El Magazín Cultural
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La poesía cantada de Carlos Pala

El artista antioqueño es uno de los representantes más sobresalientes de la canción latinoamericana en Colombia.

Juan Carlos Piedrahíta B.
23 de enero de 2016 - 07:00 p. m.
Carlos Pala, cuyo verdadero nombre es Carlos Palacios, se formó en Cuba y estuvo radicado en Argentina durante varios años. / Cortesía Fundación La Cueva
Carlos Pala, cuyo verdadero nombre es Carlos Palacios, se formó en Cuba y estuvo radicado en Argentina durante varios años. / Cortesía Fundación La Cueva

Carlos Pala no cree en la inspiración, porque, si eso existiera, trabajos como el suyo no tendrían ningún mérito. Sería como un extraño personaje a la espera de una musa portadora de una suerte de regalo. Prefiere pensar que su caos es útil para componer y por eso se declara incapaz de trabajar tres horas seguidas en una creación. Va por fragmentos y, aunque desde el comienzo tiene una idea básica de lo que quiere expresar, no se complica hasta que el tema está terminado. En ese momento empieza la labor de refacción en la que puede tardar meses, porque es un compulsivo corrector de sus propios textos.

Esta condición hace que Pala, cuyo verdadero nombre es Carlos Palacios, no se sienta del todo cómodo con la expresión cantautor, porque puede crear el imaginario de alguien que llega con una guitarra y una boina roja a cantar al lado de una chimenea una canción como La era está pariendo un corazón, del cubano Silvio Rodríguez. Él no tiene diferencias con los cantautores de izquierda ni con los de derecha, por lo que exige su derecho a desmarcarse. Más bien, se queda con el término castizo de cancionista o de canción de autor.

“Es indiscutible que existe un hilo conductor entre los tradicionales trovadores y los nuevos exponentes de la canción, porque el género es imperecedero. Sin embargo, desde hace algunos años, nuestras generaciones están muy interesada en desprenderse del estigma del cantautor de los años 60 y muchos artistas, incluso, rechazan la expresión para evitar el sesgo político”, comenta Carlos Pala, quien considera que el boom de las sonoridades colombianas ha estado beneficiado por la crisis de la industria discográfica tradicional y la apertura de los mercados alternativos.

Decidió estudiar música en Cuba porque los costos de academia entre el Instituto Superior de Artes de La Habana y la reconocida Berklee, que ofrecían currículos similares, tenían más de dos ceros de diferencia en el recibo de pago. Aunque también optó por la mayor de las Antillas porque durante mucho tiempo fue seguidor de un formato trovadoresco que tuvo en la isla una evolución particular.

Durante sus años de formación en Cuba, luego de su paso por Colombia y su estadía prolongada en Argentina, el humor ha sido una herramienta indispensable. Pala admira a los buenos comediantes y cree que hacer reír es la finalidad máxima, aunque es de doble filo porque se puede caer en el lugar común. “Soy muy panfletario y me gusta poner las cartas sobre la mesa. Si voy a ser demagogo, que sea de frente, sin maquillajes ni máscaras”, dice este músico que hace rato entendió que no es cantante, según él, porque tiene una voz muy limitada y más bien se dedica a narrar sus vivencias a través de metáforas extrañas.

Carlos Pala es uno de los representantes más comprometidos y juiciosos de la canción latinoamericana en Colombia, un movimiento que tiene figuras tan importantes como el argentino Kevin Johansen, el español Ismael Serrano y el uruguayo Jorge Drexler, con quienes ha tenido largas jornadas de retroalimentación.

“Lo que percibo es que los colombianos nos enorgullecemos de algunas cosas un poco tarde. Cuando aparecieron los Carrangueros había cierto sentimiento de comicidad y no un movimiento que arropara a Jorge Velosa como una autoridad en la materia. A ese tipo de valoraciones de las manifestaciones siempre hemos llegado tarde. La nueva canción fue perecedera y, cuando arribamos, los valiosos ejemplos locales no habían sido muchos y su tiempo había pasado”, afirma Pala, quien asume el riesgo de explorar algunos temas porque involucran peleas personales.

Las salas de 300 o 400 personas en Buenos Aires fueron por mucho tiempo su fortín. A Medellín regresó hace algunos años y en 2011 fue uno de los invitados especiales del VI Congreso de la Música, en el que cantó acompañado por una banda sinfónica en el Teatro Metropolitano, con capacidad para unos 1.500 espectadores. Este artista antioqueño es el protagonista ahora de la actividad “La poesía cantada de Carlos Pala”, en la que realizará un recuento por sus versos más conocidos, su música más divulgada y su imaginación inagotable.

Por Juan Carlos Piedrahíta B.

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