El Magazín Cultural

La feria que transforma La Candelaria

Camilo Montaño, uno de los fundadores de la feria, y Mónica Ramírez, directora de Fundación Gilberto Alzate Avendaño, cuentan que la feria no es una competencia para los demás espacios en el mes del arte en Bogotá, sino una opción que activa uno de los lugares más representativos de la capital.

Camila Builes cbuiles@elespectador.com @CamilaLaBuiles
29 de octubre de 2017 - 06:09 p. m.
Camilo Montaño y Mónica Ramírez son dos de las cabezas que están tras la realización de Barcú.  / Cortesía Barcú
Camilo Montaño y Mónica Ramírez son dos de las cabezas que están tras la realización de Barcú.  / Cortesía Barcú
Foto: Cristian Garavito / El Espectador

Barcú este año espera recibir 25.000 visitantes

¿Cuál es el objetivo de Barcú?

Camilo Montaño: El objetivo de Barcú es convertirse en un agente de transformación cultural en La Candelaria, un barrio con 470 años de historia, pero el bogotano lo siente como un agente alejado de su cotidianidad, inseguro y muy pocas personas vienen al barrio. Hemos intentado institucionalizar a Barcú para volverlo una plataforma que traiga al bogotano, al turista nacional e internacional de nuevo a La Candelaria.

El primer año tuvimos 5.000 visitantes, el segundo 9.000, el tercero 15.000 y este año tenemos previsto recibir 25.000. Hay que tener claro que Barcú no se realiza en espacios convencionales. El hecho de coger nueve casas de interés cultural de La Candelaria y el barrio Egipto obliga al asistente a recorrer el espacio público, a conocer, incluso, ciertas dinámicas internas del barrio, al entrar a lugares tan típicos como la tienda o la cafetería.

Mónica Ramírez: El hecho de que la gente regrese a La Candelaria hace que haya una conexión con el barrio. Que se enteren que es un barrio como cualquier otro, que está lleno de riquezas arquitectónicas y patrimoniales que deben promocionarse cada vez más. Una de las mejores cosas que ha hecho Barcú ha sido integrar a la comunidad con el evento. Ellos se reconocen como parte de la feria. La gente cuando sale de Barcú comienza a caminar el sector y se da cuenta que es un lugar lleno de restaurantes, de bares, de lugares ideales para cualquier plan. La feria sí activa la zona. Es claro.

¿Cómo han hecho para  que la comunidad se sienta partícipe de la feria?

C. M.: Ha sido un proceso orgánico. Mantenemos un diálogo muy abierto con el barrio. Las casas que estamos interviniendo son de personas que quieren hacer parte del circuito; cuando las puertas de esas casas se abren, lo hacen con todo el ánimo de recibir a las personas que van a llegar durante esa semana. La comunidad ha venido sintiendo ese beneficio de recibir toda esa cantidad de gente en siete días. Los restaurantes se llenan, las tiendas; tuvimos un reporte el año pasado, aumentaron sus ventas en un 50 %. Una de las mejores cosas que hemos logrado fue cruzar esa frontera invisible que había entre La Candelaria y Egipto. Llevamos a la gente a unas casas que de otra forma nadie hubiera conocido jamás: unos lugares hermosos. Este año vamos a desarrollarlo más, haciendo un circuito de grafiti, en el que artistas urbanos de la zona intervinieron una ruta de muros. El propósito es promover las mesas de diálogo entre la alcaldía y los artistas urbanos, para poder llevar el arte urbano y que sea utilizado para embellecer la ciudad.

¿Cómo escogen las casas que usan para las exposiciones?

C.M.: Las casas se escogen de acuerdo con la programación y la necesidad de la feria. Nosotros traemos 20 galerías, de las cuales un 80 % son internacionales; esas galerías necesitan unos espacios idóneos para sus exposiciones. La mayoría de las casas es alquilada; hay una casa que nos la está prestando el distrito y tenemos dos casas propias donde desarrollamos toda la parte de contenido musical y de artes plásticas.

Barcú se realiza en el marco del mes del arte en Bogotá. Otra feria que acapara visitas es Artbo. ¿Artbo es su competencia?

C.M.: Nosotros no somos la competencia de Artbo, somos un complemento. La semana del arte en Bogotá trae turistas nacionales e internacionales a la ciudad y el bogotano también ha desarrollado un gusto por este mes. Lo mejor de todo es que todas estas ferias se unan para que haya un mercado mucho más grande para el arte, porque en el resto del año somos islas separadas.

¿Qué es Huellas de mi barrio?

C.M.: Todo comenzó con la experiencia denominada House of Healing (Casa de la sanación) que se realizó en Barcú 2016 con el apoyo del Consejo Británico y la Secretaría de Cultura; durante dos semanas relacionó a doce artistas de diferentes disciplinas y lenguajes con el equipo de creación de la compañía inglesa ZUK-UK, compuesta por seis personas de diferentes nacionalidades, liderada por dos artistas multidisciplinares, Jade Maravala y Jorge Lopes Ramos, del Reino Unido. El programa de formación Huellas de mi barrio busca amplificar la experiencia de La casa de la sanación a los artistas, artesanos y gestores culturales de La Candelaria. El objetivo de Huellas es compartir y transmitir herramientas técnicas, tecnológicas y corporales para la aplicación de elementos estéticos y escénicos con los artistas y artesanos residentes de La Candelaria, cuyo interés y propuesta artesanal-artística se encuentre en desarrollo, en constante contacto e intercambio con el territorio y en transformación plástica, conceptual y sensitiva.

Por Camila Builes cbuiles@elespectador.com @CamilaLaBuiles

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