El Magazín Cultural

Liniers y cómo creer en el fútbol 

Uno de los invitados a la Feria del libro de Bogotá se presentó hoy y entre sus anécdotas recordó cómo vivió su primer mundial de fútbol. 

CAMILA bUILES
18 de abril de 2018 - 10:08 p. m.
Una de las caricaturas de Liniers durante el Mundial de Brasil, cuatro años atrás.  / Cortesía
Una de las caricaturas de Liniers durante el Mundial de Brasil, cuatro años atrás. / Cortesía

La primera vez que Ricardo Liniers fue a un mundial de fútbol fue al de hace cuatro años en Brasil. Liniers le dijo al director de La Nación, el periódico argentino en el que publica sus ilustraciones desde hace 10 años, que creía conveniente que lo mandaran a él a cubrir el mundial. El director, sin parpadear le respondió: "pero Ricardo, si vos no sabés nada de fútbol". Tenía razón. Liniers no sabía siquiera cuáles eran las selecciones clasificadas al evento, pero para él era absolutamente necesario asistir al mundial. Ir para dibujarlo. Logró convencer al director y lo mandaron como "enviado especial". Con mil dólares en el bolsillo y sin una entrada para algún partido.

En el primer juego de Argentina en el mundial,  Liniers estaba afuera del estadio con su cuñado intentando comprar una boleta por menos de mil dólares - lo único que tenía - hasta que encontró una "super oferta de 700 dólares", la compró y cuando iba a entrar no pudo porque era una entrada falsa. "Ya ves, en el fútbol como en el amor es mejor pagar más caro para tener alguna garantía", dice el argentino, invitado a la Feria del libro de Bogotá. El resto de partidos los vio desde un bar oscuro cerca al Maracaná. Dibujando los jugadores y sus rostros, las canchas y sus hinchas. Hasta que el director lo llamó para decirle que podía ir al juego Brasil - Alemania. "Puta, con esto la rompo en Twitter", pensó.

La idea era simple: a cada gol, no importaba de cuál equipo, Liniers dibujaría en un croquis la jugada y la postearía en tiempo real en Twitter.
El juego empezó. Primer gol de Alemania. "Ja,ja,ja está bueno. Se lo merecen estos brasileños", pensó Liniers mientras lo dibujaba. Segundo gol de Alemania. "Bueno, ja, ja", siguió dibujando. Tercer gol, cuarto gol... Liniers paró de dibujar. Siempre se ha considerado un impedido para el cinismo. "No podía hacerlo, después del segundo gol dejó de ser gracioso".

Al día siguiente se fue para la playa y vio a la gente llorar. El fútbol atraviesa el corazón como un embrujo, lo somete, lo maneja. El mundial se volvió algo distinto, una especie de ritual. Logró conseguir entradas para la final. Argentina en la final y él en una silla, sin saber qué putas era un fuera de lugar, estaba intentando explicar qué era lo que sentía. Él, el hombre de los dibujos que nunca se interesó por el fútbol, el que se reía de los jugadores, el incrédulo. Sentado esperando a que salieran unos hombres con su bandera en el pecho y en la espalda. ¿Qué siente alguien que empieza a creer en algo? El partido siguió y Argentina perdió y Liniers ya sabía lo que sentía, sentía dolor.

Por CAMILA bUILES

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