El Magazín Cultural

La Improvisación como un Medio

Presentamos las palabras sobre improvisación de Nicolás Mejía, en el especial de jazz del mes de septiembre, ideado y producido por Inés Elvira Lopera.

Nicolás Mejía
29 de septiembre de 2018 - 08:07 p. m.
Nicolás Mejía, guitarrista, compositor y cantautor. Hace parte y lidera varios proyectos, como Los Niños telepáticos (del que es fundador y líder), Conjuro epiléptico, Secret-Aria y Greog Friedrich Sandwich. 
 / Archivo particular
Nicolás Mejía, guitarrista, compositor y cantautor. Hace parte y lidera varios proyectos, como Los Niños telepáticos (del que es fundador y líder), Conjuro epiléptico, Secret-Aria y Greog Friedrich Sandwich.  / Archivo particular

Alguna vez leí una entrevista al gran saxofonista de jazz Wayne Shorter, quien hablaba de las conversaciones telefónicas entre él y Miles Davis. Recuerdo mucho a Wayne mencionar una conversación en particular que tuvieron, en la que Miles trataba de explicarle por qué no le gustaba “la música que sonaba a música”. Esta frase, aunque parezca redundante e ilógica (así me pareció a primera vista), ha venido cobrando sentido en mi vida profesional como músico cada vez más y más. Recuerdo que más adelante entendí la molestia de Miles Davis. Recuerdo cómo en esas mismas conversaciones insistentemente Miles forzaba a Shorter a hablar de temas que no fueran música, que fueran quizás de otra disciplina como el cine. 

Otro gran improvisador del jazz, Charlie Parker, tenía fama de molestarse cuando le hablaban de música (quizá de ahí salió la postura de Miles), y a pesar de su analfabetismo tenía una gran predilección por temas como la antropología (ver canción “Anthropology” del mismo).

He descubierto últimamente que este fenómeno sucede por muchas causas. Una de ellas es porque se empieza a coartar el espacio de juego e interacción que siempre debe haber en la música. Otra, es porque una forma de lenguaje se empieza a ensimismar y a dejar de comunicarse con otras, lo cual conlleva a la progresiva automatización y erradicación del elemento improvisativo. 

En realidad creo que la improvisación en la música y en la vida, más que una elección, son un elemento necesario para la comunicación. La veo como ese sentido común que nos permite comunicarnos de alguna forma con el otro, como lo que nos permite comprender los conceptos de otro idioma y poder relacionarlos con los nuestros, compararlos. En el caso particular de la música, la veo como ese llegar a construir una verdad de entre las verdades de cada uno de los idiomas que confluyen en un momento determinado.

Creo que la progresiva automatización y homogenización de la música, en la cual se pierde el elemento improvisativo, se debe a carencias al explicar la música desde otros lugares. Esto la ensimisma y la vuelve doctrinaria y monótona, al tiempo que hace que el grueso de las personas piense que la música es algo lejano, difícil y solo para músicos que dominan la sintaxis musical occidental (no existe nada más falso). 

Un ejemplo es que no puedes enseñar inglés hablando en inglés o no puedes enseñar matemáticas sólo con lenguaje matemático; siempre en una metáfora con otro lenguaje está la clave para comprender un concepto de un idioma. 

Para terminar, vuelvo a Wayne Shorter, que decidió llevar más allá la postura de Miles y trabaja con sus músicos obligándolos a representar musicalmente imágenes que él les describe, como por ejemplo “un río bajo un puente” o “un bosque oscuro”. Esto les permite elaborar la música de una forma muy distinta a la que plantearía una partitura.

Por Nicolás Mejía

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