El Magazín Cultural

La potencia de los cuerpos o lo que los cuerpos pueden

El nuevo libro de la filósofa colombiana Laura Quintana “Política de los cuerpos- Emancipación desde y más allá de Jacques Ranciére”, se constituye no sólo en un profundo experimento de pensamiento, sino en un ejercicio filosófico que oxigena las prácticas habituales de la academia colombiana. Un texto ineludible para pensar la emancipación hoy.

Damián Pachón Soto
07 de octubre de 2020 - 06:33 p. m.
Laura Quintana, autora de "Política de los cuerpos"(Editorial Herder, 2020) , es Doctora en Filosofía de la Universidad Nacional de Colombia y profesora de la Universidad de los Andes.
Laura Quintana, autora de "Política de los cuerpos"(Editorial Herder, 2020) , es Doctora en Filosofía de la Universidad Nacional de Colombia y profesora de la Universidad de los Andes.
Foto: Archivo particular

Lo que podemos llamar “campo”, siguiendo un poco a Xavier Zubiri- es bastante amplio. Es un ámbito de realidad, una determinada totalidad ontológica de sentido, o un “campo pragmático” (Ortega y Gasset) atravesado y conformado -pero que a la vez abarca- distintos “elementos”, más precisamente, conformado por un conjunto de prácticas y discursos. Así las cosas, en lo que llamo “campo filosófico” encontramos desde el estudio de la disciplina, los currículos, la investigación filosófica y su financiación, la traducción de las obras, las políticas de enseñanza, las formas expresivas dominantes (el sistema), la preponderancia del paper científico sobre el libro, hasta la práctica filosófica en clase, filológica, erudita y exegética; o también “averroísta”, pues gran parte de los filósofos colombianos son grandes comentadores. Todo esto sin dejar por fuera el contacto de ese campo o su intersección con otros campos. En pocas palabras, y desde el punto de vista de una historia social de la filosofía, todo lo relacionado con la producción, la circulación y el consumo de la filosofía misma.

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Pues bien, dentro de este “campo” en Colombia, con prácticas filosóficas fordistas y tayloristas, estandarizadas, y donde el experimento o la improvisación suelen verse como faltos de rigor y seriedad, un libro como Política de los cuerpos (Editorial Herder, 2020) de la filósofa Laura Quintana, Doctora en Filosofía de la Universidad Nacional de Colombia y profesora de la Universidad de los Andes, representa una novedad y un oxigenante ejercicio del pensamiento. Al respecto, deseo resaltar lo siguiente.

El primer lugar, la apuesta metodológica, o lo que la autora, recordando implícitamente a Sartre llama “cuestiones de método”. Allí expone tres puntos importantes: el primero, “rehusar a separar el trabajo empírico del teórico”, mezclando trabajos experienciales y académicos, donde, desde luego, entra a jugar el trabajo de campo. Esto es, en sí mismo, ya algo muy escaso en la investigación filosófica, donde, por lo regular, sólo hay, como decía Montaigne, libros sobre libros, y pocos sobre realidades. En segunda instancia, "asumir un método de igualdad para el cual todos los discursos de los actores políticos, de los académicos, de la literatura, se encuentran en un mismo plano; no hay entre estos discursos niveles privilegiados. Todos ellos- los discursos- son “distintas producciones de los cuerpos para intervenir y orientarse en el mundo”. Este también es un aspecto interesante, pues interpela la arrogancia filosófica habitual que aún hoy, en muchos espacios, se sigue manteniendo, donde la filosofía es vista como el saber fundante desde el cual se levantan y asientan los demás, subvalorando o excluyendo las otras disciplinas o las otras formas de trato con lo real. Y, finalmente, el libro le apuesta a “pensar el trabajo filosófico como interdisciplinario, que desestabiliza las fronteras y crea relaciones impensadas entre lenguajes distintos que se asumen como producto de una potencia común”. Por eso, el diálogo con la estética, la antropología, la etnografía, y las ciencias sociales atraviesan el texto.

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Pues bien, y en segundo lugar, estas cuestiones metodológicas son las herramientas para el logro del objetivo principal del libro: pensar la emancipación en el mundo actual, en los tiempos que vivimos. Aquí se parte de un análisis de la realidad como formaciones sociales no clausuradas, no cerradas, sino heterogéneas, en las cuales los cuerpos pueden…donde el cuerpo, la corporalidad, los afectos, su potencia común, su relacionalidad, no están de antemano completamente cooptados por la sociedad administrada, por el neoliberalismo o regímenes policiales o de sujeción, sino donde hay espacios, intersticios y brechas para lo posible. Lo que se explora es, de hecho, cómo esas sujeciones (las de la realidad dada o el neoliberalismo), pueden ser “contrarrestadas a través de prácticas singulares de las corporalidades, así como en acciones colectivas, que pueden tener efectos desujetantes, y transformativos sobre la forma de regulación social”. El cuerpo es, pues, la geografía de la subversión, de la rebelión. Es un cuerpo en escena, asumido relacionalmente, no esencializado o naturalizado por la raza, la etnia, la clase, el género, o por las formas identitarias fijas y adscritas, etc., el que se convierte en rebelde; son cuerpos que tienen capacidad de escape y donde la emancipación es leída, entonces, desde las prácticas creativas, desde las configuraciones estéticas de los cuerpos, sus afectos y sus potencias.

En tercer lugar, y yendo más allá, el libro busca mostrar cómo esas prácticas emancipatorias pueden inscribirse en instituciones otras “que prolonguen formas de relación alternativas para los cuerpos”. Normalmente, las instituciones son vistas como maneras de garantizar lo ganado en las luchas, instrumentos de control o regulación, de canalización de los conflictos, etc. En este libro, las mismas son concebidas de otra forma: “las instituciones no tienen que pensarse solo en términos de estructuras que ordenan, restringen y obligan la conducta…sino que también pueden concebirse como operadores de nuevas formas de relación y de ser con otros”. Por eso, habría que pensar en instituciones menos inmunitarias y, más bien, que permitan “la emergencia imprevisible del desacuerdo”, es decir, que no sean cómplices de la desactivación política de la sociedad.

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Este interesante libro, producto de una larga investigación, es un texto refrescante y, sobre todo, útil y urgente en un mundo como el actual, donde la protesta social que fue puesta en letargo por la pandemia, despierta de nuevo y se dispone a disputar políticamente el sentido de lo público, de lo común. Es un texto con una reflexión no cerrada, que le apuesta a las prácticas cotidianas, singulares y localizadas de emancipación, donde la temporalidad misma se concibe “como una dimensión abierta y conflictiva”. Un libro que piensa de la mano de Ranciére, pero también más allá de él, que “la emancipación es propiamente una conversión del cuerpo y del pensamiento que comienza por una ligera subversión de actitudes ordinarias”. Así que bienvenida una obra como esta que contribuye a desmomificar la academia colombiana.

Por Damián Pachón Soto

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