El arte del siglo XX presenta un cambio radical con respecto a la tradición artística que había acompañado al hombre desde el Renacimiento. Nuevas teorías, imágenes, visiones, símbolos y técnicas irrumpieron en un período histórico y cultural de tremendas convulsiones individuales y colectivas.
El hombre y la mujer de ese siglo no podían refugiarse en el pasado. Todo había cambiado. Se esforzaron por ir hacia delante en busca de una nueva identidad filosófica, social y cultural. Encontraron otra naturaleza y escudriñaron en ella sus sueños utópicos, sus pesadillas.
Fue un momento histórico. Los cambios científicos, políticos y religiosos exigieron al arte una forma diferente de afrontar la realidad. Nació el arte contemporáneo que, en sentido literal, es el que se ha producido en nuestra época: el arte actual. Aunque el hecho de que la fijación del concepto se hizo históricamente en un determinado momento, el paso del tiempo le hace alejarse cada vez más en el pasado del espectador contemporáneo.
El significado se alejó de las personas del común. El arte contemporáneo se convirtió en una presunción de las altas clases y se hizo inasequible para los demás, para casi todos.
Aunque siempre hay fugas. Pequeñas rebeliones para que todos conozcan todo. Para que todos disfruten todo. Porque, a pesar del dinero, el sistema, el mercado, los bancos, la política habrá —siempre— un resquicio para el resto de la humanidad, para los que en estudios son minorías, pero en la realidad somos todos.
En 2002, en París, se creó la Noche en Blanco, el momento cuando tras el ocaso el arte contemporáneo se acercaría a todos los ciudadanos. Los objetivos comunes de todas las ciudades que organizan Noches Blancas son: gratuidad, vanguardia, ciudadanía y sostenibilidad. Además se fomenta el intercambio de experiencias con el desarrollo de programas conjuntos y la internacionalización de artistas locales mediante el intercambio de propuestas.
En Bogotá se realiza desde hace tres años. A partir de las 7 de la noche del sábado 28 de noviembre, alrededor de 20 manzanas de la localidad de Teusaquillo acogerán las propuestas más vanguardistas e innovadores de arte y tecnología. Dos transgresores artistas estarán presentes con sus obras: MobileSon, de Cyrill Hernández, y The End(less), de Pascal Dombis, además del montaje de un gran Cubo por la Paz, creado por la artista colombo-francesa Janca.
Domos, mapping, instalaciones visuales y sonoras de gran formato, exposiciones, esculturas intervenidas, performances, grafitis, propuestas sensoriales y gastronómicas, juegos y muestras cinematográficas, proyecciones sobre humo, instalaciones plásticas, interacciones tecnológicas y mucho más se tomarán 20 manzanas del Park Way.
La Noche en Blanco busca promover la creación colombiana ofreciendo a los artistas un espacio físico temporal y medios para crear, desarrollar y exponer su obra. Abre, también, espacios para la participación de artistas en situación de discapacidad e incentiva la visión artística de los estudiantes de artes.
Todo estará programado desde las 7 de la noche con presentaciones permanentes hasta la 1 de la mañana.
Un artista invitado, Óscar Azula, se tomará los árboles de un sector del Park Way para presentar su propuesta Cartas al viento, y un innovador triciclo con alteraciones sonoras y audiovisuales que llega desde Engativá, nos trae el grupo colombo-francés Tag Tabú. A todo esto se sumarán varias megainstalaciones que les darán sonidos, luces y movimientos a los árboles del parque Brasil y el Park Way, un insectario gigante que nos ofrecerá un viaje en tiempo real a las profundidades que albergan la vida de los insectos del sector y otras sorpresas.