Nada se pierde,
todo es carne y silencio,
la palabra jamás llega vacía
porque los labios no pueden vivir sin campo,
el polvo jamás tiembla, aunque sabe que es olvido,
y en las noches la carne duerme - bien sabe que es polvo -
tu lado izquierdo no teme a la ceniza
y mira siempre como humano:
a los pies.
Aunque tu izquierdeza también sabe de Cielo
y de cielos
conoce las tempestades que sacuden a los amantes
y las maneras oníricas en que mueren los mundos,
tu lado izquierdo se debate entre lo eterno y el sustento
y sabe encontrar en la expansión irreversible
las bondades de contar con números pequeños.
Por eso te miro y amo tu ojo izquierdo
que comprende que lo divino de ser fugaz
es olvidar completamente que se es tiempo.