narra el activista Martin Almada en sus "Retazos de mi testimonio carcelario", un proyecto de libro que recoge sus vivencias en las cárceles de Stroessner entre 1974 y 1977, en las que también fue vejado y torturado.

A Almada, de 82 años y premio Nobel Alternativo, le tocó asistir a un episodio que califica de tragicómico: el interrogatorio de un campesino apellidado González y dueño de "Fidel Castro", un semental bovino que en 1974 era conocido por sus dotes reproductivas en la ciudad de San Lorenzo.

Almada recordó que la existencia del toro llegó a oídos de Pastor Coronel, el temible jefe de la Policía Secreta de Stroessner, cuando el animal invadió su propiedad, colindante con la de González, causando destrozos.

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El activista señaló que a partir de entonces se ordenó la ejecución del "subversivo animal" y la detención del campesino para dar explicaciones sobre el nombre del toro y para que admitiera su simpatía con Castro, cuyo nombre era anatema en el Paraguay de Stroessner.

En ese interrogatorio, en la "sala de tormento" del Departamento de Investigaciones, en Asunción, dos policías golpearon al campesino mientras que este aseguraba que ni siquiera sabía quien era Fidel Castro.

Según el relato de Almada, el campesino había puesto ese nombre al toro por sugerencia de un amigo que le dijo que se iba a "comportar como Fidel Castro, el rey de los toros, y no habrá vaca que no fecunde ni toro que lo compita".

Cuenta Almada que a partir de ahí el interrogatorio, que transcurrió en guaraní, giró sobre la identidad del patrocinador de ese nombre, un "comunista y terrorista" a ojos de los policías.

Almada fue testigo del mismo ya que esperaba su sesión de interrogatorios en esa sala. Otro de los testimonios de Almada está relacionado con la represión sobre la comunidad campesina de San Isidro de Jejui, promovida por sacerdotes católicos que en 1969 fueron acusados de extremistas marxistas comunistas.

En ese marco se produjo el discurso del comisario Francisco Ramírez a sus subordinados, en el que describió a Jesucristo como "un buen tipo pero flojo, porque fue embaucado por el comunista número uno Carlos Marx, socio de Fidel Castro".

Almada retrata a Ramírez como un policía tan ducho en la represión como inculto, ya que parafraseaba la cita de Marx de la religión refiriéndose a esta como el "apio" del pueblo, en lugar del opio.

De acuerdo con Almada, son testimonios que "reflejan la catadura moral y cultural" de una dictadura que "presumía de ser el país de la democracia sin comunismo".

Y también la de algunos de sus protagonistas como Pastor Coronel símbolo de la represión de la dictadura y condenado a 25 años de cárcel tras la caída de Stroessner. "A Pastor Coronel se le define con una palabra: un monstruo. Era un nazifascista", dijo Almada.

Las violaciones de los derechos humanos de Coronel, que murió en 2000 en la cárcel, y de Stroessner, fallecido durante su exilio dorado en Brasil, en 2006, constan también en el Archivo del Terror, documentos que prueban los crímenes de lesa humanidad de las dictaduras del Cono Sur.

Esos documentos, que fueron descubiertos por Almada en 1992, en una dependencia policial en Asunción, exponen también el virulento anticomunismo de Stroessner y el rédito político que extrajo del mismo en forma del apoyo incondicional de Estados Unidos.

"Fue el anticomunismo a la máxima potencia, algo que permitió al régimen recibir más ingresos de Estados Unidos", reseñó Almada. El veterano activista fecha el comienzo de esa alianza, con ese grado de compromiso contra el comunismo, en 1958, año de la visita a Paraguay de Richard Nixon, entonces vicepresidente de Estados Unidos.

"Stroessner era el líder espiritual del anticomunismo y su Gobierno el de la paz y progreso. Era el país de las maravillas, como dijo algún dirigente del Partido Colorado (el que sostenía al dictador)", dijo Almada. 

Por José María Hernández - EFE

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