El Magazín Cultural

Literatura, a pesar de todo

El certamen, que cierra con una asistencia histórica de 30 mil personas, se desarrolló en una ciudad marcada por un crispado ambiente electoral.

Joseph Casañas - @joseph_casanas
19 de octubre de 2019 - 02:17 a. m.
William Ospina, uno de los invitados a la IV Feria de la Lectura de Montería. / Cortesía
William Ospina, uno de los invitados a la IV Feria de la Lectura de Montería. / Cortesía

Cinco de la tarde. Alejandro*, Jonathan* y Carlos* juegan fútbol en la cancha sintética del Centro Verde, sede de la Alcaldía de Montería, ubicada en el margen izquierdo del río Sinú. El partido es intenso. Aunque la tarde está cayendo, el calor es abrasador. La brisa no corre, el balón menos. La disputa no tiene tregua.

Por toda la cancha se ven camisetas del Bayern Múnich, Unión Magdalena y Real Madrid, entre otros. Esos son los jugadores de un solo equipo. Los otros tienen el pecho descubierto. La desnudez es la camiseta del equipo en el que juegan Alejandro y Jonathan. Carlos tiene una camiseta que alguna vez fue amarilla.

El resultado no será lo de menos. No solo juegan por la gaseosa. Allí hay más cosas en juego, aunque el periodista que observa la escena no lo sepa. Lo único que él sabe es que los tres futbolistas estuvieron toda la mañana y parte de la tarde repartiendo volantes, agitando banderas y brincando por la Avenida 20 de Julio y la Circunvalar. La campaña política en Montería está agitada y genera unos empleos temporales que algunos jóvenes no están dispuestos a desaprovechar. “No es mucho dinero, pero sí suficiente”, dicen.

A Alejandro y Jonathan, que tienen 18 y 19 años respectivamente, les pagaron $30.000 por corear todo el día el apellido de un señor que quiere gobernar la ciudad, a Carlos que, aún no tiene 18 años, le pagaron $20.000 por entregar unos volantes que tienen impresa la cara de otro señor que también quiere ser alcalde.

“Puede que lo que le paguen a esos pela’os no sea mucho. Pero a veces es suficiente. Haga cuentas: si les dan 30.000 barras por jornada, al final de la semana tienen $210.000. Suficiente para el helado, la cerveza y el motel”, dice Mauricio*, otro joven que alguna vez fue uno de esos que en campaña se hizo unos pesos de más tratando de convencer a la gente para que votara por x o y candidato. Hoy se arrepiente. Durante estas elecciones la Misión de Observación Electoral ha recibido quejas por destrucción de material electoral, supuesto juego sucio y estrategias de desinformación.

Darse una vuelta por estos días en Montería es un ejercicio de paciencia. Las esquinas están repletas de jóvenes que hacen lo mismo que Alejandro, Jonathan y Carlos. “En esos muchachos también se evidencia la necesidad de pertenecer a un grupo social. Si en un grupo de esos que hacen proselitismo hay muchas mujeres, los muchachos van a integrarlos para buscarlas y conquistarlas. Y viceversa. Allí no hay mucho trabajo político real. En el fragor de la campaña se percibe también la euforia y la necesidad de ganar. Si una encuesta dice que el candidato x va ganando, los pela’os se van a trabajar con ese candidato. Si a la semana siguiente la encuesta dice otra cosa, los pela’os se cambian de campaña”, agrega Mauricio.

En Montería la contaminación visual es evidente. Caras de candidatos para la Alcaldía o la Gobernación en una esquina, paredes pintadas con los números que identifican a un aspirante en la otra, carteles pegados en los postes, vallas con fotos de personas que se dejan ver sonrientes y honestas.

En medio de este panorama crispado avanza la IV Feria de Lectura de Montería, Un Río de Libros, un espacio que, aunque es organizado por la Alcaldía saliente, se convierte en un refugio para aislarse de la dinámica electorera.

“Aunque es un evento que está organizado por una alcaldía y tiene su interés político y social, cosa que es evidente, es positivo porque antes la clase dirigente se preocupaba solo por la política y dejaba a un lado la cultura, ahora están haciendo de la cultura un mecanismo de persuasión y de incidencia en las comunidades. Es llamativo que en tiempos de política y a pesar de que hay un maremágnum de gente tratando de persuadir para votar por uno u otro candidato, este evento esté lleno de jóvenes. En Montería aún no hay voto de opinión. Aquí hay una votación cautiva o amarrada, pero a mi manera de ver las cosas, un 50 % de la gente prefiere venir a estos eventos culturales que estar en eventos políticos”, dice Rubén Darío Otálvaro, magíster en Literatura y profesor-investigador de Literatura en la Universidad de Córdoba.

Para Marcos Daniel Pineda García, alcalde de la ciudad, Un Río de Libros es un evento “independiente promovido por una administración pública que está ajena a la coyuntura política, en donde lo más importante son 134 invitados especiales, las más de cien actividades donde hay debates, donde se habla de literatura, música, cultura y en el que se abre la posibilidad de tener debate de ideas sano y respetuoso”, tipo de debate que no se evidencia en tiempos de campaña.

John Jairo Junieles, uno de los escritores invitados a la IV Feria de Lectura de Montería, dice: “Vivimos en una región con muchas dificultades que históricamente se ha visto afectada por el olvido del centralismo. Hay una tradición de mirar a las regiones solo en tiempos electorales, pero a la hora de darles solución a los problemas, pocos voltean a mirar. El arte de la política es el arte de hacer feliz a la gente y muy pocos lo desarrollan de corazón. Hace poco alguien dijo que en muchos lugares de Colombia se hace política con favores. Y lamentablemente es una realidad. Vivimos en una región en la que durante décadas el tema electoral está sujeto a toda clase de maniobras mafiosas para beneficio de las casas políticas”, dice Junieles, autor del programa “Leer el Caribe” este año.

La literatura está o, al menos, debería estar, por encima de todo eso. “En el Caribe hay una tradición de inmigración inmensa. Tenemos culturas mediterráneas, árabes, italianas, norteamericanas, también raíces indígenas y africanas. Todo ese mestizaje está presente en las obras de los autores. La literatura del Caribe no tiene pretensiones. Es, en su mayoría, espontánea, fresca, honesta sin palabras elaboradas”, agrega Junieles.

Está por verse si Un Río de Libros, certamen que finaliza este domingo 20 de octubre y tuvo una asistencia histórica de unas 30.000 personas, se convierte o no en “un evento de ciudad”, como dice el alcalde Pineda García o si, como ha pasado en otros escenarios, la administración entrante empezará todo de cero.

“Durante cuatro años periodistas, escritores y artistas se han apropiado del evento. La idea es que independientemente del alcalde que venga el próximo año este evento pueda seguir”, dice la gestora social del municipio, Natalia Ariza Escudero.

“Gracias a eventos como este la gente se encuentra, se ve a la cara con personas que de otra forma no se la verían. Personas que comparten la pasión por la literatura, por los cuentos, por las historias. Crear un escenario de complicidad por los lectores es maravilloso. Se sienten menos solos, nos sentimos menos solos, menos raros. Gente que vive al redor del libro y gracias al libro”, dice John Jairo Junieles.

Aunque Alejandro, Jonathan y Carlos seguirán trabajando hasta el final de la campaña política para que gane uno u otro candidato, eso es lo de menos, pues al finalizar la jornada, en la tarde, y durante la siguiente semana se seguirán viendo las caras para jugar a la pelota.

Esa tarde, y esto el periodista solo lo supo hasta el final, los tres iniciaron una apuesta. Dios es redondo, de Juan Villoro y El fútbol a sol y sombra, de Eduardo Galeano, se convirtieron en la motivación adicional de aquel partido. Un político ganará, el otro perderá. Alejandro, Jonathan y Carlos sospechan que su disputa es más honesta porque, a pesar de todo, hay literatura.

Por Joseph Casañas - @joseph_casanas

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