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“Los Nadie”, la película que abrirá el Festival de Cine de Cartagena

Con esta película de Juan Sebastián Mesa, José Manuel Duque y Alexánder Arbeláez se abre el elegante Ficci 56.

Manuela Saldarriaga H.
02 de marzo de 2016 - 04:06 a. m.
El Festival Internacional de Cine de Cartagena va hasta el próximo 7 de marzo. / Cortesía
El Festival Internacional de Cine de Cartagena va hasta el próximo 7 de marzo. / Cortesía

Diez días para rodar Los Nadie. Toma única o el plano no va. Dos productores y un director (Colectivo Monociclo), junto con un montón de parceros, son parte de un combo de no más de 20 personas que lo hizo posible. Su ópera prima. Una decisión casi suicida, dice Juan Sebastián Mesa, quien, además de dirigir, escribió este guion. Una historia para un corto, con la amistad como excusa, con afición de película. Con el equipo reventado, en palabras de Mesa, se terminó este proyecto, hoy función inaugural del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (Ficci).

Él despegó escribiendo a partir de un deseo personal. Cuando en 2010 extraditaron a jefes paramilitares y Medellín, como dice, se calentó. Los asesinatos, así como la redistribución del orden territorial, incrementaron los índices de violencia evidentemente, y ¿quién quería quedarse? Él, con un par de amigos, suspendió la universidad y emprendió un viaje por Suramérica, pese a tener los bolsillos hechos un nudo.

“Recuerdo mucho estar en la ciudad con uno de mis mejores amigos, y él vivía en Barrio Antioquia, un barrio caliente, y tenía que quedarse en mi casa porque no podía ir a la suya porque estaba muy tarde y era peligroso. Arrancamos a Machu Picchu. Viajando conocí muchos malabaristas. Me parecía particular cómo ellos podían vivir sin dependencia del sistema, nunca fuera de él, porque es imposible, pero con un cierto grado de autonomía. Son nómadas. No pertenecen a ningún lugar ni tienen fecha de regreso”.

Los Nadie hace referencia al poema del uruguayo Eduardo Galeano (mismo título) y, por supuesto, a esos personajes “anónimos” ante cuyo truco se conmueven (?) poco los espectadores de semáforos, acaso un simple juego de luces mecánico. De una pola salió el trato entre Mesa y un amigo suyo, malabarista y punketo de Medellín: escribir un cortometraje de alguien que quiere marcharse de la ciudad y donde el tema no es la ciudad, ni lo que sucede en ella, sino los anhelos compartidos de quienes la habitan. En 2014 este guion quedó seleccionado entre los proyectos ganadores del estímulo de producción de corto del Fondo de Desarrollo Cinematográfico FDC: $50 millones.

Puesto en marcha por Monociclo, la historia los dejó bien involucrados. Mesa se maravilló con personajes secundarios (todos los personajes no profesionales) y, dice él, dejó de ser un “guion de hierro” y se permitió escribir en simultáneo una historia coral donde las cualidades de los personajes no fueran imaginadas sino “reales”, con atributos propios. Con otra pola, el colectivo decidió, durante los primeros días de rodaje, no filmar un corto sino una película. El sueldo del estímulo de 2014, más lo que pudieron ahorrar, lo invertirían en la filmación de un largometraje, el tal proyecto suicida.

“Vimos con Cine en Construcción —iniciativa de Cinelatino, Rencontres de Toulouse y del Festival Internacional de Cine de San Sebastián—, que era algo muy pro, que podíamos mandar el corto y pasamos para exhibición. Fue la alegría total. Conocimos a un montón de gente de industria y de festivales, gente muy interesada en el proyecto, y nos ofrecieron coproducciones en Francia o en España para terminar la película, pero nos preguntábamos hasta qué punto iba a ser 100% colombiana y 100% de nosotros. Habíamos matado el tigre hace rato y ahí, bueno, ya grabaron: ¡ahora sí! Entonces tiramos nuevamente a FDC para posproducción de largometraje, porque ya estaba rodada, y la terminamos. Antes estuvimos en el Bogotá Audiovisual Market (BAM) y mostramos unos teasers de la película en un cine en la Av. Chile para gente específica, entre esa Diana Bustamante (directora del Ficci) y Pedro Adrián Zuluaga (crítico y curador en Cartagena)”.

Pensaron que iban a estar seleccionados como parte de la muestra colombiana. Ahora, Los Nadie, función de la gala de apertura del Festival, les parece “una oportunidad brutal”. La película no desconoce que algunos malabaristas en Medellín pagan vacuna por trabajar sobre una cebra. De hecho, en toda ella se escucha acerca del conflicto urbano, de las fronteras invisibles, y se sabe que está latente; sin embargo, lo que se ve en la pantalla no es tácito, o no tanto como en el proceso de creación.

“Medellín me reiteró un montón de cosas que siempre había tenido presentes. Para grabar en algunos lugares de la ciudad, vos simplemente tenías que ir a hablar con el duro del barrio, no con la policía. En los barrios manda la gente. Medellín está fragmentada en muchas partes y hay unos intereses concretos en cada lado, y no es un secreto para nadie. Pero evidenciarlo de forma directa, tener que ir a hablar con el man, verle el rostro, que en medio del rodaje lleguen unos manes en moto a decir: ‘Hey bueno, ustedes qué están haciendo ahí, cómo así… Tenemos que ir a hablar con el patrón. Ya venimos, no hagan nado mientras tanto’. De tener que estar dando explicaciones todo el tiempo. Es verlo de manera más directa, no era nada nuevo para nosotros, ya lo sabíamos, pero no de una forma tan brusca e invasiva”.

Su relación con Medellín siempre ha sido de amor y odio. La quiere, pero odia un montón de cosas. La película, no obstante, está en función de la amistad, como dije, no del conflicto. Y es el punk el que aparece en el estrado, reivindicándose, una vez más, como mecanismo de defensa contra la ciudad, contra todo.

“El mismo Rodrigo D plantea esa contracultura, aunque en este momento parte más de una forma vivencial. Los discursos han cambiado muchísimo. Si te ponés a pensar entre el punk de los 80 y los 90 hubo grandes cambios y la mentalidad es una cosa completamente diferente a lo que es hoy. La película tal vez renueva algunos de esos discursos, porque el punk para nosotros ya no es ‘no futuro’ o ‘no te desanimes, ¡mátate!’. Hace rato dejó de serlo. Sí hay como una iniciativa para empezar a proponer ‘ya no quiero hacer parte de tu sistema, ¿cómo me invento el propio?’, y hay un montón de casos de jóvenes que están haciendo las cosas por su propia cuenta. La película sí habla del punk, pero como discurso renovado. Rodrigo D fue importantísimo, pero hace cuántos años pasó... Muchas cosas siguen igual, otras no, por supuesto. El punk es parte fundamental de la historia de Medellín. Creo que es la ciudad más punkera de Colombia, sin duda. Cuando era adolescente crecí escuchando Punk Medallo, un disco emblemático. Es un género que todo el tiempo cuenta qué pasa, siempre estará narrando y eso no va a cambiar”.

En 2015 ganaron con el FDC, nuevamente, un estímulo para posproducción de largo y una producción de otro corto, otra historia. Así, Los Nadie llegó hasta este punto y Mesa trabaja ahora en el proyecto Tierra Mojada, que aunque es con indígenas, lo protagoniza una familia campesina cuya casa quedó en medio de un proyecto hidroeléctrico y es el último día antes del desalojo. Por su cuenta escribe una historia más, con deseos de que sea su segundo largo, llamada La Roya, el hongo enemigo de las plantaciones de café.

Él sabe que su modus operandi no es el único proceso. Asegura que hay tantas posibilidades como personas y que muchos se han acostumbrado a la idea de que para hacer una película se necesitan miles de millones de pesos, por eso es que muchas generaciones se quedaron esperándolos y nunca hicieron nada.

“Así suene una gonorrea, pero es real, otro cineasta que hable de Medellín como Víctor, ¿hace cuánto no pasa? El documental requiere menos indumentaria, por decirlo de alguna forma, y siento que se casaron con un modelo de producción ideal, y hasta que no lo tienen, no hacen nada. En realidad lo que importa es tener una historia y querer contarla. Y sí es mejor tener amigos que plata. A largo plazo Los Nadie habrá sido nuestra escuela inaugural. Aprendimos y la cagamos un montón, pero fue fundamental. Experimentamos en carne propia. Llegar a lo esencial, liberarse de un montón de libros y manuales, es la única forma de que algo salga auténtico”.

Por Manuela Saldarriaga H.

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