El Magazín Cultural

La fortuna vuelve a Bogotá con la obra coral "Carmina Burana"

El director escénico del montaje, Tino Fernández, habló sobre los retos y el significado de esta clásica obra internacional.

José Ricardo Báez González- Agencia Anadolu
22 de octubre de 2019 - 09:41 p. m.
 Ensayo del montaje de la obra "Carmina Burana", de Carl Orff, en su cuarta temporada en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán.  / Idartes - Teatro Jorge Eliécer Gaitán - Handout Agencia Anadolu
Ensayo del montaje de la obra "Carmina Burana", de Carl Orff, en su cuarta temporada en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán. / Idartes - Teatro Jorge Eliécer Gaitán - Handout Agencia Anadolu

En 2013, la directora de la Fundación de Arte Lírico, Estrella Barbero de Malagón, quiso montar en Colombia la obra coral Carmina Burana de Carl Orff. Le comentó la idea a Tino Fernández, fundador de la Compañía de danza L’Explose, quien se atrevió a hacer algo que pocos montajes de esta obra habían hecho: poner a bailar al coro.

Carmina Burana se convirtió en la primera producción de gran formato del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, pues participan más de 192 artistas entre bailarines, solistas, coristas y músicos. Este año, después de presentarse en 2013, 2014 y 2018, vuelve al Teatro Jorge Eliécer Gaitán el 24, 25 y 26 de octubre. En ella participarán el Coro de la Ópera de Colombia, la Orquesta Filarmónica de Bogotá, el Coro Filarmónico Infantil de la OFB y la Fundación L’Explose.

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Para esta producción, Tino Fernández creó una coreografía que se adaptará a las 70 voces del coro. “Los protagonistas no son los solistas, la soprano y el barítono, sino el coro. [...] El coro está generalmente a la merced de los solistas. Se concentran solo en la voz y no tanto en la fuerza escénica. [...] Cuando tienes cien personas en el escenario, [la puesta en escena] toma una amplitud, una dimensión extraordinaria”, dijo Fernández.

Carmina Burana —que se pronuncia con acento en la primera sílaba: ‘cármina’— es como se denomina un manuscrito que encontró el bibliotecario Johann Christoph von Aretin en 1803 en la Abadía Benediktbeuern, que pertenecía a los monjes benedictinos, un pueblo bávaro, a pocos kilómetros de Munich, Alemania. Precisamente, el nombre de esta obra significa “Canciones de Beuern”.

El documento histórico es una colección de cantos, poemas y rimas de la Edad Media (siglos XII y XIII). La mayoría están escritos en latín pero incluyen versos en macarrónico, una mezcla entre latín y lenguas europeas. Casi todos los autores son anónimos y se cree que fueron goliardos, clérigos vagabundos y hasta estudiantes pobres y pícaros que proliferaron en Europa con el auge de la vida urbana y el surgimiento de las universidades en el siglo XIII.

Tratan varios temas no religiosos como la primavera y el amor, hay diatribas satíricas en contra de la iglesia, cantos a la bebida y al juego, y poemas sobre la vida errante y desordenada. “Hemos querido ser bastante fieles a las letras. En todo momento del montaje teníamos la partitura, las letras, la traducción al castellano de lo que dice y le dimos un aporte contemporáneo. Por ejemplo, no es una taberna medieval, sino una taberna moderna”, dijo Fernández sobre una de las escenas de esta versión.

En 1847, el bibliotecario Johann Andreas Schmeller publicó una edición moderna de estos poemas. Schmeller fue el que inventó el título Carmina Burana para su recopilación de poemas medievales. Carl Orff, compositor alemán y maestro de música, leyó esta edición y con la ayuda del poeta Michel Hofmann organizó veinticuatro poemas en un libreto musical para coro.

Orff, quien nació en el Imperio Prusiano y luchó en la Primera Guerra Mundial, siempre estuvo muy orgulloso de su pasado bávaro. Consideraba que estos poemas que encontraron en la región alemana de Baviera eran parte fundamental de la cultura germánica y por eso compuso entre 1935 y 1936 una obra trascendental que fue presentada por la Ópera de Frankfurt el 8 de junio de 1937.

Su orgullo nacionalista hizo que Orff tuviera una relación cercana con el nazismo alemán durante la Segunda Guerra Mundial, algo que ha sido fuente de controversia y debate. De hecho, la Carmina Burana era muy popular entre los nazis, junto con las obras de Richard Wagner, como la ópera La Valquiria.

Según Michael Steinberg, algunos músicos hablan mal de esta obra no solo por su controversial pasado político, sino porque es muy difícil de interpretar y de categorizar: tiene complejidades armónicas y rítmicas y, al contrario de otras obras corales, no hay polifonía, como lo explica en su libro ‘Obras maestras corales: una guía para el oyente’. Tal vez por eso Orff le puso un subtítulo casi onírico: “Canciones seculares para cantantes y coros acompañados de instrumentos e imágenes mágicas".

“Es una obra de extremos y excesos”, tanto por los temas que tratan los poemas, como por las exigencias líricas, explica en una entrevista con NPR Marin Alsop, quien grabó una Carmina Burana como directora musical de la Sinfónica de Baltimore. Por ejemplo, “el rango del tenor es muy alto casi en voz de falsete y la soprano debe cantar más alto de lo que cualquier persona pensaría que es posible”.

La Carmina Burana está dividida en tres actos: "Primavera", "En la taberna" y "Amor". Al principio y al final de la obra suena la afamada canción O Fortuna (¡Oh Destino!), un poema al que Carl Orff le dio un tono siniestro y habla sobre la idea medieval de la rueda de la Fortuna, la diosa griega que era representada con un timonel de barco, como símbolo de la naturaleza caprichosa del destino.

“Aunque son unos poemas sueltos, sí encontramos un hilo conductor. […] La primera parte la asumimos como ese juego que trae la primavera, un canto a la seducción y al deseo. La parte de la taberna es en realidad un canto a la lujuria. El tercer acto es el momento real del enamoramiento hasta la entrega final, con el Dulcissime que canta la soprano, y al repetir el O Fortuna al final, lo entendimos como un cambio de rueda de la fortuna, que empieza mal y termina bien gracias a ese encuentro amoroso”, asegura Juliana Reyes, encargada de la dramaturgia en este montaje.

El O Fortuna es una canción que se convirtió en referencia de la cultura pop del siglo XX. Ha aparecido en cientos de películas y comerciales, y han hecho sus propias versiones grupos de death metal, como Therion, cantantes de rap, como Nas y Puff Daddy, y el artista de música electrónica SUB.

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Con una sencilla pero contundente escenografía minimalista, bajo la dirección de arte de Laura Villegas, y una historia que guía al espectador a través de los poemas, con la dramaturgia de Juliana Reyes, esta obra genera una fascinación que pocas piezas musicales tienen.

"Todos deberían ir porque es una ocasión maravillosa para ver el talento nacional: el magnífico Coro de la Ópera que bajo la batuta de Luis Jiménez, tiene un elenco maravilloso. Estará Julieth Lozano, una de las más destacadas sopranos del país, reconocida entre los mejores cantantes de ópera del mundo. Y porque es una obra que habla de la lujuria, del placer, de la vida. Habla de una realidad que es universal”, concluyó Fernández.

Por José Ricardo Báez González- Agencia Anadolu

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