El Magazín Cultural
Publicidad

La pasarela de la fatalidad

A sus cuarenta años se fue Alexander McQueen, uno de los creadores de moda más trastocadores de las últimas décadas.

Angélica Gallón Salazar
11 de febrero de 2010 - 09:17 p. m.

Alexander McQueen está muerto. A sus cuarenta años apareció el jueves su cuerpo sin vida en su casa en Londres, al parecer por suicidio. ¿Una víctima más del tiránico mundo de la moda? Aún no se sabe, pero el genio del artificio y la teatralidad se ha ido justo unos días antes de que se iniciara la Semana de la Moda de Londres y de presentar, en París, su nueva colección el 9 de marzo. Hace tres años, en esta misma fecha, su mejor amiga, su apoderada Isabella Blow también se quitó la vida. La madre de McQueen murió hace cinco días.

Guerra, religión, sexo y todos los temas que los creadores del vestido evadieron por décadas, Alexander McQueen los hizo vestido y los puso a desfilar bellamente en sus pasarelas. “Lo que usamos siempre será un síntoma de nuestro ambiente, pero creo que la mayoría de las veces el resultado es opuesto a lo que esperamos, cuando el clima económico es duro, el escapismo es lo esencial”, confesó alguna vez a la revista I-D cuando fue seleccionado como uno de los 150 más importantes de la historia. McQueen trabajó con Romeo Gigli, en la casa Givenchy, y en Gucci. Abrió su primer tienda en Nueva York con su marca en 2002.

El mundo llora su ausencia y el enorme vacío que deja su desesperada partida en el universo de la creación estética. Ya no habrá más de su mundo romántico y perverso, de sus incansables odas al fetichismo, de sus lecciones de encontrar inspiración en los vagabundos y los ricos, en lo vulgar y lo común. Su riesgo le daba otros aires al rancio mundo de la moda.

Lo recordaremos por haberse atrevido a diseñar unas botas de madera a Amie Mullis, una modelo con las dos piernas amputadas a la que McQueen le regaló unas bellas prótesis ortopédicas. Se hará inolvidable por haber puesto a bailar sobre la pasarela a dos máquinas y una mujer con un hermoso vestido blanco, para que luego los dos brazos mecánicos dispararan pintura sobre el vestido y delante del público se hiciera visible el proceso de creación. Se llevarán a los museos sus estrambóticos tocados con pájaros y por los tapetes rojos Lady Gaga le rendirá homenaje cada vez que use sus zapatos.

Sólo el tiempo dirá si McQueen logró su cometido: “Hacer piezas que puedan trascender cualquier tendencia. Que en 100 años cuando alguien se encuentre mis vestidos en una tienda de antigüedades sea igual a que lo halle hoy en mi tienda”. Sólo los años dirán si no se fue antes de tiempo y si todo no se trató de una honorable y teatral partida.

Por Angélica Gallón Salazar

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar