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Los Premios Hugo: un homenaje a la más profunda imaginación

El próximo 19 de agosto se celebran los Premios Hugo número 76. Durante sesenta y cinco años, este certamen ha premiado a los mejores escritores, editores e ilustradores de ciencia-ficción y fantasía. Hoy en día se consideran los principales premios de estos géneros; sin embargo, no siempre fue así.

Juliana Vargas @jvargasleal
31 de julio de 2018 - 03:37 p. m.
Hugo Gernsback, inventor y pionero de la ciencia- ficción. Los Premios Hugo, se fundaron en 1953, galardones destinados a los mejores escritores y editores de este nuevo género. Su nombre es inspirado en Hugo Gernsback / Cortesía William Edward Blythe / Stellar Publishing
Hugo Gernsback, inventor y pionero de la ciencia- ficción. Los Premios Hugo, se fundaron en 1953, galardones destinados a los mejores escritores y editores de este nuevo género. Su nombre es inspirado en Hugo Gernsback / Cortesía William Edward Blythe / Stellar Publishing

El año 1953 vio a Harry Truman anunciar la primera bomba de hidrógeno, vio al astrónomo Josef Allen Hynek argumentando por qué sí existían los OVNIs, vio a Walt Disney estrenar la película Peter Pan, vio que se descubría la estructura de la molécula de ADN, vio el primer computador comercial usando una memoria de acceso aleatorio y vio que se aprobaba la televisión a color. Tal vez haya sido esta serie de avances tecnológicos y eventualidades fantásticas la que llevó a que el año de 1953 también se recordara como el año en que, oficialmente, el mundo se percatara de un nuevo género literario: la ciencia-ficción.

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Como otros grandes eventos de la humanidad, este necesito de un profeta, Hugo Gernsback, quien se conocería como “el profeta de la ciencia”. Nacido en Luxemburgo y educado en Alemania, Hugo Gernsback primero creó una batería tan potente, que la vendió a la Compañía Packard Motor para usarla como “arranque en su nuevos carruajes sin caballos”. Luego, inventó el radio inalámbrico y lo vendió para que la sociedad pudiera tener sus propios radios en casa. Ya de por sí, estos dos éxitos le daban suficiente capital para retirarse y disfrutar de una vida tranquila, pero los profetas no descansan.

Con parte de sus ingresos, Gernsback decidió entonces hacer circular la primera revista exclusivamente dedicada a la ciencia. Eventualmente, esta revista fue adquiriendo aspiraciones proféticas hasta deformarse en una publicación de “Historias Asombrosas”, como su título indicaba. Ya no era una revista de noticias científicas o manuales de nuevas máquinas se salían al mercado; en cambio, era una revista sobre avances futuros y máquinas aún no vistas, envueltas en historias ficticias. La primera edición de 1926 mostraba un grupo de alegres personas patinando sobre hielo…en algún lugar cerca del planeta Saturno. La ilustración llamó la atención de centenares de curiosos que se preguntaron si eso sería posible en el futuro, pero se llevaron una gran decepción. El mismo Hugo Gernsback escribió un relato torpemente titulado “Ralph 124C 41+”, una de las más inusuales historias que se hayan visto. En 2660, la humanidad había llegado al pináculo del avance tecnológico gracias a la antigravedad, control del clima y energía geotérmica; pero esto no era una utopía. En medio de batallas contra las máquinas, Gernsback inexplicablemente añadió fragmentos que socavaron el optimismo de la historia. Los sistemas de comunicaciones se rompían, los disturbios laborales aún ocurrían, el crimen persistía (con algunos presos utilizados para experimentos científicos) y el matrimonio interracial entre humanos y marcianos estaba prohibido. Finalmente, estos detalles enigmáticos encontraban su núcleo en la protagonista, quien mantenía en peligro por acosadores enloquecidos sin razón alguna. Los lectores quedaron desconcertantes ante esta utopía/distopía. No, estas historias no tenían ninguna base, nunca podrían llegar a ser verdad.

Por fortuna, Hugo mejoró con los años y, además, reimprimió obras de conocidos escritores como H.G Wells e Isaac Asimov, acuñando por primera vez el término “ficción científica”. Poco a poco, Hugo cultivó lectores que crearon una red de interés por este nuevo tipo de historias y llamó la atencion de otros colaboradores como Buck Rogers y John Campbell. Sin embargo, “Historias Asombrosas” y Hugo Gernsback estuvieron lejos de ser perfectos. Muchos críticos tildaron sus historias de “fantásticas” o “imposibles” más que de ficción con alguna base científica. También, Hugo le propuso a Isaac Asimov una nueva revista, pero la rechazó. Para cuando el “profeta de la ciencia” moría en 1967, hubo quienes creían que Hugo no había profetizado absolutamente nada y, en cambio, sí había creado un “ghetto” de hackers más que de escritores. En 1986, el escritor inglés Brian Aldiss lo llamó "uno de los peores desastres" en la historia del campo y, en 1997, el crítico y editor David G. Hartwell lo despreció por "antimodernista". Luego de estudiar por el futuro, soñar por el futuro y escribir por el futuro, Hugo Gernsback murió como el hombre que había perdido el futuro.

Esto poco o nada le importó a los acérrimos fans que Hugo reunió con los años y, en 1953, celebraron los primeros “Premios Hugo”, galardones destinados a los mejores escritores y editores de este nuevo género. Como si de una burla a los críticos se tratara, el primer galardonado fue Alfred Bester con El Hombre Demolido, una novela policíaca envuelta en viajes interplanetarios y protagonizada por humanos que adquirían el poder de la telequinesis mediante herencia genética. ¿Que si algún día los humanos iban a adquirir tal poder? No se detuvieron a analizarlo, pues los Premios Hugo también incluían obras de literatura fantástica. El Hombre Demolido o Peter Pan, que más daba, 1953 era el año propicio para creerlo todo.

Poco después, la “World Science Fiction Society” (WSFS) creó un comité que año a año escogía los ganadores de los Premios Hugo y, en 1963, promulgó una constitución. A partir de ese momento, los miembros de la WSFS controlaron cuáles eran las categorías que se incluían o excluían del certamen y cómo funcionaba el proceso electoral. Es decir, los mismos fans fueron quienes crearon los Premios y, desde entonces, han administrado los Premios Hugo pues la WSFS está lejos de ser un club privado. Cualquier persona que desee entrar a la Sociedad, no tiene que hacer más que pagar una cuota anual.

Así fue como los Premios Hugo se convirtieron en un grito contra la crítica. Dependía de los fans, y no de los críticos, si existiría o no la telequinesis, si existiría o no el matrimonio interracial entre los humanos y extraterrestres, o si incluso los niños llegarían a volar algún día. De hecho, los Premios Hugo y la revista “Historias Asombrosas” desarrollaron con los años una relación simbiótica, pues muchos ganadores de los Premios Hugo publicaron por primera vez en “Historias Asombrosas”. Arthur Clarke, Roger Zelazny, Joseph Campbell, Jack Vance, Ray Bradbury…Uno tras otro utilizó la revista como platafoma para poder conocerse dentro del género. Después las historias se diversificarían, apareciendo en revistas como Tor.com, Fantastic y otras editoriales conocidas en el mercado como Penguin Random House. Y, finalmente, llegaría el punto en que los Premios Hugo, más que un experimento de lectores, se convertiría en una ceremonia literaria del más alto honor. Años después del nacimiento de los Premios, Los Angeles Times los calificó como "uno de los más altos honores otorgados en ciencia ficción y escritura fantástica". Wired llegó incluso a declararlos como “los principales premios de ciencia-ficción” y The Guardian también los reconoció como "uno de los premios de ficción más venerables, democráticos e internacionales hoy en día”.

De esta forma, los Premios Hugo pasaron de ser una rebeldía fantasiosa a un referente y un sueño alcanzado por escritores de la talla de Ursula K. Leguin, JK Rowling, J.R.R. Tolkien, Cixin Liu, Brandon Sanderson…Y la lista sigue y sigue, así como también aumenta el número de lectores que deciden sobre los Premios. En el 2015 hubo 2.122 boletas de nominación y 5.950 votos finales. Los Premios de 2016 recibieron 4.032 votos nominales y 3.130 votos finales. En 2017 recibieron 2.458 nominaciones y 3.319 votos finales.

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Y el próximo 19 de agosto llegamos a los Premios Hugo de 2018. Parecía ser un camino largo, un camino peligroso y un camino vilipendiado. Durante aquella época de rechazo, pareciera que Alfred Bester hubiera escrito El Hombre Demolido como discurso de esperanza para aquellos que veían en este incipiente género un nuevo y mágico comienzo: “Agradece que solo ves al hombre exterior. Agradece que nunca veas las pasiones, los odios, los celos, la malicia, las enfermedades. Agradece porque escasamente ves la verdad aterradora en las personas”. “Sean impermeables a las críticas, sean impermeables a la realidad que desean que veamos. Decidan ustedes qué quieren leer, qué quieren imaginar y grítenlo al mundo”, parecía decir este autor. Hoy, sesenta y cinco años después, los nominados de este año le contestan a Alfred Bester. John Scalzi, uno de los autores más opcionados a ganar en la categoría “Mejor Novela”, ha sido el representante de esta respuesta a través de su obra El Imperio en Colapso: “Estoy continuamente confrontado con la tendencia humana de ignorar o negar hechos hasta el último instante posible. Y luego durante varios días después de eso, también”. La ciencia-ficción y la fantasía eran géneros necesarios dentro de la literatura que a mediados del siglo XX decidieron alzar su voz. Escritores, editores y algunos primeros lectores ignoraron o negaron este hecho, sin embargo, a escasos días de los Premios Hugo número 76, podemos decir que Hugo Gernsback perdió el futuro, para que muchos otros lo recuperaran por él.

 

Por Juliana Vargas @jvargasleal

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