El Magazín Cultural

La nueva era de la Feria del Libro de Bogotá

Después de tres años de liderar la Feria en el área de contenidos, el escritor Giuseppe Caputo se retira del cargo. Andrea Salgado, autora de “La lesbiana, el oso y el ponqué”, aceptó el reto de mantener a la Filbo como una de las más importantes del continente.

Camila Builes / @CamilaLaBuiles
05 de julio de 2018 - 02:00 a. m.
Andrea Salgado, escritora vallecaucana, llegó a la dirección cultural de la Feria del Libro de Bogotá hace dos semanas.   / Lina Alba
Andrea Salgado, escritora vallecaucana, llegó a la dirección cultural de la Feria del Libro de Bogotá hace dos semanas. / Lina Alba

Hábleme un poco de su experiencia en la literatura. El año pasado publicó “La lesbiana, el oso y el ponqué”, y estudió en Texas.

Aprendí a leer a los cinco años con ayuda de mamá, y desde ese momento me convertí en lectora. Cuando tenía como nueve años, El Círculo de Lectores comenzó a traer al pueblo (en el que no existía ni una sola librería) libros por catálogo, y yo, sin guía ni censura, porque nadie en mi casa era lector, y porque mi mamá y mi papá me dieron siempre mucha libertad, escogía cualquier cosa que se me antojara, dependiendo de lo atractiva que me resultara la carátula. Esta falta de método, me hizo la lectora que soy. Te lo explico con un ejemplo. La semana pasada terminé de leer De animales a dioses, de Yuval Noah Harari; me leí Primera Persona, de Margarita García Robayo; volví a leer La historia de tu vida, de Ted Chiang, y mientras en casa veían un partido (ando furiosa con el fútbol) me leí el ensayo La vida erótica de los filósofos, de Roberto Palacio. Esta semana estoy leyendo Teoría King Kong, de Virginia Despentes; y Un mundo huérfano, de Giussepe Caputo (que aún no me leía). Historia. Ensayo personal. Ciencia ficción. Filosofía. Ensayo feminista. Novela queer. Así soy, una lectora que va agarrando lo que se le va presentando en el camino. Mi educación también ha influido en mi vida lectora. Estudié comunicación social y luego hice una maestría en escrituras creativas en la Universidad de Texas, en El Paso. Durante los últimos nueve años, primero como profesora de crónica en la Universidad de la Sabana y luego de escrituras creativas en la Universidad Nacional y Central, y en distintos talleres, he trabajado por igual en la enseñanza de géneros ficcionales y no ficcionales. He dado clases de literatura y gastronomía, de ciencia ficción, de crónica, de literatura erótica y japonesa y un etcétera larguísimo. Mi primera novela publicada, ‘La lesbiana, el oso y el ponqué’, es un reflejo de mi vida lectora. Un híbrido de ciencia ficción y literatura intimista que juega con las formas del relato autobiográfico y busca, al fin de cuentas, convertirse en un ensayo sobre el deseo.

¿Aumentará en su gestión la presencia de temas de género y orientación sexual? ¿Seguirá con la línea editorial que marcó Giuseppe Caputo?

Creo que la Feria del Libro de Bogotá debe ser pensada, tal como lo hizo Giuseppe, desde esa idea de la inclusión. No porque él como hombre gay o yo, como mujer lesbiana, necesitemos sacar adelante una agenda de los temas que nos representan como comunidad, sino simplemente porque esos temas hacen parte de la realidad. La producción literaria es el reflejo de la condición humana. Un libro es una postura frente al mundo. Siempre hay ideas dominantes y de ellas se crean ficciones que llamamos verdades, las cuales sirven para definir la forma en la que existimos, las cosas en las que creemos. En manos de la cultura dominante, si una forma de ver el mundo sirve bien a sus propósitos, se convierte en dogma. Una verdadera curaduría no puede ocuparse solo de los dogmas porque eso sería como decir que somos entes estáticos. Los temas de género y orientación sexual, entre muchos otros, están modificando la forma en que entendemos el mundo; por supuesto, que estarán dentro de la próxima Feria. De Giuseppe permanecerá este sentir que creo que compartimos, pero no puedo asegurar que mantendré su misma línea editorial, porque aunque compartimos ideas y gustos, somos ante todo individuos.

¿Cómo llegó a la Feria del Libro de Bogotá?

Cuando Guiseppe renunció, Sandra Pulido (Gerente de Ferias) y Enrique González (Presidente de La Cámara Colombiana del Libro), comenzaron a buscar personas que lo reemplazarán, se hizo una convocatoria y yo mandé mi hoja de vida. El proceso duró cerca de 3 semanas. Me realizaron, en ese tiempo, cuatro entrevistas y una prueba de aptitud.

¿En qué estado encontró la Feria? Cifras, impresiones...

He participado activamente como moderadora y autora en la últimas tres ferias del libro y creo que la Feria se encuentra en un nivel muy alto. Los contenidos culturales y la oferta de eventos se mejora y amplía cada año, así como la asistencia del público que cada vez parece más interesado en oír lo que los invitados tienen que decir. Por ahí andan diciendo que la Filbo es la feria del libro más importante en Latinoamérica, en cuanto a contenidos culturales se refiere. Estos rankings, que tanto nos gustan en Colombia, nunca pueden ser probados, pero funcionan como la frase del Chicharito Hernández en el Mundial: “Imaginemos cosas chingonas”. Y eso es lo que ha estado haciendo Giuseppe durante estos tres años, creyendo que podemos ser un referente mundial, convenciendo a editores, agentes y autores de que lo somos, y armando una programación cultural inteligente, fresca y diversa que demuestra que la Filbo no tiene problemas de autoestima. Que es una Feria que se cree grande y por eso mismo lo es.

¿Cuáles son los retos que se encuentra para la Feria?

Seguir imaginando “cosas chingonas”.

¿Qué conservará de la anterior gestión de Giuseppe Caputo?

La organización de la programación de la Filbo en los últimos años ha producido un incremento constante en el público que asiste a las diferentes franjas culturales; y estoy convencida de que gran parte del éxito se debe al eje temático que cada año articula la Feria como un todo, a los títulos y resúmenes que explican los contenidos de los eventos particulares, a las piezas publicitarias, de prensa y mercadeo, y a los eventos mismos. Estos no solo apelan a la razón y a las emociones, sino que se encuentran inteligentemente elaborados y, sobre todo, acogen en vez de expeler. Hacen que la literatura deje de ser el territorio de unos pocos. Visibilizan a los autores sin estratificarlos y los acercan al público, que de otra manera, no llegarían a ellos. Ponen en la mesa de discusión, durante dos semanas, temas que atañen a nuestra contemporaneidad, que estimulan la lectura y la reflexión, y, por supuesto, la venta de libros. Creo que, entre muchas otras cosas, ahí radica el éxito de la gestión cultural realizada por Giuseppe en los últimos años.

¿Qué quiere renovar?

Hasta el 9 de junio comienzo oficialmente y junto a Sandra Pulido, Gerente de Ferias, y el resto del equipo, comenzaremos a trabajar en la feria del 2019. No llegué a la dirección cultural con una agenda concreta de transformaciones ni una programación lista. Como te dije, hace menos de cuatro semanas aterricé en este nuevo cargo. Quiero sentarme con el equipo de trabajo de la Cámara, los editores, agentes, libreros, la academia y aquellos involucrados en el negocio del libro para escuchar sus necesidades, mirar sus planes editoriales y, a partir de ahí, ver cómo podemos seguir mejorando y ampliando la programación cultural.

Dígame, ¿qué es lo que más la emociona de este nuevo cargo? ¿Qué sueña para la Feria?

Uno de mis juegos favoritos desde niña siempre ha sido construir historias. Imaginar un mundo y ponerlo a funcionar. Por eso armaba obras de teatro que representaban mis Barbies. Por eso escribo, por eso invento programas para que los estudiantes saquen adelante su escritura. Sueño que la próxima feria sea una historia bien orquestada y diversa donde quepan muchas formas de ver el mundo y estas entren en diálogo, se cuestionen y, al hacerlo, los asistentes salgan de Corferias con una mirada más amplia. El lugar común es decir que la literatura nos hace mejores. La literatura no nos hace mejores, lo que sí hace, al enseñarnos a ver a través de los ojos del otro, es ampliar nuestra visión del mundo, volvernos críticos. Si hay algo que necesitamos en Colombia es pasar de ser una sociedad que traga entero a ser una sociedad crítica. Ahí, en esa capacidad de debatir, de aceptar lo que no soy y rechazar lo que se me ha impuesto, inicia la convivencia pacífica.

 

Por Camila Builes / @CamilaLaBuiles

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