El gremio editorial le hace un llamado a la ciudadanía para que compre libros producidos legalmente y a que se reconozcan los derechos de los autores. La iniciativa “Apoyo a mis autores. Solo compro libros originales. No piratería”, busca sensibilizar y concientizar a lectores para que se abstengan de comprar libros piratas. La Cámara Colombiana del Libro, que actualmente se encarga de promover la campaña, informó que la industria editorial en el territorio nacional tiene pérdidas anuales por $198 mil millones por cuenta de la ilegalidad, de los cuales $57.113 millones corresponden a libros de interés general (novela, poesía y cuento), $36.806 millones a textos escolares y $97.092 millones a libros profesionales y universitarios. (Le sugerimos: ¿Por qué escribir?)
De acuerdo con Enrique González Villa, presidente ejecutivo de la Cámara Colombiana del Libro, el “impacto negativo que genera la piratería de libros en la industria editorial colombiana es ostensible”. No solamente los autores son los afectados con la venta y compra de textos piratas, sino también las miles de personas que trabajan en pro de los libros y la lectura: editores, distribuidores y libreros luchan a diario para frenar este flagelo latente en el territorio nacional.
“El problema de la ilegalidad en Colombia deja diariamente grandes pérdidas, por eso queremos que este mensaje llegue a todos los colombianos, debemos proteger el derecho de autor, debemos proteger a los creadores”, enfatizó el presidente gremial.
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Un flagelo presente en las aulas de clases
Además de los libros de interés general como las novelas, los textos escolares también se han replicado ilegalmente cada vez más. El Gobierno Nacional ha expedido numerosas directrices en las cuales se ilustra ampliamente el interés de proteger los derechos de los creadores. Una de ellas es la directiva ministerial No. 01 del 9 de enero de 2007, en la cual se insta a las autoridades e instituciones educativas a asumir una conducta de cero tolerancia frente al uso de libros piratas y fotocopiados en las instituciones educativas, ya que constituyen una violación a las normas disciplinarias, civiles y penales sobre derecho de autor y genera consecuencias para quien la tolera o promueve.
“Con ‘Apoyo a mis autores. Solo compro libros originales. No piratería’ también les hablamos a los educadores para que se sumen a esta iniciativa y no permitan la ilegalidad en sus aulas de clase”, finalizó González Villa.