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Los símbolos de un cuento de hadas

Con “La flauta mágica”, de Mozart, se celebran diez años de transmisiones desde la Ópera Metropolitana de Nueva York. Apartes del programa que se entrega en las salas de cine.

Luis Carlos Aljure
07 de mayo de 2016 - 05:22 a. m.
“La flauta mágica” fue el resultado de un encargo que le hizo a Mozart el empresario, actor y cantante Emanuel Schikaneder.  / Cortesía Cine Colombia
“La flauta mágica” fue el resultado de un encargo que le hizo a Mozart el empresario, actor y cantante Emanuel Schikaneder. / Cortesía Cine Colombia
Foto: ken howard

La aventura de las transmisiones en vivo desde la Ópera Metropolitana de Nueva York comenzó el 30 de diciembre de 2006, con la obra que veremos este sábado: La flauta mágica, de Mozart, en una versión abreviada en unos cuarenta minutos y adaptada al inglés por el poeta J.D. McClatchy. Este título, uno de los favoritos del público, mezcla de cuento de hadas, comedia popular y simbolismos masónicos, servirá para celebrar las diez temporadas que ha alcanzado el proyecto The Met: Live in HD, que actualmente llega con su señal, simultáneamente, a más de 2.000 salas de cine de setenta países.

Cuando Mozart compuso La flauta mágica corrían los meses finales de su corta y productiva vida. Se dio el gusto de experimentar un triunfo enorme con su nueva ópera, pero solamente pudo disfrutarlo por algunas semanas, porque su torrente de creatividad, que parecía encaminarse a horizontes inexplorados, sería truncado por una muerte repentina en la madrugada del 5 de diciembre de 1791. En pleno siglo XX, el musicólogo H.C. Robbins Landon aún no se resignaba a aceptar semejante golpe del destino, que le parecía “la mayor tragedia de la historia de la música”.

La flauta mágica fue el resultado de un encargo del empresario, actor y cantante Emanuel Schikaneder, que administraba por entonces un teatro en las afueras de Viena (Auf der Wieden). Es el ejemplo más representativo y genial del singspiel, un tipo de ópera en lengua alemana que tuvo su época más floreciente en los últimos años del siglo XVIII, cuando el emperador José II creó una institución para estimular el género. El singspiel, además, se caracteriza por tener una música de raíz popular, por sus elementos cómicos y fantásticos, y por intercalar números musicales con diálogos hablados.

La obra transcurre en un bosque mágico en un tiempo indeterminado, y nos cuenta la historia de amor de Tamino y Pamina en medio de una lucha entre las fuerzas del mal, representadas por la Reina de la Noche, y las fuerzas del bien, encarnadas por Sarastro. Sarastro y la Reina de la Noche contrastan no solamente por su carácter, sino que Mozart, vocalmente, ubica los dos personajes en las antípodas. Mientras Sarastro, con su voz de bajo profundo, desciende a las honduras más penumbrosas de su tesitura, la Reina de la Noche, una soprano de coloratura, se eleva a agudos estratosféricos en sus dos famosas arias de bravura.

Como Mozart y Schikaneder eran masones, salpicaron este cuento de hadas con alusiones simbólicas y guiños al mundo secreto de las logias que ambos frecuentaban. Por ejemplo, Tamino es sometido a un ritual de iniciación que conduce de la oscuridad a la luz, al que también termina uniéndose Pamina. Además, el número tres, de gran importancia en las hermandades masónicas, está presente en la obra de diversas formas. Tres son los niños bondadosos que guían a Tamino y a Papageno al castillo de Sarastro, como tres son las damas al servicio de la Reina de la Noche, y tres las pruebas que debe superar Tamino. Y desde el punto de vista musical nos volvemos a encontrar con el tres. De acuerdo con Robbins Landon, la tonalidad principal de la obra, mi bemol mayor, tiene tres bemoles, y en medio de la Obertura, Mozart hace sonar “una pauta de tres acordes repetidos tres veces”, que estarían vinculados con los tres primeros grados de la masonería: aprendiz, compañero y maestro.

En La flauta mágica se manifiesta un raro equilibrio que permite la convivencia de pasajes musicales de registro muy diverso. Y como es habitual, el rico tejido orquestal de Mozart brilla en la obra, en una historia que les atribuye poderes sobrenaturales a instrumentos como la flauta y el carillón y, por extensión, al divino arte de la música.

Información y boletería: www.primerafila.com.co.

Por Luis Carlos Aljure

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