El Magazín Cultural

Liar (En primera persona)

Si hablo de esto, es porque al despertar mi mente me pide que lo cuente todo. ¿Pero qué es todo realmente? ¿A caso tengo mucho que contar? ¿Qué es lo que tengo que contar? "Son todos mis insomnios, mis insomnios acumulados, esos que me agobian", respondo.

María Paula Acosta Lozada @paunks
14 de septiembre de 2019 - 09:02 p. m.
Imagen del disco "Liar", de Built to spill. / Cortesía
Imagen del disco "Liar", de Built to spill. / Cortesía

Los episodios son eso, formas, olores, momentos que me generan cierta melancolía, y sé que generalizar es un error, pero relacionar conceptos es otro asunto. El desayuno que me sirvieron mis amigos hoy, por ejemplo, es la evocación de mi abuela, pues ella con su desayuno me despertaba junto al frío de la madrugada y así poder llegar con el estómago contento al colegio. El cigarrillo que me fumo en soledad es también el recuerdo de mi tío vigente pidiéndome que lo acompañe a la portería, es un hecho que lo vincula a desahogarse conmigo para hablar sobre su vida, no sin un cigarrillo en la mano. Mi tío y yo nos llevamos aproximadamente veinte años, este año cumple cuarenta y lo entiendo, la diferencia de tiempos no es un impedimento para establecer una conversación con él, al contrario, él me pide que le escuche, y yo entiendo perfectamente qué es escuchar y qué es no escuchar: sufro de hipoacusia, una discapacidad que me permite no oír muy bien. Es también una deficiencia emocional, escucho, pero mi mente no, o viceversa. Sin embargo, he aprendido a tener consensos, a veces dejo que juegue, que surja, que me explore. La hipoacusia hace parte de esas discrepancias que cargo conmigo. Son esas irregularidades que algunas veces se me olvida echar en mi mochila.  Le digo a mi tío que le tengo la respuesta a sus pensamientos en alguna frase de alguien que escuché el otro día:  "Save it all for me, save it all for you, save it all for us". Mi tío simula entenderme, al final sugiero que, aunque no salve nada, hay que salvar igual. Apago el cigarro, piso la colilla y me entro a casa de mis amigos.

Si está interesado en leer otro texto de María Paula Acosta, ingrese acá: Transeúntes

Me he dado cuenta de que los recuerdos son netamente maternales, hasta el punto de que nos hacen sorprender de dónde venimos, creemos que no lo sabemos pero es un aprendizaje constante que nos cuesta la vida. 

Cómo no pensar después, que de alguna manera tu mente te exige no olvidarte, llevar ese pasado y frenar el futuro, no porque tengas miedo, sino porque dicen que el tiempo no nos alcanza, y tal vez es él el que no nos alcanza a nosotros. Y fíjense que tan solo soy una mujer que le falta mucho por decir, por hacer, por creer, por cambiar, por entender. No tengo la respuesta de lo que mi mente necesita, acaso para seguir con mi presente y estar en esta soledad demasiado ruidosa, una soledad que te acoge y te engancha. Nos quedaremos solos y ya es de noche. Nos quedaremos solos, mis cobijas y mi silencio. Y al frente el ventanal mirándome inútilmente:

- ¿Qué más tienes que contar?

- ¡Estoy con el silencio, necesito respetarlo!

Quienes me gritan al oído son esos pensamientos recónditos, esparciéndose entre nombres, gustos, placeres, pasiones, caprichos, -exhalo, me sudan las manos-, sonidos, símbolos, fotografías, olores, palabras. Son nimiedades que los suspiros logran hacer estallar. Y concibo la idea de que esta noche, cargo conmigo el corazón sudado de tanto luchar, entre la incertidumbre de estar siempre bajo el mismo lugar, pero en diferente sitio. Es parte del crecimiento, quizás. 

Anexo: No se me va la canción "Liar" de Built to spill, casualidad para alimentar estas letras que necesitan ser sonadas bajo este papel que alguna vez estuvo en blanco. 

 

Por María Paula Acosta Lozada @paunks

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