Al rastreo y selección de poemas sobre las nubes en la poesía hispanoamericana actual dedicó diez años Edda Armas (Caracas, 1955), hasta dar por concluida esta antología recién publicada en España, en un volumen de medio millar de páginas que incluye la nómina de los poetas antologados por orden alfabético.
La antología tiene el valor añadido de reunir 55 poemas inéditos de los 291 seleccionados, y todos tienen a las nubes como protagonistas, aunque en algunos de ellos no se las nombra, por más que ellas transiten por estos versos, de una variedad formal y temática que enriquecen la antología.
Según la antóloga, "las voces reunidas hacen un coro polifónico equilibrado" porque unos poemas "enlazan" con otros "proclamando de cuántas y tan diversas maneras la espiritualidad elevada del ser en la palabra poética conecta con ellas".
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En cuanto a los temas y los subtemas son tan variados que Edda Armas, que además de profesora universitaria es autora de dieciséis libros de poemas, optó por ordenarlos según traten de cielos y escritura, espejos y arte, amor, hogar y padres, dioses, aire y vientos, fauna animal, ciudad y medios de transporte, mares y montañas y las oscuras intemperies.
Armas cuenta en la presentación de su antología algunos de los "hallazgos" con los que se encontró en su búsqueda, como que el alemán Goethe se interesara por las nubes y su morfología en 1815 y que llevara un diario con esas observaciones, y que estudiara igualmente la primera clasificación de las nubes, establecida en 1803 por el meteorólogo inglés Luke Howard.
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También que Italo Calvino aludiera a la nube al formular su precepto literario de "levedad", que Tabucchi dedicara su relato "Nubes" a la "Nefelomancia" o adivinación del futuro observando las nubes, o que se recurra con frecuencia al término "nube" para titular libros que tratan de política o historia, como por ejemplo hicieron Octavio Paz y Arturo Uslar Pietri.
Las nubes han aportado a la poesía contemporánea un imaginario que ha nutrido los más diversos temas.
Rafael Alberti, en su exilio, escribe: "Hoy las nubes me trajeron, volando, el mapa de España".
Para Octavio Paz las nubes son "Islas del cielo, soplo en un soplo suspendido".
En su poema 'Elegía', Luis Cernuda concluye que "se lleva el sufrimiento como nube".
Oliverio Girondo, siempre juguetón, advierte: "Si diviso una nube debo emprender el vuelo".
Antonio Porchia, al que Armas califica como "príncipe del aforismo", dice: "Cuando no ando en las nubes, ando como perdido".
En su búsqueda, Armas también ha descubierto a "poetas que nunca dedicaron un poema a la nube" y que muchos las enumeran como un elemento más en el paisaje del poema, pero los que la emplean como centro de sus poemas "prueban la contundencia de asir lo intangible".